El primer cosmonauta brasileño, Marcos Pontes, regresó tras una semana en la Estación Espacial Internacional devenido héroe nacional y despertó una nueva vocación en estudiantes de la escuela de Sao José dos Campos, que participaron en dos de los ocho experimentos realizados. Anna Elisa Barcelos, de 13 años, pensaba estudiar periodismo. Ahora se siente atraída también por la astronomía. Diego Ferreira, de 14, no duda que quiere ser astronauta.
El entusiasmo y la movilización de los niños «sobrepasaron nuestras expectativas», resumió a Tierramérica Elisa Saeta, coordinadora de la experiencia.
Cuatro escuelas sembraron frijoles, comprobando que en la Tierra las raíces son atraídas hacia abajo, mientras que en el espacio se dispersan.
También separaron los distintos pigmentos de la clorofila, sustancia de las plantas verdes que permite transformar energía lumínica en energía química, prácticamente en ausencia de gravedad.