La sequía y los huracanes figuran entre las mayores adversidades que enfrenta el campesinado cubano, que reduce el impacto con medidas preventivas, tecnologías o el cultivo de variedades que requieran menos agua. «La siembra de plátano entre julio y agosto ayuda a que los ciclones tropicales, más frecuentes entre septiembre y octubre, hagan menos daño, porque las plantas están aún chiquitas. En junio del año próximo ya puedo tener mi cosecha», dijo a Tierramérica Julio Torres, campesino de las afueras de la central ciudad de Santa Clara.
Torres se protege también de los incendios, más frecuentes en esta época en que casi no llueve. Para ello «siempre hago una trocha cortafuegos (camino abierto en la maleza) con el tractor», explicó. Esta y otras medidas contra siniestros en zonas rurales se implementaron el 28 de febrero en todas las provincias cubanas