Deseada durante meses de intensa sequía, la temporada de lluvias en Venezuela, que normalmente va de mayo a octubre, llegó tarde en la última semana de este mes, con su cara más temida. Una niña de seis meses y un obrero de 32 años perecieron ahogados cuando se desbordaron una quebrada y el caraqueño río Guaire, varias decenas de familias perdieron viviendas y enseres, y los bomberos desalojaron 50 casas en el este de la capital.
En el suroeste andino fronterizo con Colombia y al sur del occidental Lago de Maracaibo, inundaciones afectaron varios caseríos y carreteras.
La destrucción de bosques que sirven de sostén ambiental, «más la insuficiencia de drenajes de lluvias en lugares donde aumentan las construcciones ilegales, hacen que bajen muchos sedimentos a las vías principales, obstruyendo los accesos», explicó Jorge Molina, del Departamento de Alerta y Desastres de los Bomberos Metropolitanos.
«Se pierde la cuenta de la cantidad de casas de tres y cuatro pisos construidas en zonas no aptas. El crecimiento urbano es cada vez mayor, y se irrespetan todos los parámetros del ambiente», agregó.