GRUPO DE LOS OCHO: México entre socios incómodos

El gobierno de México dice sentirse cómodo en el club de los países a los que las potencias identifican como «emergentes». Pero sostiene diferencias marcadas y hasta conflictos con Brasil y China, dos de sus compañeros en el Grupo de los Cinco (G-5).

El presidente mexicano Felipe Calderón, junto a sus pares de Brasil, China, India y Sudáfrica, fue invitado a participar en la Cumbre del Grupo de los Ocho (G-8) países más poderosos del mundo (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia), que se celebrará desde este miércoles en la ciudad alemana de Heiligendamm.

La agenda de la reunión del G-8 incluye medidas concretas para combatir la pobreza en África, reducir la contaminación vinculada al cambio climático y abatir el desequilibrio del comercio mundial.

Calderón viaja con algunas propuestas generales sobre combate a la pobreza y a la contaminación, así como de apoyo a la democracia y a favor de la reactivación de la Ronda de Doha sobre liberalización del comercio internacional, que permanece en estado comatoso.

Pero lo que más buscará el mexicano será estrechar vínculos con los países ricos para atraer inversiones y comercio y atenuar los golpes comerciales que propinan a su país China y Brasil en los mercados globales, señaló a IPS Diego Ventura, investigador de asuntos internacionales de la Universidad Nacional Autónoma de México.
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No obstante, la presencia de México y de los demás países emergentes será poco relevante en la cumbre del G-8, frente a las presumibles divergencias entre Estados Unidos y Europa respecto del cambio climático y a las amenazas y molestias de Moscú contra Washington por el emplazamiento de escudos antimisiles en Polonia y la República Checa.

México y Brasil ya expresaron diferencias ante la propuesta del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, de que su país y otra docena de naciones adopten plazos para reducir sus emisiones de gases de efectos invernadero, considerados responsables del cambio climático.

El secretario (ministro) de Medio Ambiente de México, Rafael Elvira, saludó y apoyó la iniciativa, mientras el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, advirtió que, en lugar de nuevas propuestas, Washington debería ratificar y cumplir el Protocolo de Kyoto que establece reducciones obligatorias para todos los países industriales miembros.

Brasil y México sostienen una larga y soterrada disputa por el elusivo liderazgo político de América Latina, que se expresa, por ejemplo, en el interés de ambos de ocupar un lugar permanente en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas.

Esa es la opinión del investigador de relaciones internacionales Rafael Fernández de Castro, del Instituto Tecnológico Autónomo de México.

Otro asunto es la disputa de mercados. Aunque México tiene un acuerdo de asociación con la Unión Europea (UE) desde 2000, Brasil, que lleva una década negociando sin éxito a través del Mercosur un marco similar, se consolidó como uno de los principales socios comerciales de los europeos en América Latina.

"Brasil ha proyectado hacia el exterior esa potencia económica y demográfica que tiene, mientras México no ha tenido esa proyección que merece", señaló al diario mexicano Reforma, Nicolás Pascual de la Parte, jefe de gabinete del alto representante de la UE para la Política Exterior y de Seguridad, Javier Solana.

Las dos naciones tienen intereses diversos y "cada uno defiende los suyos", admitió el presidente brasileño en una visita a México en 2003.

Un funcionario de la cancillería mexicana que no quiso dar su nombre dijo a IPS que las diferencias "normales" con los miembros del G-5 no incomodan al gobierno de Calderón. "Nos sentimos identificados en ese grupo", apuntó.

Ante China, la situación es más tensa.

En 2002, la nación asiática arrebató a México el puesto de segundo proveedor más importante de Estados Unidos, que había ocupado en parte gracias al Tratado de Libre Comercio de América del Norte, vigente desde 1994 y al que también pertenece Canadá.

Además, productos chinos de bajo precio, tanto importados como contrabandeados, inundaron en los últimos años el mercado mexicano ya abastecido de bienes similares de producción nacional, lo que llevó a la pérdida de miles de puestos de trabajo y elevó la queja constante de los empresarios.

Mientras otros países latinoamericanos, como Argentina, Brasil, Chile y Perú, se benefician de las crecientes ventas de productos básicos a China —ávida de minerales, hidrocarburos y alimentos—, México se lamenta.

Este país exporta muy poco a China y compite con ella en rubros similares como manufacturas, textiles y electrodomésticos.

Calderón intentará en la cita del G-8 algunos pasos para enderezar sus vínculos con China y Brasil, pero su principal cometido será atraer inversiones y comercio de las naciones ricas, enfatizó el experto Ventura.

La economía mexicana es una de las 15 mayores del mundo por la magnitud de su producto interno bruto. Pero, como Brasil, está muy lejos de alcanzar el grado de desarrollo de los miembros del G-8, según estudios del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.

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