Nunca antes adquirió tal vigencia en Portugal el refrán popular «para que vean los ingleses» (para o inglês ver) en referencia a algo que se hace sólo para guardar las apariencias y minimizar las críticas.
Las investigaciones sobre la desaparición de la niña británica Madeleine McCann el 3 de este mes en la región sureña portuguesa de Algarbe no dan resultado, pese al despliegue policial sin precedentes en un país donde los secuestros infantiles no merecen la misma atención.
El adagio, como anillo al dedo en este caso, nació en Brasil en 1831, cuando por presiones británicas se aprobó una ley que prohibía el comercio humano, castigando severamente a los traficantes. Pero la esclavitud continuó en Brasil y en las posesiones portuguesas de África, lo que originó la idea de aprobar una ley sólo en el papel, "para o inglês ver".
Desde que McCann, de cuatro años, desapareció del complejo turístico Ocean Club de Praia da Luz, comarca de Lagos, mientras sus padres cenaban en un restaurante ubicado a 50 metros, el embajador británico se hizo presente y la Policía Judicial (PJ), apoyada por las demás fuerzas de orden, desplegó una operación jamás vista en Portugal.
En las últimas dos semanas, la pacata Praia da Luz es recorrida incesantemente por policías con perros y batallones de periodistas británicos y portugueses que han montado antenas parabólicas para la transmisión día y noche.
El único indagado es Robert Murat, un ciudadano británico residente en Praia da Luz, al que se le fijó residencia y presentación periódicas a las autoridades. También fue interrogado, pero en calidad de testigo, el ingeniero informático ruso Sergei Malinka, debido a sus relaciones profesionales con Murat.
La casa del británico, a pocos metros de Ocean Club, fue registrada por la policía, pero él no fue detenido pues no se hallaron pruebas de que McCann estuvo en su poder, si bien aún se analizan objetos hallados en la vivienda.
El resto de la información divulgada se ubica por ahora en el campo de la especulación periodística.
La polémica alcanzó a toda la sociedad, analistas, psicólogos, médicos y criminalistas, y la siempre presente "voz del pueblo" que se ha hecho oír en programas radiales y televisivos y blogs (bitácoras) de internet.
Lo común es el lamento generalizado por lo ocurrido, sin dejar de marcar la diferencia notoria entre la nacionalidad británica y el estatuto económico y social de Madeleine respecto de niños portugueses y de otros países igualmente desparecidos.
Esta es la opinión de Ana Filgueiras, fundadora en los años 70 del no gubernamental Centro Brasileño de Defensa de los Derechos de la Infancia y de los Adolescentes (CBDDC, por su nombre en portugués) que denunció las ejecuciones sumarias de niños indigentes cometidas por la policía militar de Río de Janeiro.
La activista luso-brasileña dijo a IPS que "el despliegue de recursos para encontrar a la niña desaparecida es de elogiar, pero es lamentable que lo mismo no se aplique a los más pobres, porque en Portugal nunca se vio una movilización de este calibre".
"En todo el mundo, especialmente en África, América Latina y Asia, el secuestro infantil es algo casi cotidiano, pero con poca cabida en medios de comunicación, más interesados en la divulgación de todas las peripecias de la desaparición de una niña británica, aunque estadísticamente sea irrelevante", dijo Filgueiras.
Según cifras del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia divulgadas en 2006, son "traficados" por año 1,2 millones de niñas y niños en todo el mundo, incluyendo los menores reclutados como soldados en África. En Portugal, SOS-Infancia, del Instituto de Apoyo a la Infancia, abrió el año pasado 31 nuevos procesos de menores desaparecidos, 19 niñas y 12 varones.
Filgueiras apunta que cuando desaparecen menores portugueses "no hay ningún canal de televisión que divulgue fotografías de las víctimas", pero en el caso de Madeleine "asistimos a una telenovela concebida para aumentar al máximo las audiencias, jugando con los sentimientos de la gente".
"Si Madeleine fuese hija de africanos, de padres de Europa oriental o hasta de portugueses, ¿existiría toda esta utilización de medios, habría tantas noticias y preocupación?", se interroga un participante en el blog http:// mrsleeves.blogspot.com.
Otro apunte, de la bitácora http://insolitos-da gravata.blogspot.com, recuerda que con Joanna, niña portuguesa desaparecida hace un año, "la policía demoró varios días en buscar, mientras en este caso, bastaron 30 minutos y no puedo dejar de pensar, egoístamente, que fue única y exclusivamente por ser de una familia inglesa pudiente, ya que cualquiera de nosotros debería haber esperado las 48 horas legales después de la desaparición".
La PJ inició operaciones seis horas después de que Kate McCann, la madre, denunció la falta de su hija. "Un tiempo récord en Portugal", reconoció a la prensa Carlos Anjos, presidente de la asociación de funcionarios de investigación criminal, quien sin embargo apuntó que ese lapso bastaba para cruzar la frontera con España, a 150 kilómetros de distancia.
En su columna de los días jueves en el diario Público, el ex presidente del Colegio de Abogados de Portugal, José Miguel Júdice, subraya que la vasta movilización se debe a que la niña "es inglesa, blanca, hija de médicos".
Ante los 31 menores desparecidos en 2006 en Portugal "no se vieron helicópteros y aviones fletados por canales de televisión, centenares de policías y de perros adiestrados", apunta.
Los medios de comunicación británicos y portugueses no tienen la misma actitud en otras ocasiones, "y les importa un bledo relatar la tragedia cósmica de (la región sudanesa de) Darfur, porque hacerlo es manifiestamente más peligroso y da menos audiencias que describir en vivo y en directo los pormenores del drama familiar de Lagos", concluyó Júdice.