LÍBANO: Violencia expone polarización regional

La violencia en el campamento de refugiados palestinos de Nahr al-Bader, en Líbano, que dejó 55 muertos en los últimos dos días, hace centrar la atención en un grupo islamista relativamente desconocido y misterioso: Fatah al-Islam.

Dos ataques con explosivos en Beirut, uno en la noche del domingo y otro a última hora del lunes, también mataron a una persona e hirieron a por lo menos 20. La violencia se desató luego del arresto, por parte de funcionarios libaneses, de un grupo que robó un banco el domingo temprano.

Esa confrontación se convirtió en una batalla entre el ejército libanés e insurgentes de Fatah al-Islam dentro y fuera del campamento, que alberga a más de 30.000 palestinos.

El ejército libanés desató una lluvia de artillería sobre el campamento. Los enfrentamientos continuaron este martes. Funcionarios palestinos informaron que nueve civiles habían muerto.

Mientras la lucha continúa, crece el interés por saber más sobre la organización, que surgió en el campamento de refugiados ubicado al norte de la septentrional ciudad portuaria libanesa de Trípoli en noviembre de 2006.
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Con unos 300 combatientes liderados por Shakir al-Abssi, el objetivo declarado del grupo es que el campamento de refugiados sea regido por la ley islámica antes de confrontar a Israel.

Abssi tiene una historia de militancia. Este refugiado palestino piloteó aviones para la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y fue condenado en ausencia, junto con Abu Musab al-Zarqawi, ex líder de la red terrorista Al Qaeda en la Mesopotamia, por el asesinato en 2002 en Jordania del diplomático estadounidense Laurence Foley.

Aunque el grupo no parece estar oficialmente vinculado con Al Qaeda, Abssi declaró simpatizar con la jihad (guerra santa islámica) e inspirarse en el saudita Osama bin Laden.

Fatah al-Islam es un grupo escindido de la organización palestina Fatah al-Intifada, respaldada por Siria. El gobierno libanés acusó a Damasco de usar a ese grupo para fomentar la violencia, particularmente en vísperas del establecimiento, por parte del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), de un tribunal internacional para juzgar a sospechosos implicados en el asesinato del ex primer ministro libanés Rafik Hariri, en febrero de 2005.

Sin embargo, la naturaleza de sus vínculos con Damasco, si es que los hay, sigue siendo una incógnita.

El gobierno sirio negó enfáticamente toda conexión, pero "si uno cree en modelos y conspiraciones, entonces puede preguntarse por qué los sirios apoyarían a grupos que se oponen al (actual) liderazgo antisirio en Líbano", señaló Michael Hudson, experto en temas de Líbano en el Centro para los Estudios Árabes Contemporáneos de la Universidad de Georgetown.

"La genealogía (de Fatah al-Islam) parece datar de las guerras de comienzos de los años 80, cuando Siria intentaba establecer alternativas para contrarrestar" a la egipcia Hermandad Musulmana, dijo a IPS.

Sin embargo, varios expertos —Hudson incluido—coincidieron en que no existe evidencia directa de vínculos con Damasco.

Líderes políticos libaneses buscaron el apoyo de los sunitas del norte durante muchos años, señaló en su blog "Sic Semper Tyrannis" el coronel retirado Pat Lang, ex analista sobre Medio Oriente para la Agencia de Inteligencia de Defensa del Pentágono.

"¿Acaso pensaban que los palestinos sunitas en los campamentos no oirían el mismo mensaje?", agregó, expresando dudas en cuanto a que Damasco apoyara a los extremistas sunitas.

El periodista estadounidense de investigación Seymour Hersh informó a comienzos de este año en la revista The New Yorker que Fatah al-Islam y otras organizaciones islamistas radicales en Líbano recibían apoyo de fuerzas pro-gobierno, incluyendo al hijo de Hariri, Saad, presumiblemente para contrarrestar al movimiento chiita Hezbolá, respaldado por Siria, que viene en ascenso desde su desempeño en la guerra de julio-agosto de 2006 con Israel.

Las mismas organizaciones también se beneficiaron de contribuciones de acaudalados donantes sunitas de Arabia Saudita y el Golfo Pérsico o Arábigo.

Aunque pequeño, Fatah al-Islam está bien armado y, según el periodista de The London Times Nicholas Blanford, parece tener una red internacional.

Uno de los combatientes muertos el domingo era parte de un complot terrorista en Alemania. Los medios libaneses manejaron como probable que muchos de los combatientes no sean palestinos y procedan de otros países como Líbano y Arabia Saudita.

La organización también parece tener acceso a medios de comunicación. Según Hudson, el canal panárabe Al Jazeera informó que el grupo había amenazado con expandir sus ataques más allá de Trípoli si el ejército continuaba con su ataque contra el campamento. Horas más tarde, la segunda bomba en dos días explotó en el centro de Beirut.

El campamento de refugiados donde Abssi basó a su organización es uno de los 12 en Líbano que albergan a más de 200.000 refugiados palestinos.

La mayoría de los residentes de Nahr al-Bared son palestinos que fueron expulsados de la Galilea cuando se creó el Estado de Israel, en 1948, y sus descendientes. Viven en condiciones que "son las peores de prácticamente cualquier población de refugiados", sin derechos políticos y poco acceso a puestos laborales, vivienda o educación, según Samar Assad, director ejecutivo del Centro Palestina en Washington.

"Ellos no tienen ninguna perspectiva. Y las personas que no tienen perspectivas son peligrosas", escribió Lang en referencia a los palestinos en campamentos de Líbano.

"Así que son susceptibles al mensaje de los guerrilleros islámicos tafkiri ("infieles") e influyen en el cambio de los vientos de Internet y en las mentes de los combatientes que regresaron de Iraq. No es sorprendente que algunos de ellos hayan aceptado el llamado a sacar de Líbano la extranjera influencia kafir (también, "infiel"). El llamado a dar rienda suelta a su furia contra un sistema político que no les ofrece nada", agregó.

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