La liberación de cinco enfermeras búlgaras y un médico palestino, detenidos ocho años en Libia, parece haber llevado a una repentina «normalización de las relaciones» entre el país africano y la Unión Europea (UE).
La liberación fue el resultado de un acuerdo político entre el presidente libio Muammar Gaddafi y representantes de la UE, bloque al que Bulgaria ingresó el 1 de enero de este año.
Se supone que "el acuerdo incluye asistencia financiera a Libia para el tratamiento de los menores infectados, facilitación de visas y beneficios comerciales", dijo a IPS Jean Combrois, profesor de estudios europeos de la Universidad Estadounidense, de Bulgaria.
"Libia se considera como un aliado importante de la UE, no sólo por sus reservas de gas y petróleo, sino también por cuestiones más específicas como la lucha contra el terrorismo y, quizás más importante aún, la lucha contra la inmigración", explicó Combrois.
"Libia es, además, un aliado clave en el manejo de las crisis africanas".
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En 1999, las cinco enfermeras y el médico fueron detenidos por las autoridades libias y acusados de haber inoculado el virus de inmunodeficiencia adquirida (VIH, causante del sida) a 426 niños y niñas de un hospital de la septentrional ciudad de Benghazi, en la provincia homónima, donde trabajaban desde hacía un año.
Unos 50 de esos menores ahora están muertos.
El 6 de mayo de 2004, el tribunal penal de Benghazi condenó los extranjeros a ser ejecutados por un pelotón de fusilamiento.
Las enfermeras y el médico negaron haber infectado a los menores.
Varios informes de expertos, incluido uno publicado en 2006 por la revista científica Nature, confirmaron que las infecciones se debieron a la falta de asepsia del hospital y que el contagio con el virus del sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) había comenzado antes de la llegada de los profesionales a Libia.
Tras conocerse el fallo, las autoridades búlgaras, asistidas por otros países europeos, negociaron con el gobierno libio la liberación de los presos.
Incluso el médico palestino obtuvo la ciudadanía búlgara para poder beneficiarse de un futuro acuerdo.
El 17 de este mes, el Alto Consejo de Justicia de Libia confirmó la decisión de la Corte Suprema de conmutar las condenas a muerte de las cinco enfermeras y el médico por cadena perpetua.
De inmediato, las autoridades búlgaras iniciaron los trámites para su extradición, lo que se concretó el martes con su arribo a Sofía. El mismo día fueron indultados por el presidente de Bulgaria, Georgi Parvanov.
Al otro día de la llegada de las enfermeras y del médico a Sofía, el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, fue a Libia en visita oficial.
Desde Trípoli, el mandatario francés anunció la firma de un memorando de cooperación nuclear entre ambos países, que compromete a Francia a construir un reactor en la nación del norte de África, despertando polémicas.
Sarkozy, quien asumió el cargo el 16 de mayo, y su esposa Cécile se mostraron muy activos en la última etapa de negociaciones por la liberación de los profesionales búlgaros, lo que llevó a pensar que la pareja podía haber tratado de "aprovechar la oportunidad" para mejorar su reputación personal y la de Francia.
"Sarkozy sólo quería que Cécile hiciera algo útil y tuviera una razón de ser. Es nada más que terapia de pareja", ironizó el diputado del Parlamento Europeo y líder del Partido Verde Daniel Cohn-Bendit.
El comentario, sin duda cínico, deja planteada la duda de si la comunidad internacional no se apuró a felicitarse por la solución exitosa de este caso.
Bulgaria condonó la deuda libia de 54 millones de dólares.
Empresas privadas búlgaras ofrecieron vivienda y dinero a los profesionales liberados.
Las familias de los niños y las niñas libios infectados recibirán indemnizaciones que ascienden a alrededor de un millón de dólares.
Pero todo eso no es suficiente.
"Queremos recuperar la vida que teníamos, pero todavía no sabemos cómo hacerlo", declaró una de las enfermeras en conferencia de prensa.
Mientras, en Libia, las familias de los menores protestan contra la liberación.
Incluso algunos funcionarios libios, contrarios al acuerdo alcanzado por Gaddafi, arguyeron que el perdón otorgado viola otro de transferencia de presos firmado en 1984 entre Bulgaria y Libia.
Más importante aún es que el caso se haya solucionado mediante un acuerdo político, lo que plantea la cuestión de la falta de salvaguardias legales en el ámbito internacional para evitar que vuelva a suceder algo parecido.
"Nos sentimos aliviados de que hayan liberado al médico y a las enfermeras", dijo a IPS Susannah Sirkin, subdirectora de Physicians for Human Rights (Médicos por los Derechos Humanos), con sede en Estados Unidos.
"Pero fue un asunto vergonzoso en el que la vida de los implicados se salvó, literalmente, mediante un rescate de unos 400 millones de dólares", subrayó.
"Se ignoraron por completo pruebas científicas y otras cuestiones en materia de derechos civiles y humanos. No hay nada que proteja a la cooperación médica extranjera de volverse chivo expiatorio y rehén de la firma de un acuerdo a cambio de asistencia", añadió Sirkin.
"Aplaudimos la decisión de las autoridades libias de conmutar la pena de muerte", declaró Malcolm Smart, director del programa de Medio Oriente y África del Norte de la organización de derechos humanos Amnistía Internacional, con sede en Londres.
Pero "ahora se deben realizar las tan necesarias reformas de su sistema penal para asegurarse de que algo así no vuelva a suceder", añadió.
Pero quizás lo más importante que puso sobre la mesa este asunto tiene que ver con la cantidad de personas que se infectan con virus peligrosos como el VIH simplemente porque los centros de atención médica en los países pobres no pueden garantizar condiciones de asepsia mínimas.