A juzgar por el desinterés del público y la prensa de Israel hacia las elecciones internas del centroizquierdista Partido Laborista, que se celebrarán este lunes, pocos creen que el resultado vaya a tener gran impacto en el futuro político de este país.
Y eso se debe a que las encuestas ubican al centroderechista partido Likud y a su líder, el conservador ex primer ministro Benjamin Netanyahu, en una posición muy ventajosa respecto de su tradicional rival en eventuales elecciones generales.
Pero el escaso espacio dedicado a la puja laborista no significa que no haya mucho en juego en la competencia de este lunes.
Si el acosado primer ministro Ehud Olmert cae tras la publicación del informe final de una comisión oficial sobre su manejo, de la guerra en Líbano el año pasado, habrá elecciones generales.
Y, considerando las vicisitudes de la política israelí —hubo al menos cinco elecciones en los últimos 10 años—, sería tonto descartar la posibilidad de que el ganador de los comicios laboristas no aspire luego a la jefatura de gobierno.
Antes de apuntar hacia el despacho del primer ministro, sin embargo, los dos competidores laboristas, Ami Ayalon y Ehud Barak, deben concentrarse en obtener ahora 40 por ciento de los votos del partido. En caso de que ninguno lo obtenga, se celebrará una segunda vuelta a mediados de junio.
Las encuestadoras no han sido exitosas en el pronóstico de elecciones internas de partidos israelíes. Pero, si esta vez aciertan, Ayalon tiene una clara pero pequeña ventaja sobre Barak.
Dos sondeos publicados este viernes asignaron a Ayalon una ventaja de cuatro puntos porcentuales sobre el ex primer ministro. Esa ventaja se ubica dentro del margen de error estadístico.
De cualquier manera, el favorito contaría, en caso de una segunda vuelta, con una ventaja de 10 puntos sobre Barak, según las encuestas.
Ambos candidatos son ex generales. Barak fue jefe del Estado Mayor Conjunto en los años 90 y Ayalon, comandante de la Marina de guerra, pero la estrategia de campaña de ambos candidatos consistió en remarcar las diferencias.
Ayalon se concentró en capitalizar su elevada popularidad entre el electorado en general, mayor que la que disfruta en la grey laborista, lo cual implica mayores posibilidades para el partido en caso de comicios generales.
Barak —cuyo periodo al frente del gobierno concluyó con el estallido de la segunda intifada (levantamiento popular palestino contra la ocupación israelí) en septiembre de 2000— desarrolló una campaña discreta, dedicada a reuniones con afiliados al laborismo y periodistas.
En esas ocasiones, Barak consideró que es el único líder laborista con experiencia como para lidiar con los complejos desafíos políticos y estratégicos de este país.
Es que la experiencia es la carta más fuerte de este veterano dirigente. Al concluir su periodo al frente del gobierno, se desempeñó como ministro de Relaciones Exteriores, de Defensa y del Interior, antes de convertirse en primer ministro en 1999.
Su talón de Aquiles fue el ignominioso fin de su periodo al frente del gobierno: los israelíes le dieron la espalda pocas semanas después de que Barak fracasara en el intento de alcanzar un acuerdo con el líder palestino Yasser Arafat.
Cuando regresó a la arena política a comienzos de este año, cuando anunció que competiría por el liderazgo laborista, Barak admitió haber "cometido errores". Pretendía así romper su imagen de arrogancia y de resistencia a admitir el consejo ajeno.
Ahora, declara que su regreso a la actividad pública es "una tarea compartida, no una misión solitaria".
Ayalon, en cambio, nunca encabezó un ministerio. Su falta de experiencia es una de sus grandes debilidades. Pero es una cara nueva, y tiene una imagen de seriedad y un estilo nuevo y límpido que afina con el coro de los votantes laboristas.
Su principal misión pública fue la rehabilitación del servicio de inteligencia interna Shin Bet tras el asesinato del primer ministro Isaac Rabin en 1995. Y es percibido como más pacifista que Barak.
En 2003, Ayalon se unió al palestino Sari Nusseibeh, un profesor universitario de tendencia moderada, y logró la adhesión de cientos de personalidades israelíes y palestinas para un plan de paz extraoficial al que se denominó "La voz del pueblo".
El programa consistía en la creación de un estado palestino en Cisjordania y Gaza sin reconocer a los refugiados palestinos el derecho a retornar a su patria.
Pero Ayalon y Barak no tienen posiciones muy alejadas en relación con la cuestión palestina.
En su diálogo con Arafat, Barak se pronunció en favor de la constitución de un estado palestino en Cisjordania y Gaza y llegó, incluso, a sugerir una transacción sobre un asunto tabú para la política israelí: el estatuto de Jerusalén.
El tono de la campaña en curso ha sido determinado, en buena medida, por la publicación este mes de un informe provisorio sobre el manejo de la guerra de Líbano por parte del gobierno.
El estudio oficial no escatima críticas a Olmert, a quien acusa de "grave falla" por su decisión de lanzar una campaña militar contra el chiita y prosirio Partido de Dios libanés (Hezbolá).
Los reiterados llamados a la renuncia del primer ministro, procedentes de todo el espectro político, obligaron a Ayalon y a Barak a establecer sus posiciones al respecto. Ayalon fue el primero: si gana las elecciones del lunes, dijo, retirará al laborismo del gobierno si Olmert se niega a renunciar.
Barak, tal vez más a tono con el núcleo duro del partido, anunció que presionaría por la convocatoria a elecciones anticipadas si el primer ministro no renuncia, y se ofreció como ministro de Defensa del gobierno interino encabezado por Olmert hasta que se fije la fecha de elecciones nacionales.
Es que los laboristas quieren a Olmert fuera de la jefatura del gobierno, pero es aun mayor su aspiración a que su partido tenga espacio en el gabinete.
Con las encuestas marcando una ventaja del Likud y de su líder Benjamin Netanyahu en eventuales elecciones, los laboristas temen que la convocatoria a las urnas los entierre en la oposición.
El destino de Ayalon y de Barak será determinado por la suerte de los otros tres candidatos: el presidente del partido y ministro de Defensa, Amir Peretz, y los legisladores Ophir Pines-Paz y Danny Yatom.
La imagen de Peretz fue dañada irreversiblemente por la guerra en Líbano y cuenta hoy, según las encuestas, con la adhesión de entre 15 y 20 por ciento de los votantes del partido.
Pines-Paz fue el elegido por ocho por ciento de los laboristas encuestados y Yatom, por dos por ciento. Si estos dos candidatos deciden retirarse de la puja antes del lunes, Barak tendrá posibilidades de ganar en la primera ronda de las elecciones internas y evitar una segunda vuelta, que sería favorable a Ayalon. (FIN/IPS/traen-mj/ph/ld/mm ip pi/07)