A pesar de que por primera vez una mujer aparece como favorita para ganar las elecciones presidenciales en Argentina, la equidad de género está muy rezagada en los hogares. Un estudio oficial indica que siete de cada 10 hombres no colaboran en las tareas domésticas.
"En todos los países, incluidos los escandinavos, el nudo crítico de la desigualdad de género está en la responsabilidad sobre las tareas domésticas y Argentina no es la excepción", dijo a IPS la socióloga Eleonor Faur, consultora en la materia del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
"La diferencia consiste en que los países más desarrollados tienen políticas específicas fuertes desde el Estado para ir cambiando estereotipos de género", añadió la investigadora. Citó como ejemplos el caso de las licencias por maternidad prolongadas para madres y padres, las guarderías públicas y las escuelas de doble escolaridad.
En cambio en Argentina, "el modelo del hombre proveedor y la mujer a cargo de la casa tiene instituciones muy sólidas, alimentadas desde la estructura social, económica, política y cultural", remarcó. Y, en la medida en que no haya cambios en ese nivel de lo público, será más difícil ver avances en lo privado, apuntó.
El Programa Familias por la Inclusión Social, uno de los principales instrumentos de transferencia de recursos del Estado a sectores vulnerables, se otorga a mujeres con hijas e hijos que no pueden dejar solos para salir a trabajar. "Eso tiende a cristalizar la desigualdad en la distribución de tareas", sostuvo la experta.
Según la encuesta permanente de hogares del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), de cada 10 hombres que viven en Buenos Aires, siete admiten no colaborar en las tareas domésticas que consisten básicamente en la limpieza del hogar, la preparación de los alimentos y el eventual cuidado de niños y ancianos.
El escaso compromiso de los varones con esas responsabilidades contrasta con la imagen pública más difundida de Argentina en las últimas semanas que muestra a la abogada y senadora Cristina Fernández, esposa del presidente Néstor Kirchner, liderar con holgura las encuestas de opinión de voto para los comicios de octubre y de gira por España y por México.
El dato sobre la distribución de tareas dentro del hogar se recogió por primera vez en la consulta oficial de 2006 y fue incluido este año en el capítulo argentino del Informe Global 2007 de la Organización Internacional del Trabajo. Pero no tuvo gran difusión porque se trata de información a la que se accede por suscripción.
A pesar de que dijo desconocer las motivaciones del organismo, Faur consideró que es importante la decisión de incluir esta variable en la encuesta, porque permite dar visibilidad al trabajo no remunerado que realizan las mujeres en el hogar.
"Es un paso adelante, al menos a nivel conceptual, porque el hecho de que las mujeres estén más activas en el mundo laboral no significa que la carga de responsabilidad de las tareas domésticas sea más pareja", advirtió la socióloga.
Para esta experta, la llegada de mujeres a los puestos de poder político responde, entre otras cosas, a una ley de cupos que forzó a incluirlas en las listas de candidatos para cargos electivos. "Pero sin políticas pro activas, que apunten a lograr cambios en el hogar, es difícil que se avance por la propia evolución", apuntó.
Las mujeres argentinas aumentaron fuertemente su participación en el mercado laboral, aunque no siempre por buenas razones. En algunos casos fue por el acceso a mayores niveles de educación, pero también salieron empujadas por las crisis socioeconómicas que las ubicaron en empleos informales o precarios.
En 1980, la tasa de actividad laboral de las mujeres era de 32 por ciento para las mayores de 14 años. Para 2001, la última medición del Indec, trepó a 42 por ciento. Sin embargo, los estudios señalan que ellas destinan en promedio dos horas más por día que los hombres al cuidado del hogar, aunque tengan trabajo remunerado igual que ellos.
Si bien el llamado "trabajo reproductivo" no está incluido en las cuentas nacionales, una estimación privada realizada por la consultora Equis señaló que, si se fijara una remuneración a las mujeres que lavan, planchan, cocinan y realizan todas las demás labores del hogar, aportarían 16 por ciento del producto interno bruto del país.
Del total de mujeres ocupadas, casi 15 por ciento se desempeña como empleada doméstica, sobre todo en hogares en que las mujeres trabajan afuera.
La legisladora Marcela Rodríguez, del partido centroizquierdista Afirmación para una República de Iguales, que también llevará una candidata mujer a las elecciones presidenciales, propuso a fines del año pasado una reforma al código civil para que la ley de matrimonio incluya el compromiso de responsabilidad compartida de las tareas domésticas.
Pero el anteproyecto no sólo no prosperó sino que desató una avalancha de burlas, prejuicios y críticas desde los medios de comunicación, tanto de entrevistados como de entrevistadores. La periodista Magdalena Ruiz Guiñazú, de extensa y reconocida trayectoria en radio, exhortó a la diputada a dejar de lado esas "pavadas" para legislar sobre "temas importantes".
"¿De qué avances se puede hablar? Yo no veo ningún avance", comentó a IPS Ana von Rebeur, escritora y dibujante, autora de "Superpoderosas; Madres, esposas y laburantes" entre otros muchos libros en los que aborda con humor e ironía las vicisitudes de las mujeres que eligen ser madres sin renunciar a su desarrollo en otros ordenes de la vida.
"Las mujeres que trabajan todo el día dependen de la esclavitud de otra mujer que hace por ellas las tareas de la casa, así que no veo cuáles son los avances", dice. Para Von Rebeur, las tareas domésticas son trabajo ingrato. "No se pagan, no dan brillo social ni tema de conversación y, además, apenas se terminan, se arruinan".
Es difícil romper el estereotipo, más aún si viene avalado desde lo social, indicó. "Está marcado a fuego en nuestro imaginario colectivo", afirmó. Basta visitar una tienda de juguetes donde hay "planchitas, cocinitas y aspiradoritas de color rosa", dice, o ver la publicidad donde ellas reinan entre detergentes y jabones en polvo para lavar.
Para muchas mujeres que trabajan fuera del hogar, el hombre más valorado en relación a la vida familiar es aquel que "colabora" en las tareas domésticas o, que "ayuda" con los hijos, pero esa forma muy generalizada de aludir a los casos de una mayor responsabilidad de los varones es rechazada por las expertas.
La idea de una "nueva masculinidad", simbolizada en la imagen del hombre amoroso que cambia pañales, "es un nuevo mito del género". "Se da sólo en algunos varones, en algunas familias, no todo el tiempo, y no es generalizado", dice Faur en un informe sobre género y derechos humanos compartido con Natalia Gherardi.
"Los hombres nos convencen sutilmente de que las tareas domésticas son cosas de mujeres con esa frase fatal que dice: yo en mi casa ayudo. ¿Qué pasaría si una mujer dijera: yo en mi casa ayudo", ironiza Von Rebeur. "Dirían ¡pobre marido! o ¡qué horror, cómo debe tener ella la casa o a sus hijos!", se responde ella misma.