La proyección en China del filme documental «Nanjing», sobre las violaciones masivas perpetradas en esa ciudad china por el ejército imperial de Japón, demostró que los fantasmas del pasado aún influyen en las relaciones bilaterales.
La presentación de la película el fin de semana pasado coincidió con el 70 aniversario de la invasión del ejército imperial a China. Nanjing fue una de las pocas películas de origen extranjero cuya difusión fue permitida en este país.
El filme se centra en un grupo de misioneros y empresarios occidentales que permanecieron en la ciudad durante la masacre y trataron de crear una zona segura para los refugiados chinos. Para su realización se utilizaron periódicos de la época mezclados con imágenes de archivo de 1937 y testimonios escalofriantes de los sobrevivientes.
A pesar de sus credenciales, es probable que el documental exacerbe viejas tensiones nacionalistas entre estos dos países asiáticos. El documental fue codirigido por Dan Sturman y Bill Guttentag, ganador de un premio Óscar de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood, y obtuvo buenas críticas en el festival de Sundance, de Estados Unidos.
Para China, la masacre de Nanjing es una herida abierta. Muchos ciudadanos de este país consideran que los japoneses nunca repararon en forma adecuada las atrocidades cometidas por su ejército imperial.
A pesar de ser conocida como el "holocausto asiático", muchos hechos siguen cubiertos de un manto de oscuridad y no son muy bien comprendidos fuera del continente.
A fines de noviembre de 1937, el ejército imperial japonés lanzó un ataque masivo contra Nanjing, capital de la provincia oriental de Jiangsu. Cuando la ciudad amurallada cayó el 13 de diciembre, los soldados cometieron pillajes, asesinatos y violaciones durante seis semanas.
La ciudad se convirtió en un cementerio colectivo con decenas de miles de hombres acribillados a ametralladoras, utilizados para prácticas de tiro, quemados y enterrados vivos. Además, entre 20.000 y 80.000 niñas y mujeres fueron violadas, mutiladas y asesinadas.
Aun 70 años después, China y Japón no se ponen de acuerdo acerca de la cantidad de personas que murieron durante la masacre.
Según historiadores chinos, habrían muerto bastante más de 300.000.
El tribunal de crímenes de guerra de Tokio determinó que 142.000 civiles murieron a manos de soldados japoneses en Nanjing.
Parlamentarios japoneses desataron un escándalo el mes pasado cuando señalaron que varios documentos demostraban que en realidad fueron 20.000 las personas muertas en Nanjing, y acusaron a China de exagerar la cifra por pura propaganda.
Historiadores occidentales concuerdan en que la masacre tuvo proporciones gigantescas, pero no detallan su cronología ni razones.
En el libro "Enviados del mal: la saga de la Segunda Guerra Mundial", Robert Leckie sintetiza los hechos señalando que "nada que los nazis de la época de Hitler pudieran haber hecho se equipara con las atrocidades de los soldados japoneses al mando del general Iwane Matsui", comandante en jefe del ejército imperial japonés para la región de Shangai-Nanjing.
El documental se basa en el libro "La violación de Nanjing", publicado en 1997 por la escritora chino-estadounidense Iris Chang.
Cunado Chang comenzó a investigar el tema, le llamó la atención el silencio guardado por las víctimas de la masacre.
"Pronto me di cuenta que el guardián de la cortina de silencio era la política", escribió en su libro. Ella atribuyó la negligencia histórica de la masacre a cuestiones políticas suscitadas durante la Guerra Fría.
Tras la revolución comunista china en 1949, ni la República Popular de China ni Taiwán reclamaron reparaciones de guerra a Japón, porque ambos gobiernos competían por su comercio y reconocimiento político.
Mientras, Estados Unidos, temeroso de la amenaza comunista que suponía la Unión Soviética y China continental, trató de formar alianzas con su ex enemigo, Japón.
La masacre, aunque poco mencionada en la historia mundial, también es un tema sensible para Japón. Es que el verdadero comandante de las acciones militares en Nanjing no fue el general Matsui, sino el príncipe Asaka Yasuhiko, tío del emperador Hirohito.
Después de la guerra, la familia imperial fue exonerada de toda responsabilidad por las atrocidades cometidas por su ejército durante la guerra. El príncipe Asaka nunca fue juzgado.
También fue en Nanjing donde nació la idea de "casas de confort", los prostíbulos creados por y para el ejército japonés.
En respuesta a las críticas de las potencias occidentales por las violaciones masivas en Nanjing, el alto mando japonés de la época hizo planes para crear vastas redes de burdeles donde miles de mujeres, esclavas sexuales, recompensarían a los soldados por combatir en el frente de batalla por largos periodos de tiempo.
Historiadores japoneses señalan que se propuso esa idea con la esperanza de que la existencia de prostíbulos oficiales redujera la ocurrencia de violaciones y disminuyera las críticas de la comunidad internacional.
Pero aun ese legado de Nanjing es objeto de controversia entre ambos países.
Tokio se negó a compensar a las mujeres por su sufrimiento, insistiendo en que los burdeles fueron manejados por empresarios privados y no por el gobierno imperial.
En marzo, el primer ministro japonés Shinzo Abe enfureció a Beijing porque sostuvo que no había pruebas de que el ejército japonés hubiera obligado a las mujeres a prostituirse.
China, por su parte, publicó su primera investigación acerca de la esclavitud sexual durante la guerra.
El estudio concluyó que las tropas japonesas obligaron a las mujeres a trabajar como esclavas al menos durante 16 años, mucho más que la duración oficial de la guerra entre ambos países, de 1931 a 1945.
La investigación, realizada por un equipo de abogados chinos, reveló que los soldados japoneses controlaron viviendas, municipalidades y hasta templos para instalar sus prostíbulos.
Estados Unidos se ve cada vez más involucrado en esta historia. El mes pasado, el Congreso legislativo de ese país aprobó una resolución que reclama una disculpa inequívoca de Japón por haber obligado a prostituirse a mujeres asiáticas en burdeles del ejército.
El documental estadounidense Nanjing, producido por Ted Leonsis, ex vicepresidente de la compañía AOL, fomenta este desacuerdo de vecinos.
Será muy difícil encontrar otro acontecimiento histórico que después de 70 años siga desatando tanta controversia, como señaló el director Bill Guttentag antes del estreno del documental en este país.