METAS DEL MILENIO: Agallas para decir «no»

Hace cinco años, el entonces secretario general de la ONU, Kofi Annan, designó a Eveline Herfkens al frente del organismo que moviliza el apoyo para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo para el Milenio.

Sabina Zaccaro Crédito: Eveline Herfkens
Sabina Zaccaro Crédito: Eveline Herfkens
Herfkens, ex ministra holandesa de Desarrollo Internacional y directora ejecutiva en el Banco Mundial, pasó a desempeñarse como coordinadora ejecutiva de la Campaña del Milenio.

Fue entrevistada por IPS en Roma, donde participa este viernes y el sábado en la Conferencia Internacional de Evaluación de Mitad de Periodo de los Gobiernos Locales a propósito de los Objetivos de Desarrollo de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) para el Milenio.

Entre esos objetivos, establecidos en septiembre de 2000, figuran reducir a la mitad respecto de 1990 la proporción de personas que padecen indigencia y hambre, lograr la educación primaria universal, promover la igualdad de género, reducir dos tercios la mortalidad infantil y tres cuartos la materna.

Y también, combatir la expansión del sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), la malaria y otras enfermedades, asegurar la sustentabilidad ambiental y crear una sociedad global para el desarrollo entre el Norte y el Sur, todo para 2015.
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IPS: ¿Qué diagnóstico hace usted del avance alcanzado hasta ahora para llegar a la fecha límite de 2015 en el cumplimiento de los Objetivos?

EVELINE HERFKENS: Se avanzó mucho, pero demasiado lenta y desigualmente. Algunas regiones lo hacen muy bien. Otras se están rezagando. La región más preocupante es la más pobre: África subsahariana.

Pero incluso en África subsahariana se ve que algunos de los países más pobres están en camino a lograr algunos de los Objetivos. Mozambique cumplirá el de la pobreza y el de la mortalidad infantil. Hay por lo menos 12 países que van rumbo a lograr el de la educación.

Los países que tienen las prioridades correctas, que combaten la corrupción, mejoran los sistemas de salud y educación, están en camino. Y son esos los países que también se benefician del cumplimiento de las promesas por parte de algunos donantes.

En general, los países exitosos son los que obtienen un generoso alivio de su deuda. Como Tanzania, donde un millón extra de niños va a la escuela porque no tienen que devolvernos esa asistencia y pueden incluir ese dinero en el presupuesto educativo.

Esos países se benefician de una asistencia generosa, pero, lo que es más importante, esa ayuda los capacita para asumir responsabilidades.

Por lo tanto, lo que se necesita no son proyectos pequeños y fragmentados, sino donantes que trabajen juntos para respaldar mejores políticas por parte del receptor. Si se puede hacer en los países más pobres, los Objetivos todavía son alcanzables. Pero todos tienen que cumplir sus promesas.

—¿Por qué razones África subsahariana, y especialmente África austral, quedan rezagadas? Muchos de los Objetivos todavía quedarán sin cumplir.

— Uno puede retrotraerse varios siglos en busca de las razones, pero me concentraré en las últimas décadas. En África subsahariana no siempre hubo una gobernanza perfecta. En el ámbito internacional, las leyes de comercio no fueron particularmente beneficiosas para los países africanos, que son víctimas de las políticas de subsidios agrícolas (de los países ricos).

Entonces, el modo en que la asistencia fue distribuida en el pasado no resultó muy útil para mejorar la responsabilidad de los gobiernos ante su propio pueblo. En África hay demasiado pocos gobiernos que se hicieron responsables por sí mismos, por su futuro.

La manera en que operaron los donantes debilitó cualquier responsabilidad. Los países africanos se fijaron más en lo que querían sus donantes que en lo que quería su propio pueblo.

Así que debemos cambiar mucho. Pero yo soy positiva, porque vemos cada vez más países cuyos gobiernos asumen responsabilidades, y los donantes mejoran su actitud. Lo que no está bien es el asunto del comercio.

—Al mismo tiempo, se percibe un patrón de compromisos no cumplidos, como los asumidos por la cumbre del Grupo de los Ocho (G-8) países más poderosos celebrada en 2005 en Gleneagles, Escocia. Parece faltar voluntad política para nivelar el campo de juego entre el Norte y el Sur.

—Eso tiene que ver, en parte, con la ignorancia. Es muy difícil esperar que políticos en Japón, Estados Unidos o Canadá realmente hagan algo sobre estos temas si sus propios electorados no ven estas conexiones.

Como no me gusta hablar sobre promedios en África subsahariana, tampoco me gusta hablar sobre promedios en el G-8. Porque, seamos honestos, los franceses, los británicos y los alemanes mantuvieron sus compromisos en materia de volúmenes de asistencia.

En el G-8, Rusia no es un actor en toda el área del desarrollo, así que en realidad estamos hablando de Italia, Japón, Canadá y Estados Unidos.

Pero incluso en Estados Unidos se más que duplicó la asistencia para África. Por supuesto, procedió de un nivel muy bajo, pero las cosas se están moviendo. El presidente George W. Bush hizo concesiones y ofertas, y el Congreso legislativo estadounidense se volvió más generoso.

Aquí, en Italia, todavía vemos poco, pero hay un problema de deuda. No obstante, hay una campaña en la agenda de asistencia, con cosas como desvincularla de condiciones de los donantes, que no cuestan dinero pero también son importantes.

—Muchos dirían que lo que realmente está en el centro del problema de África subsahariana es que las agendas nacionales fueron impuestas por extranjeros, y es por eso que no son capaces de alcanzar las Metas del Milenio.

—En esta historia hay algunos matices. Algunos gobiernos africanos culpan al mundo exterior por asuntos de los que ellos mismos son responsables. Segundo, coincido en que hay demasiado pocos gobiernos africanos que hayan tenido las agallas de decirles "no" a sus donantes si esos condicionamientos eran útiles.

Fue un logro tremendo cuando, hace cinco años, Tanzania les dijo a los donantes: "Escuchen, muchachos, nos están volviendo locos con todas sus misiones y sus informes separados. Tendremos tres meses sin misiones; ustedes no son bienvenidos. Realmente tenemos que concentrarnos en administrar nuestro propio presupuesto y hacer las cosas como se debe."

En parte hubo falta de franqueza del lado africano, diciendo "no" a condicionamientos que no son útiles.

El punto que usted plantea fue señalado demasiado a menudo por gobiernos africanos que no tienen tanta credibilidad en sí mismos, diciendo eso porque ellos hicieron muy poco por los pobres. No todas las políticas impuestas apestan.

Si un donante dice "Yo realmente quiero que ustedes elaboren su estrategia de reducción de la pobreza o plan de Metas del Milenio junto con la sociedad civil y el parlamento", eso es básicamente una buena idea. Pero no debería ser impuesta.

Estos gobiernos deberían haberlo hecho por sí mismos. Algunos de los asuntos que plantean los donantes no son un sinsentido total.

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