PERIODISMO-AFGANISTÁN: Trabajo de alto riesgo

La prensa afgana padece cada vez más los embates del movimiento islamista radical Talibán y de los poderosos intereses que pretenden controlar el país.

Tres periodistas, dos de los cuales eran mujeres, fueron asesinados este año. Se denunció que las reporteras habían recibido antes varias amenazas tendentes a que abandonaran su labor.

Zakia Zaki, de 35 años, asesinada el 5 de junio cuando dormía en su cama junto a su hijo pequeño, era también activista de derechos humanos en la provincia de Parwan, al norte de Kabul, donde dirigía Peace Radio, financiada por Estados Unidos.

Además, era directora de una escuela local y fue candidata a las elecciones legislativas de 2005.

Su muerte tuvo lugar cinco días después del asesinato en Kabul de Sanga Amach, de 22 años, quien se desempeñaba como presentadora del canal privado Shamshad TV.
[related_articles]
Antes, el 8 de abril, el Talibán informó que había matado al joven Ajmal Naqshbandi, quien cumplía tareas de guía y traductor de periodistas extranjeros.

Naqshbandi había sido secuestrado el 6 de marzo junto a un periodista italiano y a su conductor en un puesto de control que tenía el movimiento islamista en la meridional provincia de Helmand.

El periodista italiano fue liberado tras un acuerdo con el Talibán, que luego mató a los dos afganos.

Hombres armados que se identificaron como miembros de la Junta Nacional de Seguridad de Afganistán capturaron el 9 de este mes a Kamran Mir Hazar, jefe de edición de un conocido sitio de noticias en Internet y periodista de la radio Salam Watandar.

El Ministerio de Información no confirmó ni desmintió el hecho.

Desde el comienzo en 2001 del gobierno de Hamid Karzai, respaldado por Estados Unidos, la prensa floreció en Afganistán. Hay ocho canales de televisión, 40 emisoras de radio y unos 300 diarios y revistas.

Pero los periodistas se quejan de que la libertad de prensa está cada vez más amenazada por los intereses creados dentro y fuera del gobierno.

Rohullah Mojadidi, jefe de edición del periódico quincenal independiente del norte de Afganistán, afirmó que no puede escribir con un estilo directo y que tiene que autocensurarse.

"Creo que la vida me está ahogando", se lamentó. "Hay muchas carencias en nuestra sociedad sobre las que quiero escribir, pero no puedo. No quiero arriesgar mi vida".

El diario que creó hace un año, ahora logra sustentarse con las ventas. Mojadidi recibió varias amenazas de muerte anónimas por teléfono.

"Una vez publiqué un artículo acerca de los señores de la guerra y de las armas que tenían. Al otro día recibí decenas de amenazas de muerte por teléfono. No tuve miedo, pero temí por mi familia. Las llamadas nunca se detuvieron", relató Mojadidi.

"Tengo un hijo. Mi esposa no quiere que ejerza mi profesión. No quiere perderme porque, además, soy quien sustenta la familia", añadió.

Mojadidi informó de lo sucedido a las fuerzas de seguridad.

Por su parte, Ahmad Masud Ansari, periodista de un canal de televisión privado también en el norte de este país, admitió que su profesión lo asusta.

"De verdad tengo miedo de mi profesión. Talibán arremete ahora contra los periodistas. Quiero cambiar de trabajo. No quiero ser víctima de acontecimientos imprevistos", reconoció.

El productor de un programa de política del canal de televisión independiente Arzu TV, Naqibullah Hejran, está en la misma situación.

"Se discuten temas muy candentes en el programa. Hace poco tratamos el fundamentalismo. Recibí muchas llamadas, algunas eran amenazas de muerte. No sé si dejar mi trabajo o aceptar el riesgo", reconoció.

Las periodistas sufren una situación particular.

La joven Tamana debió abandonar su empleo en un canal de televisión privado de Mazar-e-Sharif, capital de la septentrional provincial de Balkh.

"Presentaba las noticias cubierta con un velo, pero igual recibí amenazas de muerte anónimas. Me mandaron mensajes de texto a mi teléfono móvil advirtiéndome que dejara mi trabajo porque sino me iban a matar", relató. Su familia decidió que ella tenía que renunciar.

En tanto, Negin Parsa, periodista de la emisora de radio Arzu, reconoció que oculta su profesión a amigos y parientes.

"Mi familia se opone a lo que hago", señaló. "Dicen que Talibán me va a matar un día de estos. Pero a mí me gusta la radio".

"Cuando escucho que asesinan a un periodista en Afganistán, pienso que ya me va a llegar el día. Aún así, me gustaría morir por mi trabajo", añadió en tono apasionado.

La directora de la emisora de mujeres Rabia Balkhi, Mobina Khair Andish, señaló que su equipo es conciente de los riesgos, pero siguen transmitiendo.

"Trabajan unas 20 jóvenes en mi radio. Cuando Zakia Zaki fue asesinada, tuvimos miedo. No recibimos amenazas de muerte directas, pero vivimos con el temor de que nos maten", indicó.

La Asociación de periodistas trata de defender los derechos de sus colegas. El director del sindicato de reporteros de esta provincia, Abdul Basir Babai, señaló que han recibido muchas denuncias de amenazas de muerte.

"Personas desconocidas amenazan a nuestros periodistas. La situación que se creó no permite informar con imparcialidad", remarcó.

La Comisión Independiente de Derechos Humanos de Afganistán señaló que mantienen vínculos estrechos con la prensa.

"A veces, señores de la guerra o desconocidos amenazan a los periodistas. Estamos atentos a la situación. Es un país en guerra y puede suceder cualquier cosa", subrayó Qazi Sayed Ahmad Sami, de la Comisión.

La policía de Balkh sostiene que trabaja las 24 horas del día para garantizar la seguridad de los periodistas. "Incluso, les ofrecemos soldados a los que van a cubrir un acontecimiento fuera de la capital", explicó a IPS Sardar Mohammad Sultani, jefe de policía provincial.

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe