Elevar las relaciones con África, Brasil y el Mediterráneo es para Portugal la imagen de marca que lo distingue de las demás presidencias semestrales de la Unión Europea (UE), pese a que el mayor desafío que enfrenta el bloque de 27 países, es la aprobación del estancado tratado constitucional.
Portugal desea que el tratado, ahora llamado "reformador", sea finalmente aprobado durante su presidencia que comienza este domingo 1 de julio y que pase a la historia como Tratado de Lisboa, tras el acuerdo alcanzado en Bruselas por los jefes de gobierno de la UE en el Consejo Europeo del 21 y 22 de junio, presidido por Alemania.
Sin embargo, Portugal sobre todo desea coronar con éxito tres iniciativas de política exterior para poner un mayor acento en el Sur del planeta: las cumbres con Brasil, con África y las euro-mediterráneas.
"Si hay un país europeo que histórica y culturalmente debe dar especial importancia a África y a Brasil, ese país se llama Portugal", dijo el miércoles ante el parlamento portugués el primer ministro socialista José Sócrates al presentar a los diputados el programa de la presidencia semestral comunitaria.
En el debate sobre el programa semestral ante el hemiciclo unicameral de São Bento, Sócrates obtuvo el apoyo unánime de los diputados cuando dejó en claro que la relación de la UE con África, la región del mar Mediterráneo y Brasil serán tres asuntos en que Lisboa se va a jugar la ropa.
La relación de la UE con África "debe ser mirada como un todo, incluidos el Magreb (Argelia, Túnez, Marruecos, Libia y Mauritania) así como la región subsahariana", comento a IPS el canciller Luís Amado, si bien admitió que Portugal deberá "ocuparse con ahínco de la participación europea en la solución de conflictos en varias zonas del mundo".
En diciembre del año pasado, Amado inició una campaña de sensibilización, logrando un apoyo inequívoco de los gobernantes del bloque en la cumbre de cierre de la presidencia finlandesa del segundo semestre de 2006, que aprobó una "estrategia común" para esas regiones, que será coronada con una cumbre UE-África, el 9 de diciembre en Lisboa.
Para Amado, se trata de "retomar el diálogo con África, suspendido hace mucho tiempo", desde la cumbre entre los dos continentes, realizada en abril de 2000 en El Cairo, durante la anterior presidencia portuguesa. El segundo encuentro de alto nivel entre europeos y africanos fue fijado para 2003, pero no llegó a realizarse y fue sucesivamente postergado.
En los últimos siete años, las iniciativas de reuniones han ido fracasando una a una debido al diferendo entre la UE y los gobernantes africanos sobre la participación en el segmento de máximo nivel del presidente de Zimbabwe, Robert Mugabe, quien, por pedido de Londres, tiene vedado entrar a territorio comunitario, acusado de "abusos de poder".
La solución encontrada ahora es mantener la condena a Mugabe, pero invitar a todos los líderes africanos, sin excepción, a la cumbre de Lisboa para debatir la cooperación económica, la fluidez del diálogo político, el apoyo europeo al desarrollo y, sobre todo, la inmigración, un tema que ha adquirido vasta dimensión debido a los flujos migratorios africanos hacia Europa.
Los dirigentes de Lisboa, conocedores de una región donde Portugal marcó una presencia colonial de 560 años (1415-1975), sostienen que ante el refuerzo de la presencia de Estados Unidos, China y Brasil en África, sería una ceguera política de la UE no profundizar sus relaciones históricas con los africanos.
Amado garantiza que en nombre de la UE, Portugal se empeñará en fortalecer esas relaciones "con una nueva visión" y como un todo, desde el Magreb hasta el cabo de Buena Esperanza, "una colaboración estratégica que se sobreponga al paradigma de la colonización".
Una preocupación central es el drama humanitario de Darfur, la región occidental de Sudán asolada desde 2003 por un feroz conflicto entre milicias árabes fieles a Jartum y grupos rebeldes negros, que han causado unos 200.000 muertos y 2,5 millones de refugiados.
El primer ministro y el canciller se hacen también portavoces de la clase dirigente portuguesa, oficialista y de oposición, así como de una población que mira con simpatía a sus "hermanos lusófonos" del otro lado del Atlántico, que quieren ver a Brasil más próximo de la UE.
Sócrates citó a sus pares europeos el 4 de julio en Lisboa, para realizar una reunión destinada a diseñar los términos de una "asociación estratégica" entre la UE y el más vasto país de América Latina, con la presencia confirmada del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva.
Portugal propone que Brasil se convierta en el octavo "asociado estratégico" de la UE, un estatuto que ya tienen Canadá, China, Estados Unidos, India, Japón, Rusia y Sudáfrica, con los cuales el bloque comunitario ha institucionalizado un diálogo político mediante reuniones al más alto nivel.
En la cumbre con Brasil, la UE será representada por Sócrates, el presidente de la Comisión Europea (ejecutivo comunitario), José Manuel Durão Barroso, y por Javier Solana, alto representante para la Política Exterior, pero los 27 líderes europeos fueron también convidados a participar en la cena de honor a Lula.
Ambas iniciativas cuentan con el aval de Durão Barroso, quien en una entrevista el jueves a la agencia de noticias portuguesa Lusa, apoyó las acciones que Lisboa va a emprender para reforzar las relaciones con África y Brasil como asuntos prioritarios de su presidencia del bloque.
"Pienso que esas prioridades reflejan mucho de aquello que es la vocación de Portugal", dijo el presidente de la Comisión y precisó que los efectos de esos objetivos "ya se pueden sentir" incluso antes de que Sócrates asuma la presidencia rotativa de la UE.
Sin embargo, la dedicación a África y Brasil no podrá ser a tiempo completo.
Portugal también deberá colocar un fuerte acento en otros asuntos, como Medio Oriente, la meridional provincia autónoma serbia de Kosovo, Darfur, Afganistán e Irán, "crisis en las que la UE no puede seguir actuando en un plano meramente subordinado a Estados Unidos", comentó a IPS el analista en asuntos internacionales Augusto Videla.
En términos internos de Europa, "la situación más preocupante es la del Kosovo, donde se pretende imponer una independencia a la cual se opone Serbia, país al que pertenece como provincia autónoma, y cuenta con el apoyo de Rusia", añadió.
"Si Kosovo declara la independencia unilateral y es apoyada por la UE, la situación será explosiva no sólo en la región de los Balcanes, sino que podría convertirse en un peligroso ejemplo para España, dando razón a los vascos cuando sostienen que la comunidad internacional tiene dos pesos y dos medidas para los conflictos" separatistas, concluyó.