Exámenes realizados a 209 mineros artesanales, sus parejas y sus hijos en El Callao, población minera del sureste de Venezuela, mostró que 105 de ellos sufren intoxicación por la inhalación de vapores de mercurio, con descoordinación de movimientos, diarrea, vómitos y dificultades para hablar. Se calcula que aguas, suelos y aire de esa zona reciben anualmente unas 12 toneladas de mercurio, usado para la obtención de oro, y todo el sureste unas 60 toneladas, en las cuencas de los ríos Yuruari y Caroní.
«Peces, plantas y humanos se contaminan. Con la deforestación crece el sedimento en los ríos, pero pese a las evidencias el gobierno abrió a la minería un nuevo territorio, la reserva forestal de la sierra de Imataca, en el extremo oriente, donde actuarán otros miles de mineros con gigantescas cargas de mercurio», dijo a Tierramérica María Eugenia Gil, de la organización ambientalista Aguaclara.