IRÁN-ISRAEL: Bajo los discursos belicistas, el pragmatismo

Los últimos años han sido testigos de una gran producción literaria en torno al conflicto y la violencia en Medio Oriente, sin duda porque hay abundante material sobre el que escribir.

Autoridades políticas, analistas y académicos parecen fascinados por la "naturaleza" del terrorismo y la inminente amenaza de un Irán nuclearizado. Los discursos enardecidos de los líderes de Irán e Israel parecen acelerar la posibilidad de confrontación entre los dos países, mientras que los medios de prensa reproducen el eco de los tambores de guerra.

De esta situación surgió un libro con gran claridad y perspectiva. "Treacherous Alliance: The Secret Dealings of Israel, Iran, and the United States" (Alianza traicionera: Los acuerdos secretos entre Israel, Irán y Estados Unidos), de Trita Parsi, es un hábil relato de las relaciones ocultas entre esos tres países desde la fundación de Israel, en 1948, hasta el presente.

Parsi, presidente del Consejo Nacional Iraní-Estadounidense y colaborador de Inter Press Service, ofrece una visión alternativa del conflicto, en general presentado en términos ideológicos, sobre la base de entrevistas con 130 decisores iraníes, israelíes y estadounidenses.

En el primer capítulo, Parsi destruye varios mitos sobre la rivalidad entre Israel e Irán. Por ejemplo, señala, mientras el presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad proclama la destrucción de Israel y cuestiona la veracidad del holocausto judío, la república islámica alberga a la segunda mayor población de judíos de Medio Oriente, después de Israel.

Pocos judíos iraníes se toman en serio el discurso de Ahmadinejad, y en general "creen que muy poco ha cambiado para ellos bajo el actual gobierno", escribe Parsi.

El único representante judío en el parlamento iraní, Maurice Mohtamed, criticó los comentarios del presidente, y durante el auge de la Revolución Islámica, el ayatolá Jomeini emitió una "fatwa" (edicto islámico) que protegía a los judíos como minoría religiosa, siempre que rechazaran el sionismo y el estado de Israel, recuerda el autor.

En Israel, Parsi se encontró con varios judíos iraníes que emigraron de Irán no por motivos ideológicos o políticos, sino económicos. Algunos de los más altos funcionarios del actual gobierno israelí son de origen iraní, como el recientemente destituido presidente Moshe Katzav, y el ex jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, Dan Halutz.

Pero el libro se destaca por su análisis detallado del vínculo entre Israel e Irán en el plano de las relaciones internacionales. Debajo de los acrimoniosos intercambios retóricos en público, existe una historia de cooperación de inteligencia, venta de armas y diálogos secretos entre los dos países. Y esos diálogos continúan aunque Irán haya pasado de ser una monarquía a una teocracia islámica.

La "alianza por necesidad" se formó inicialmente a causa de una preocupación común por la amenaza de países vecinos. Israel concebía a Irán como un posible aliado periférico, fuera de la órbita de sus amenazas inmediatas (Egipto bajo el gobierno de Gamal Abdel Nasser, Siria, Jordania).

Mohammed Reza Pahlevi, el último sha de Irán (1941-1979), consideraba que su país era un poder hegemónico en Medio Oriente y veía al vecino Iraq como su principal amenaza.

Según el autor, Pahlevi, quien huyó de Irán durante la Revolución Islámica de 1979 y murió en el exilio al año siguiente, era un megalómano que contaba con los abundantes ingresos del petróleo para pagar todo tipo de armas estadounidenses, pero no era un estadista inteligente.

El apetito del sha por el poder en la región lo llevó a firmar el Acuerdo de Argel, un pacto con Iraq que pondría fin a las hostilidades y solucionaría disputas territoriales, principalmente la del río Shatt al-Arab. Al mismo tiempo, Iraq combatía una rebelión kurda lanzada por guerrilleros peshmerga, apoyados por Irán y financiados por Estados Unidos.

A largo plazo, la falta de visión del sha lo llevó a una alianza tácita con Israel, país con el cual realizaba operaciones de inteligencia. Además, el fin de las hostilidades brindó a Iraq la oportunidad de aplastar la rebelión kurda y reconstruir su ejército, al que utilizaría contra Irán cinco años más tarde.

La Revolución Islámica tomó a Washington por sorpresa, pero hasta el rígido discurso ideológico de los mulás podía ser manipulado si la situación política lo exigía.

Aunque las autoridades islámicas mantenían en público una firme posición de condena a Israel, se aproximaron a los israelíes en busca de armas durante la guerra entre Irán e Iraq.

"Cuanto más se esforzaba la República Islámica por diferenciar su política exterior de la del sha, más se le parecía en el fondo… La ideología había cambiado radicalmente, pero el objetivo final era muy semejante", escribe Parsi.

El objetivo final era construir una relación más fuerte con Estados Unidos, y si eso significaba tener que tolerar a Israel, así sería. Sin embargo, sucesivos gobiernos estadounidenses complicaron la relación.

Los neoconservadores de Washington, que habían involucrado a su país en el escándalo Irán-Contra (la venta de armas a Irán para financiar a la contrarrevolución nicaragüense) en el apogeo de la guerra contra Iraq, se opusieron a todo contacto con Irán 15 años después, pese a las reiteradas tentativas de diálogo de Teherán.

"Hay una gran confusión sobre cómo Estados Unidos se involucró en la rivalidad entre Israel e Irán. No tiene nada que ver con la ideología ni la religión", afirma Parsi.

Actualmente, Irán está cada vez más aislado de Occidente, mientras que Estados Unidos e Israel están completamente alineados en su visión del terrorismo y cómo enfrentarlo.

El libro de Parsi analiza también hasta qué punto las fuerzas de presión proisraelíes influyeron en la política de Washington hacia Irán. A principios de la década de 1990, tras la derrota del ejército iraquí de Saddam Hussein, políticos israelíes comenzaron a describir a Irán como la principal amenaza de Israel.

"La comunidad proisraelí se volcó enérgicamente contra Irán, influenciando así la política estadounidense hacia ese país de una manera casi emocional", comentó Brent Scowcroft, ex asesor de seguridad nacional de Estados Unidos.

Como resultado, Irán pasó a responder con ataques contra judíos e israelíes en el exterior las acciones de Israel contra los grupos radicales palestinos Hamas y Jihad Islámica y contra Hizbolá en el Líbano.

Pero aun los vínculos iraníes con grupos islamistas como Hamas y Hizbolá podían negociarse, y así Teherán dejó de financiarlos (con el apoyo del líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei) con la esperanza de obtener ciertas garantías de seguridad y un mayor acercamiento político a Estados Unidos.

El congresista estadounidense Robert Ney llevó el mensaje a la Casa Blanca, pero Irán nunca recibió una respuesta.

"Treacherous Alliance" es una lectura oportuna e importante para cualquier persona interesada en contrarrestar argumentos esencialistas que sugieran un inminente choque de ideologías. Según Parsi, mientras Washington ignore la verdadera naturaleza de la rivalidad entre Israel e Irán, no podrá resolver ninguno de los problemas de Medio Oriente.

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe