MUJERES-AFGANISTÁN: Nuevas comerciantes desafían la tradición

Cinco mujeres irrumpieron en la actividad comercial de esta ciudad, capital de la septentrional provincia afgana de Balkh. Musulmanes conservadores están en ascuas por lo que consideran una intromisión en un ámbito reservado a los hombres.

Estas mujeres son las primeras que abren comercios en Mazar-e-Sharif, con el apoyo del Departamento de Asuntos Femeninos de la provincia.

La directora del Departamento, Friba Majid, informó que en los próximos meses también se inaugurará un gran mercado administrado por mujeres.

En los nuevos comercios femeninos, algunos ubicados cerca la célebre mezquita azul Rawze-e-Sharif, de casi cinco siglos de antigüedad, se venden artículos femeninos, como lencería, pantalones, camisetas y cosméticos, entre otros. Algunos también ofrecen alimentos.

"Compré ropa interior y medias", relató Zolaikha, de 23 años, que asistió a uno de esos establecimientos acompañada por amigas.

"Las mujeres se sienten cómodas comprando aquí", indicó Kamila, una de las flamantes comerciantes, quien antes de dedicarse a esta actividad trabajaba en una organización no gubernamental.

"Algunas familias son muy estrictas y no permiten que las mujeres compren en comercios de hombres", añadió.

Mazar-e-Sharif, cuarta ciudad de Afganistán, tiene más de 300.000 habitantes. Está conectada por carretera con Kabul, al sudeste, Herat, al oeste, y con la vecina república de Uzbekistán, al norte.

Durante los que transcurrieron entre la invasión soviética de 1979 y la caída del régimen del movimiento islamista Talibán (1996-2001), Mazar-e-Sharif fue escenario de conflictos sangrientos.

Una estratégica base aérea que perteneció a la hoy disuelta Unión Soviética fue atacada por las milicias tayikas y uzbekas durante el régimen talibán.

Miles de talibanes murieron en Mazar-e-Sharif en 1997, cuando intentaron apoderarse de la ciudad. En represalia, el movimiento islamista perpetró una masacre de seis días contra los hazara y otras comunidades étnicas locales cuando logró ocupar la ciudad.

Las heridas de esos años belicosos no han sanado aún. Pero la provincia de Balkh hizo avances en materia de derechos humanos. Las mujeres volvieron a sus trabajos y las niñas a la escuela, luego de haber sido obligadas a permanecer entre cuatro paredes.

"Hombres y mujeres tiene los mismos derechos", afirmó Majid. "Queremos que ellas formen parte de los ámbitos político y social. Queremos que mejoren sus ingresos. No sólo deben permanecer en sus hogares y dedicarse a tareas domésticas."

"¿Por qué no pueden ocuparse de lo que tiene que ver con su propio género?", se preguntó al señalar que los comercios que ellas manejan mejorarán su propia calidad de vida.

"No puedo comprar mis cosas en comercios de hombres. Ahora estoy muy contenta. Tengo la posibilidad de ir a tiendas manejadas por mujeres", señaló Nasima Jalal, de 34 años, cuyo marido es muy religioso y estricto.

Para ella, los nuevos negocios son de gran ayuda.

La sociedad afgana es patriarcal por naturaleza e ignora los derechos femeninos.

Muchas mujeres se ven obligadas a casarse jóvenes con maridos violentos que las torturan, golpean y encierran.

"Las mujeres perdieron mucho en Afganistán", se lamentó Malalai Usmani, directora de una organización de Balkh dedicada a la defensa de los derechos femeninos.

Raqiba, de 40 años, recibe muchos clientes en su tienda.

"Estoy muy contenta de ser propietaria de un comercio. Es algo que siempre quise, pero pensé que sería muy duro en un ambiente tan estricto. Ya no tengo miedo y pienso que las mujeres pueden hacer lo quieran", comentó.

Raqiba también disfruta de su independencia económica.

"Invertí 500 dólares en el negocio. Gano 10 dólares o más por día… Eso está muy bien", contó con modestia Raqiba, ex supervisora en un proyecto comunitario.

Su única queja tiene que ver con la actitud de los hombres.

"Algunos venen a mi tienda a burlarse de nosotras. Me enojé y me peleé con ellos", relató.

Los conservadores están asombrados de que las mujeres ejerzan un trabajo tradicionalmente reservado a hombres. Clérigos y figuras conservadoras lo reprueban.

"Las mujeres transgreden sus límites. No sólo se engalanan, sino que usan pantalones. Además, impulsan a otras a reclamar más libertad. Las llevan por mal camino", afirmó el clérigo Mullah Abdul Nasir.

Pero también se escuchan voces más liberales.

"El Islam acoge a las mujeres en el ámbito empresarial. Se puede citar como ejemplo a la esposa del profeta Mahoma, quien se desempeñó como comerciante junto con él", señaló Mawlawi Tahir Mofid, un conocido intelectual.

Mofid consideró que la iniciativa era "una buena medida" para impulsar la participación de las mujeres en cuestiones sociales.

El Departamento de Asuntos Femeninos impulsa con entusiasmo el mercado en ciernes.

"Ya pusimos la piedra fundacional. Contará con más de 200 comercios y pronto se comenzará a construir", señaló Majid.

Quizá Mazar-e-Sharif logre recuperar parte de su gloria de antaño, señaló un residente de esta ciudad.

Antes de la guerra, ésta era una ciudad liberal con una universidad a la que acudían estudiantes de todo el país. La mayoría de sus habitantes procedían de las provincias vecinas y trabajaban bien. La economía local dependía principalmente de la agricultura.

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