TRABAJO-AMÉRICA LATINA: Centrales sindicales, uníos

Los sindicalistas de raíz cristiana de América Latina y el Caribe impulsarán la unidad de las centrales obreras del continente, aunque seguirán actuando como corriente de opinión regional, según lo resuelto en el seminario realizado en las afueras de la capital venezolana.

"Es un desafío irreversible. En las Américas hay unos 400 millones de trabajadores, sobre los que ha avanzado la globalización capitalista, y para resistirla los sindicalizados somos menos de 30 millones", advirtió ante IPS el colombiano Julio Roberto Gómez, presidente de la Central Latinoamericana de Trabajadores (CLAT).

Esta central supranacional, fundada en 1954 por trabajadores cristianos y cuya sede principal está en Caracas, deberá fusionarse con la mayoritaria Organización Regional Interamericana de Trabajadores (ORIT), como hicieron en 2006 sus matrices, respectivamente la Confederación Mundial del Trabajo y la Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL).

La CLAT cuenta 3,1 millones de afiliados a través de 44 organizaciones nacionales y varias sectoriales, que representan a unos 23 millones de trabajadores. La ORIT, con 33 centrales nacionales, reivindica 45 millones de adherentes.

La unidad "se impone ante tasas ridículas de sindicalización, mientras avanza la tercerización (contratación de terceros para evadir convenciones de trabajo y cargas sociales), retrocede la contratación colectiva y del derecho de huelga ni hablemos, parece un producto exótico en América Latina", señaló Gómez.

Líder de la Confederación General del Trabajo de Colombia, Gómez además observa "un posicionamiento peligroso de las organizaciones no gubernamentales en la región, que incursionan en el tema laboral para alegría del capital, porque éstas no hacen huelgas ni crean conflictos en los centros de trabajo".

El seminario de esta semana de la CLAT decidió ir a la unidad, pero "no como un fin sino como un medio para recuperar la esencia de los derechos y reivindicaciones de la clase trabajadora, responder a los nuevos desafíos y construir poder social y político", según las conclusiones leídas al término del cónclave.

La unidad de organizaciones de trabajadores "es una respuesta que dan las centrales a la declinación registrada por el movimiento sindical en todo el mundo", comentó a IPS el jurista y asesor laboral venezolano Francisco Iturraspe. "En las regiones del Sur se reproduce ahora el exitoso ensayo de la Confederación Europea de Sindicatos", apuntó.

En Estados Unidos, recordó Iturraspe, la tasa de sindicalización ha descendido hasta un punto porcentual cada año y actualmente es de apenas 14 por ciento de los trabajadores, "y en América Latina y el Caribe el debilitamiento ha sido evidente, con la posible excepción de Brasil, donde sin embargo están divididos en varias centrales".

La CLAT no teme ser un pez chico comido por el grande, como es la ORIT, en este camino a la unidad "aunque a estos procesos nadie va de manera ingenua, por lo que mantendremos nuestro perfil y consignas latinoamericanistas", dijo Gómez.

El seminario aprobó enfrentar la globalización capitalista neoliberal, reclamar la condonación de la deuda externa de los países pobres, impulsar la creación de la Comunidad Latinoamericana de Naciones y defender la independencia del movimiento sindical frente a gobiernos, partidos, empleadores, iglesias y centros de poder internacional.

"Vamos a proponer que la nueva confederación sindical de las Américas trabaje con cuatro subregiones, Norteamérica (Canadá y Estados Unidos), México y Centroamérica, Sudamérica y Caribe, y que la dirección de 33 miembros tenga ocho sudamericanos, siete norteamericanos, seis centroamericanos, cinco caribeños y un ejecutivo de siete dirigentes", explicó a IPS Jaime Manzo, del sindicato de maestros venezolano y miembro del secretariado de la CLAT.

La CLAT resolvió sostener, dentro de lo que será su corriente de opinión en la nueva central, dos entidades con las que ha desarrollado su labor, comenzando por la Universidad de los Trabajadores que funciona desde hace 30 años cerca de Caracas.

"Siempre hemos insistido en la formación de nuestros cuadros, tanto política e ideológica como de gestión y contratación, mientras que la ORIT ha hecho más énfasis en la capacitación. Por eso conservaremos la Universidad", dijo Manzo.

Otra entidad que preservarán es el Instituto Latinoamericano de Cooperación y Desarrollo, con el cual canalizan la cooperación internacional que reciben.

La fusión de las centrales está prevista para noviembre, con un congreso unitario a realizarse en Panamá, donde debería estar la sede de la nueva confederación según algunos líderes de la CLAT, aunque los poderosos sindicatos brasileños la reclaman.

"Para algunos, la unidad no es sólo mandato de un siglo de luchas sino culminación de un proceso de trabajo conjunto desde nuestras organizaciones de base", comentó a IPS Roberto Mejía, presidente de la Federación Latinoamericana de Periodistas (Felatrap, uno de los brazos de la CLAT) y cuya Asociación Nacional de Periodistas del Perú también ha sido adherente de la Federación Internacional de Periodistas, filial de la CIOSL.

En cambio, para otros, ni siquiera la fusión de centrales garantizará una cobertura internacional, "como es el caso de la Central Obrera Boliviana (COB), que hace años rompió con la ORIT y tampoco adhiere a la CLAT o la FSM", dijo a IPS Luis Antezana, quien dirige la corriente Crisol dentro de la COB. La FSM (Federación Sindical Mundial), fundada por comunistas en 1945 y que agrupó a sindicatos de esa tendencia durante décadas, se ha marginado del proceso unitario que motorizan la CMT y la CIOSL.

"Hemos aceptado que ni somos tan buenos como creíamos ni los otros son tan malos como pensábamos", subrayó Gómez al pedir que todos los sindicatos del hemisferio "hagamos un esfuerzo para llegar a la unidad en las mejores condiciones".

"O nos recreamos en una nueva organización unitaria o nos morimos", apuntó.

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