BRASIL: Polémico proyecto de esterilización femenina

Un proyecto de ley que propone reducir de 25 a 18 años la edad mínima para que las mujeres puedan optar por la esterilización en los hospitales públicos de Brasil enfrenta una férrea oposición del gobierno.

Según el senador y obispo evangélico de la Iglesia Universal del Reino de Dios, Marcelo Crivella (del Partido Republicano Brasileño), ponente de la iniciativa a estudio del Senado, la ley contribuiría a reducir la violencia porque "no nacerían niños expuestos al hambre y al abandono", causas que en su opinión se vinculan a la delincuencia.

La ley 9.263 en vigor, que reglamenta la planificación familiar, establece en su artículo 10 que solamente está permitida la esterilización voluntaria de hombres y mujeres mayores de 25 años y con por lo menos dos hijos vivos.

El Ministerio de Salud está en contra de la propuesta. La cartera ofrece varias opciones de planificación familiar en la red pública de salud, entre ellas la esterilización femenina mediante la ligadura de las trompas de Falopio, que interrumpe el paso de los óvulos desde los ovarios al útero, evitando la fecundación.

En declaraciones a la gubernamental Agencia Brasil, el ministro de Salud, José Gomes, se manifestó "radicalmente en contra" de la reducción de la edad para la esterilización voluntaria "porque eso no es planificación familiar, sino control de la natalidad", una fase que considera superada en este país de más de 188 millones de habitantes.

Consultada por IPS, Regina Viola, coordinadora del Área Técnica de Salud de la Mujer de esa cartera, argumentó que la ligadura "es considerada un método anticonceptivo irreversible, visto que en caso de arrepentimiento, no todas las personas sometidas a esa cirugía presentan condiciones para la recanalización" o reversión de la cirugía, sostuvo.

Estudios del ministerio revelan una "tasa de arrepentimiento que varía de dos a 13 por ciento, dependiendo de la edad y de las circunstancias en que la ligadura fue realizada, siendo mayor en mujeres que lo hicieron con menos de 30 años", añadió. Elizabeth Ferraz, coordinadora del departamento de investigación de la organización no gubernamental Bemfam, dijo a IPS que la última investigación sobre datos nacionales de demografía y salud, realizada en 1996, reveló que 77 por ciento de las mujeres casadas o en unión estable usaban algún método de anticonceptivo, y que 40 por ciento de ellas habían sido esterilizadas entre los 15 y los 49 años.

El estudio fue realizado por Bemfam, que trabaja en cuestiones de salud sexual y reproductiva en 13 estados de este país.

Si bien la edad promedio de mujeres esterilizadas fue de 28,9 años, 20 por ciento tenían menos de 25 años, 37 por ciento, entre 25 y 29 años, 28 por ciento tenían entre 30 y 34 años, mientras en la franja de 35 a 39 eran 12 por ciento, y entre 40 y 44 años, tres por ciento.

Según Ferraz, los métodos varían con las circunstancias y la edad reproductiva. Por ejemplo, mientras muchas mujeres en plena edad reproductiva usan píldoras anticonceptivas para espaciar los nacimientos, cuando consideran que tienen el número ideal de hijos, optan por la esterilización.

Además, cuanto mayor es la escolaridad de la mujer, mayor es la diversificación del uso de métodos de planificación familiar y mayor la cantidad de casos de vasectomía (esterilización masculina) en sus maridos, subrayó la experta.

Si bien la esterilización femenina, consideró Ferraz, no es un método malo ni bueno en sí mismo, sino una opción más para la mujer, también se mostró preocupada por la propuesta de reducir la edad mínima.

"Esa propuesta es un poco radical, podríamos trabajar más en cuestiones de políticas públicas como dar más información a la población sobre la diversificación de métodos, y gastar dinero en campañas informativas que permitan que la mujer controle su natalidad no con un método definitivo como la ligadura de trompas al inicio de su vida sexual. Hay métodos adecuados para cada momento", consideró.

Ferraz también destacó que el arrepentimiento es habitual en mujeres esterilizadas que establecen una nueva relación de pareja o ante la muerte de algún hijo.

En las áreas más pobres —como el noroccidente del país donde los índices de esterilización femenina superan el promedio nacional y llegan hasta 43,9 por ciento, o el centro-oeste, donde llegan a 59,5 por ciento—, "como el acceso a otros métodos a veces es difícil, y no tienen otras opciones, (las mujeres) caen en la esterilización", alertó.

En ese contexto, "en muchos casos la esterilización es una moneda de cambio de votos electorales", en poblaciones sin acceso a salud y educación, advirtió Ferraz. Ante la duda sobre la eficacia de otros métodos como preservativos, píldoras o dispositivos intrauterinos, muchas mujeres sin educación y sin dinero optan por esterilizarse, pues creen que "ya no deben preocuparse más".

Una duda que se despejará con un censo sobre planificación familiar que lleva a cabo el Ministerio de Salud, "sería determinar si en Brasil, que también es campeón en número de cesáreas, ésta es un motivo para la esterilización o si la esterilización es un motivo para la cesárea", planteó Ferraz.

Según la investigación mencionada de 1996, del total de mujeres esterilizadas, 59 por ciento se sometieron a esa práctica en un parto por cesárea, mientras que apenas 15 por ciento lo hicieron después de un parto normal.

Viola también cree que la oferta de métodos y la información sobre ellos deben ser los ejes de cualquier campaña de salud reproductiva.

La nueva Política Nacional sobre Planificación Familiar, lanzada por el Ministerio de Salud el 28 de mayo, establece entre otras acciones una campaña publicitaria de aclaración y estímulo a la planificación y la distribución a gran escala de material educativo sobre métodos contraceptivos en escuelas y centros comunitarios.

También se contempla la ampliación de la oferta de anticonceptivos para la Farmacia Básica (puestos de salud) de 20 millones a 50 millones de placas de píldoras, y el estímulo de la vasectomía en los hospitales públicos, entre otras acciones.

La tasa de fecundidad brasileña comenzó a declinar a finales de la década de 1960.

Según Ferraz, mientras que en 1960, era de seis hijos por mujer, en 1996, año del último censo de planificación familiar, había bajado a 2,3 hijos por mujer y en algunos centros urbanos, como Río de Janeiro, era todavía menor, de 1,9.

La especialista citó razones económicas, como la migración del campo a la ciudad —hoy apenas 20 por ciento de la población vive en zonas rurales donde hay menor acceso a información—, y el ingreso de la mujer al mercado de trabajo.

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