El tráfico se detuvo durante cinco minutos al mediodía de este lunes en las 165 municipalidades de Serbia, en protesta por el ataque con una granada de mano contra el periodista investigador Dejan Anastasijevic.
Ni Anastasijevic ni su esposa resultaron heridos en el ataque. El artefacto explotó debajo de la ventana de su dormitorio en el centro de Belgrado a las 2.30 de la madrugada del sábado.
"Los periodistas son un blanco fácil", dijo Anastasijevic a IPS. "No me quedaré tranquilo. He recibido amenazas antes y también he estado bajo presión."
La paralización del tráfico en protesta fue propuesta por el Partido Democrático Liberal (PDL), que apoya una firme ruptura con el pasado bélico de Serbia de los años 90.
Anastasijevic y el semanario Vreme, para el que trabaja, siguen una línea similar.
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"Ésta es una protesta contra la política que convirtió a Serbia en una sociedad donde no es deseable pensar con libertad y donde cualquier ciudadano que se atreva a hacerlo teme por su vida", señaló el PDL.
La policía todavía no halló a los responsables del atentado.
El ataque contra Anastasijevic, "fuertemente condenado" por el presidente Boris Tadic, se registró dos días después de que el periodista habló como invitado en el popular programa Kaziprst, de Radio B92.
Anastasijevic calificó de "vergonzosas" las condenas a 20 años de prisión que recibieron los asesinos de seis hombres y niños musulmanes por la masacre en el enclave musulmán de Srebrenica, en el oriente de Bosnia-Herzegovina, en julio de 1995. La sentencia se dio a conocer el 10 de abril en Belgrado.
Los verdugos procedían de los Escorpiones, una entre varias unidades paramilitares establecidas durante el régimen, entre 1989 y 2000, del ex presidente Slobodan Milosevic (1946-2006).
Estas unidades cometieron muchos crímenes de guerra contra no serbios. Anastasijevic investigó estas unidades durante años, y a menudo escribió sobre ellas.
Tras la caída de Milosevic, en 2000, muchas de estas unidades fueron desmanteladas, pero "la hermandad entre ellas sigue tan fuerte como siempre", dijo a IPS el experto en seguridad Dragomir Radovanovic.
Su papel, así como el jugado por Serbia en las guerras de secesión de la antigua Yugoslavia en los años 90, sigue siendo causa de controversia entre los serbios.
Gran parte del público serbio vive en la negación de que compatriotas suyos hayan cometido cualquier crimen de guerra. Por otro lado, Bosnia-Herzegovina y Croacia culpan a Serbia por todas las atrocidades cometidas durante el periodo de guerra.
Mientras duraron los enfrentamientos, activistas serbios de derechos humanos o periodistas que pretendían sacar a luz tales masacres fueron catalogados como "traidores".
Esos tiempos parecen haber regresado, advierten numerosos observadores.
"La culpable es la elite política, porque no se distanció de la era de Milosevic y pactó con todos aquellos que debieron haber sido condenados por sus crímenes en tiempos de guerra", dijo a IPS el profesor Ratko Bozovic, de la Universidad de Belgrado.
Ahora Serbia es gobernada por el conservador primer ministro Vojislav Kostunica, en el poder desde 2003. Así, volvió buena parte de la atmósfera nacionalista de los años 90, tras una interrupción bajo el gobierno de Zoran Djindjic (2000-2003).
Kostunica colocó en puestos clave de la policía y el Poder Judicial a figuras conocidas por su lealtad al régimen de Milosevic.
Djindjic, líder del movimiento que precipitó en 2000 la caída de Milosevic, fue asesinado en marzo de 2003 por un ex agente de la policía secreta. Los nacionalistas odiaban a Djindjic porque entregó en 2001 a Milosevic al Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia, en La Haya.
Milosevic falleció en esa ciudad holandesa el 11 de marzo de 2006, en medio de un largo proceso judicial.
Varios periodistas serbios prestaron testimonio contra Milosevic, entre ellos Anastasijevic. En los años 90 todos eran reporteros en el área.
Importantes organizaciones nacionales e internacionales de periodistas expresaron su consternación por el ataque contra Anastasijevic.
Pero los trabajadores de la prensa de los Balcanes saben demasiado bien que el apoyo no es suficiente. Los tres asesinatos de periodistas registrados en los últimos años aún no fueron resueltos.
"Es obvio que en muchas cabezas la guerra no terminó", declaró a los medios locales el ministro de Cultura de Serbia y ex periodista Dragan Kojadinovic.
El funcionario admitió que "El estado no hizo frente de manera apropiada a la guerra y la psicosis posterior". Quienes atentaron contra la vida de Anastasijevic "creen que pueden aniquilar sus malas obras del pasado de esa manera", advirtió.
El intento de asesinato ocurrió luego de semanas de intimidación y amenazas. Desconocidos arrojaron un ladrillo contra la ventana del apartamento de la líder del PDL, Vesna Pesic. Un sitio web relativamente desconocido publicó una amenaza de muerte contra otro periodista, Dinko Gruhonjic.
Según la Asociación de Periodistas Independientes de Serbia, alrededor de 50 reporteros informaron haber recibido varias amenazas en 2006 y lo que va de 2007.
"Nuestra sociedad está en grandes problemas", dijo el analista político Zoran Lutovac a Radio B92. "La arrojada contra Anastasijevic fue una granada de mano contra aquello sobre lo que él escribía y hablaba. Y a nuestras instituciones del Estado no les importa o carecen de la voluntad política o son demasiado débiles oara actuar.