JAPÓN: El despertar del pasado marginado

Las complejas culturas de las islas diminutas que completan el archipiélago de Japón llaman la atención de la población, tras décadas de negligencia y olvido.

"La cultura de las islas pequeñas es muy rica y variada por sus antecedentes históricos, muy distintos" a los de las cuatro mayores que forman este país, señaló Junko Konishi, musicóloga de la universidad de la central prefectura de Shizuoka.

"En varios aspectos, esas islas reflejan la diversidad étnica de Japón, en contraste con la versión oficial que lo describe como una nación homogénea", sostuvo.

"Esa idea resultó muy atractiva para muchos jóvenes y ayudó a que las poblaciones locales redescubrieran su cultura", sostuvo Konishi, experta en la cultura de las islas ogasawaras.

Las ogasawaras son un grupo de 30 islas en la región subtropical en el sur del océano Pacífico, unos 1.000 kilómetros al sur de Tokio.

Konishi también integra un equipo de personas abocadas a recuperar el pasado de esas islas antes de que desaparezca del todo.

Puede rastrearse el origen del baile y las canciones de la ciudad de Nan'yo, en la central prefectura de Yamagata, hasta la influencia de los pobladores de Hawaii en la década del 30 del siglo XIX y de Polinesia.

Los bailarines se visten con trajes coloridos y patean los tambores de kaka, fabricados con el árbol autóctono Tamana, y el ukulele, instrumento de cuerdas tradicional de Hawaii.

Se organizaron varios acontecimientos para redescubrir la diversidad cultural de Japón, una noción olvidada tras el proceso de modernización impulsado por Meiji de 1868 a 1912, periodo conocido como "restauración Meiji".

La población de las islas pequeñas emigró a las grandes ciudades y adoptó nuevas costumbres y estilos de vida occidental.

Nuevos edificios y caminos llevaron a un mayor distanciamiento de las raíces históricas.

Los investigadores señalan que la era Meiji fue un periodo de cambios radicales, al unificarse el país bajo la autoridad del emperador.

Meiji impuso el shintoismo como religión oficial, una política que borró la gran variedad de culturas que florecían en distintas partes del país, incluidas las pequeñas islas.

"Antes del periodo Meiji, los japoneses observaban prácticas religiosas que eran una mezcla de shintoismo y budismo", explicó la profesora Hiroko Yamamoto.

Pero "se abandonaron cuando el shintoismo se volvió oficial", añadió Yamamoto, experta en la cultura de aogashima, una isla de 200 personas, 350 kilómetros al sur de Tokio.

Aunque el gobierno de Meiji ejercía un estricto control sobre la población japonesa en general, en las islas pequeñas la situación era más flexible, sobe todo por la distancia con las más grandes.

"El resultado es que hoy sólo quedan vestigios del antiguo Japón, previo a la era Meiji. El problema es que los practicantes ahora son ancianos", explicó.

"Ahora la cultura de esa isla sólo puede preservarse mediante documentos e imágenes del pasado", añadió.

Al menos el apoyo popular a la iniciativa es grande.

Muchas personas se reunieron para un concierto acerca de la cultura de aogashima con motivo del festival de música titulado "Hacia las islas: Sonidos a través del mar", organizado por la Fundación Ario-Edo.

La iniciativa fue una forma de restaurar la cultura insular.

El concierto contó con la presencia de Kimiko Asanuma, cantante de aogashima, de 84 años, que se cuenta entre los últimos pobladores de la isla conocedores de las letras originales de las canciones.

De pie con un kimono de algodón, Asanuma cantó una canción que rinde homenaje a las bellezas naturales de la isla y al romanticismo.

También se mostraron antiguos rituales, aún vigentes en la isla, que son una mezcla de shintoismo y budismo.

Las pequeñas islas tienen un fuerte componente espiritual, como las prácticas chamánicas, y movimientos de baile lentos, una diferencia significativa con aquellos lugares donde la cultura occidental erosionó a la autóctona, según varios especialistas.

La profunda conexión con el espíritu y el dinamismo de las pequeñas islas, como la capacidad de mezclar las culturas de diversos pueblos, es lo que atrae a los jóvenes japoneses que se van de Tokio a la ogasawara a estudiar la cultura local, según indicó Konishi.

La cultura de las ogasawara cuenta con apoyo del gobierno de Tokio, administrador de las islas.

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