Representantes de alto nivel de Estados Unidos y China acordaron este miércoles medidas de apertura de los mercados financieros y de otros servicios en el gigante asiático.
Estas medidas son aún insuficientes ante las demandas radicales que exigen legisladores conservadores de Estados Unidos para reducir el déficit comercial de este país con China, que el año pasado alcanzó los 233.000 millones de dólares.
"Acordamos una amplia variedad de pasos, incluidos elementos significativos en servicios financieros, energía y ambiente, así como aviación civil", dijo Henry Paulson, secretario del Tesoro (ministro de hacienda) de Estados Unidos.
Paulson y el viceprimer ministro chino Wu Yi copresidieron la conferencia intergubernamental Diálogo Económico Estratégico Estados Unidos-China.
Docenas de altos funcionarios de ambos países participaron en las discusiones, acordadas por primera vez en septiembre de 2006 bajo presión de legisladores estadounidenses descontentos con el creciente déficit.
Entre las medidas anunciadas figura un tratado entre el Banco de Comercio Exterior (ExIm Bank) de Estados Unidos y el de China para comenzar a conceder garantías de préstamos para exportaciones a gran escala de bienes de capital de Estados Unidos a China.
Estas medidas conjuntas parecen diseñados para convencer al Congreso legislativo estadounidense de que los acuerdos redundarán en la creación de empleos en el sector exportador.
Beijing también acordó permitir la instalación de nuevas firmas extranjeras de valores y la reanudación de las licencias para esas firmas, incluidas empresas de riesgo compartido, en el segundo semestre de 2007.
China admitirá inmediatamente la oferta por parte de bancos de capitales extranjeros de sus tarjetas de crédito y de débito, lo que permitirá a bancos de Estados Unidos ofrecer una amplia gama de servicios en la moneda local y competir con los chinos que actualmente ofrecen esos servicios.
Beijing también aceptó ampliar la variedad de servicios ofrecidos por firmas de seguros de Estados Unidos que ya trabajan en China, y las autorizará a incrementar la cantidad de capital que administran para inversiones.
Los dos países anunciaron trabajos conjuntos hacia una mayor cooperación energética, incluido el desarrollo de tecnologías limpias.
En las reuniones, Washington continuó presionando a China para que acepte sus criterios en materia de derechos de la propiedad intelectual, un punto especialmente delicado para los legisladores estadounidenses.
Trascendió un acuerdo de intercambio de información sobre requisas de mercadería falsa, y mejoras en la aplicación de los derechos de la propiedad intelectual en China.
Ambas partes acordaron que China concederá a las firmas de transporte de carga estadounidenses "un acceso virtualmente irrestricto a los mercados chinos", levantando todos los límites impuestos por Beijing a la cantidad de naves cargueras que conecten los dos países en 2011.
"Aunque tenemos mucho más por hacer, nuestros esfuerzos arrojaron resultados tangibles", dijo Paulson. "Estos resultados son como postes indicadores en la carretera estratégica a largo plazo, construyendo confianza y alentándonos a continuar avanzando juntos."
Pese al ánimo positivo que cerró las reuniones, el encuentro se celebró con un telón de fondo de dura retórica del Congreso legislativo estadounidense en su prédica por "nivelar el campo de juego" y corregir el desequilibrio comercial bilateral.
El senador demócrata Byron Dorgan presentó, incluso, un proyecto de ley que, de aprobarse, implicaría la ruptura de las relaciones comerciales normales con China.
Los legisladores quieren que China fortalezca sus normas de protección a la propiedad intelectual y elimine los subsidios a sus compañías, los cuales perjudican a las empresas estadounidenses. También pretenden una pronta apreciación de la moneda china, el yuan, para mejorar sus términos de intercambio.
Justo antes de que comenzaran las conversaciones, el 18 de este mes, 21 líderes del Congreso, incluido el presidente del Comité de Finanzas del Senado, Max Baucus, urgieron en una carta al vicepresidente chino acciones inmediatas para satisfacer las preocupaciones estadounidenses.
"Durante mucho tiempo se prometieron avances en muchas áreas", y todavía no se cumplieron, dijeron los legisladores, advirtiendo que no actuar podría "debilitar las relaciones entre nuestros dos países".
El gobierno de George W. Bush se ha resistido a tomar medidas duras contra China por temor a que sean contraproducentes. Pero funcionarios del área comercial del gobierno sucumbieron a la presión del Congreso en febrero y anunciaron demandas ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) por "subsidios ilegales".
Washington considera que Bejing usa sus leyes tributarias y otros medios para promover sus exportaciones y discriminar las importaciones de bienes manufacturados estadounidense.
"El supuesto de que China está engañando a Estados Unidos a expensas de sus empleos se fortalece a medida que el déficit alcanza nuevos picos", dijo James Dorn, experto del centro académico liberal Instituto Cato.
"El peligro es que la presión conduzca a legislación proteccionista que bloquee el comercio bilateral y dañe la economía mundial", advirtió Dorn.