INFANCIA-ARGENTINA: La larga marcha contra el hambre

«En Argentina hay muchos niños descalzos, con hambre, y de eso no se habla en la escuela, por eso aprendo mucho cuando vengo», dijo la adolescente Aluminé Giuliani desde la Marcha de los Chicos del Pueblo, que este viernes llegó a la capital argentina.

Con las consignas "El hambre es un crimen" y "Ni un pibe (pequeño) menos", unos 400 niños, niñas, adolescentes y educadores del Movimiento Nacional de Chicos del Pueblo recorrieron durante 11 días 4.500 kilómetros desde el nordeste a la capital del país, pasando por localidades y ciudades de las provincias de Misiones, Formosa, Chaco, Corrientes, Santa Fe y Buenos Aires.

"Lo que más me impactó es que no hay pobres en una provincia sola, sino en todas. ¿Cómo es que dicen que en Argentina las cosas están mejorando. En algunos lugares donde fuimos otros años los chicos (niños) nos contaron que están cada vez peor", relató a IPS Aluminé, una joven de 16 años residente en Buenos Aires que también fue a las marchas de 2001, 2002 y 2005.

Por su parte, Cristian, de 15 años, dijo a IPS ser originario "de Tucumán", la provincia ubicada al noroeste de Argentina. Tras aclarar que estaba ronco de cantar, pero "cansado no", comentó que hizo muchos amigos en la marcha y lee gustó poder gritar en todos lados que "hace falta trabajo para nuestros padres".

"Si no ¿cómo quieren que no trabajemos nosotros", se preguntó el adolescente.

Si bien los indicadores sociales marcan una mejora sustancial constante en los últimos cinco años, tras el colapso económico y político, aún la pobreza afecta a 26,7 por ciento de los 38 millones de argentinos y viven en la indigencia 8,7 por ciento, según estadísticas oficiales. Pero los niños y niñas del movimiento resaltan que esas cifras esconden profundos contrastes.

Datos oficiales argentinos que maneja el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia indican que 49,5 por ciento de los menores de 15 años son pobres y esta proporción se eleva a casi 70 por ciento en provincias del noroeste y del nordeste del país.

El Movimiento, coordinado por el sociólogo Alberto Morlachetti, es un frente de unas 400 organizaciones de base de niños y adolescentes cuyo principal acto es la periódica marcha por el interior hasta Buenos Aires. En su recorrido son recibidos por otros niños de diversas entidades y representantes de otras organizaciones.

"El milagro de nuestra marcha es que consigue por un momento que las organizaciones dejen de lado sus problemas y enfrentamientos y se acerquen para escuchar esta paradoja de un país que es el quinto mayor exportador de cereales del mundo, pero tiene niños que se mueren de hambre", dijo Morlachetti a IPS.

"No es que el hambre se justifique en otros lados, pero en Argentina esto es como un cachetazo al sentido común, un verdadero crimen de lesa humanidad", remarcó. "Es muy difícil que los chicos entiendan las penurias que pasan cuando uno recorre la cuenca lechera o los campos sembrados de soja en Santa Fe", explicó.

En Corrientes, un médico de la Universidad del Nordeste se acercó a los peregrinos y los saludó uno por uno. "Era el autor de un estudio que nosotros denunciamos, que indica que 45 por ciento de los chicos que viven en la capital provincial están desnutridos", contó Morlachetti, que acompañó por momentos a los niños. A lo largo de la travesía, los chicos, que partieron el 7 de este mes de Puerto Iguazú, en Misiones y fronterizo de Brasil, fueron recibidos por organizaciones sociales, de infancia, defensoras de los derechos humanos, sindicatos y otras.

En Rosario, provincia de Santa Fe, ex combatientes de la guerra contra Gran Bretaña por las Islas Malvinas les obsequiaron chalecos tejidos.

"Nosotros sabemos lo que es pasar hambre y frío", dijeron los ex soldados de la guerra de 1982 en el sur del océano Atlántico. En otras paradas, militantes de agrupaciones sindicales y sociales se encargaron de preparar la comida de los niños.

"En mi provincia hay muchos chicos que no tienen acceso a las cuatro comidas diarias y que nunca van de vacaciones", señaló un niño en Formosa, límite con Paraguay. En Santa Fe se veían carteles reveladores: "No queremos volver a inundarnos", decía uno aludiendo a las dos grandes desbordes de ríos de los últimos cuatro años.

"¿Qué pasará por el camino de los que se hacen adultos que de pronto se vuelven ciegos y no ven nuestros pies descalzos, y se vuelven sordos y no escuchan que tenemos hambre", decía una adolescente en Zárate, una localidad al norte de la oriental provincia de Buenos Aires.

"En nuestro barrio no hay lugares para jugar, no hay cloacas, falta agua potable y hay zanjones con basura y contaminación", denunció otro de los niños ante la escucha atenta de sus pares de la marcha en José C. Paz, una localidad de los suburbios de la capital argentina, poco antes de ingresar a esta ciudad.

El sociólogo, que dirige el hogar y la fundación "Pelota de Trapo", afirmó que "ningún político" se acercó a los niños. "Todos declaraban la marcha como de interés nacional, provincial, municipal, pero no vino ni un intendente siquiera porque tienen miedo, ellos saben que son responsables de esta inequidad", remarcó.

Según la última medición del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos de 2006, el ingreso de 10 por ciento más rico de la pirámide es 35 veces mayor que el del 10 por ciento más pobre.

Morlachetti consideró que la democracia, para ser tal, debe tener "un parentesco carnal con la equidad", y en Argentina esa conjugación no se da, afirmó.

"Hay algunos que consumen hasta lo último que queda en la góndola del supermercado, y otros que están peleando con sus hijos para subsistir", denunció.

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