La crisis políticas entre partidarios del presidente de Kirguistán, Kurmanbek Bakiev, y la oposición se traslada a las calles. Las manifestaciones de unos y otros previstas para este miércoles prometen convertirse en choques violentos.
Esta nueva ola de protestas ya se extendió a la mayor parte de este país de Asia central. La oposición reclama la reducción de las facultades que se atribuyó el mandatario a través de una reforma constitucional.
La oposición ya había logrado limitar las potestades presidenciales, tras una serie de manifestaciones. Pero en diciembre, los partidarios de Bakiev en el parlamento restablecieron sus poderes, incluido el de designar al gabinete y disolver el parlamento.
Los críticos reclaman una "constitución popular" que limite los poderes presidenciales y reconozca el derecho de protesta, el cual dejaría así de depender de una concesión del gobierno de turno.
Los dirigentes opositores anunciaron que esperan una concurrencia de unos 50.000 manifestantes en la concentración que se realizará el miércoles en la capital de Kirgistán en reclamo de otra reforma constitucional.
"La oposición perdió la confianza en el presidente y ya no quiere negociar más con él", declaró en conferencia de prensa el líder del movimiento radical, Felix Kulov.
Kulov, ex primer ministro y aliado de Bakiev, ahora comanda al opositora coalición radical Frente Unido por un Futuro Digno.
"Nuestro movimiento reclama elecciones presidenciales anticipadas", declaró Kulov. Si eso no sucede antes del 11 de este mes, indicó, "el poder será transferido de forma pacífica a la oposición".
Kulov informó a las autoridades que los manifestantes que se reunirán en la plaza central de esta ciudad pedirán la renuncia del presidente, la realización de nuevos comicios presidenciales y una reforma constitucional.
Pero aún antes de ese anuncio, miles de partidarios de la oposición comenzaron a converger en la capital, al igual que seguidores del presidente que, según se informó, se dirigen a esta ciudad.
"La acción de la oposición puede transformarse en un conflicto nacional", sostuvo un experto del independiente Centro de Alerta Temprana de Conflictos, respaldado por la oficina en Biskek de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), quien pidió reserva sobre su identidad.
La OSCE es una organización independiente de 55 países a favor de la democracia y la gobernanza.
"Los partidarios del presidente llegan principalmente del sur y sus detractores, del norte", señaló el experto. "Aumenta la posibilidad de violencia entre opositores y autoridades."
La posibilidad de evitar una confrontación parece haberse alejado el 6 de este mes, cuando el presidente apareció en los canales de televisión del país señalando que "esta no es la forma en que debe adoptarse una nueva constitución".
El primer ministro Almaz Atambaev también trató de atemperar los reclamos.
"Creamos un grupo especial para trabajar sobre un nuevo proyecto de constitución e invitamos a integrantes de la oposición", sostuvo. "Pero sólo los representantes menos radicales accedieron a incorporarse. De los 11 participantes, seis pertenecen a la oposición".
Atambaev, hasta hace muy poco dirigente de la oposición hasta que aceptó encabezar el nuevo gobierno en marzo, señaló que Bakiev accedió a una reforma de la carta política y a formar un gobierno de coalición.
Además, también hizo lugar a otro reclamo para que el Estado disminuyera su participación en el canal de televisión que controla.
"Esos eran los reclamos de la oposición. Si introducimos en el parlamento una nueva constitución con menos poderes presidenciales, no habrá más motivos de protesta", sostuvo.
Pero la crisis política parece agudizarse más con la renuncia de varios altos funcionarios.
"No puedo trabajar en estas condiciones y decidí renunciar y unirme a la oposición", dijo a IPS el subsecretario de Cultura e Información Asanbek Sarybaev. "Los integrantes del nuevo gobierno no me merecen ninguna confianza."
Uno de los miembros del Consejo de Seguridad del Estado, Alik Orozov, también anunció su renuncia. En una carta abierta al presidente acusó a las autoridades de profundizar la crisis organizando manifestaciones contra las de los opositores.
El embajador kirguiso en Malasia Rafshan Jeenbekov dimitió la semana pasada.
"El presidente Bakiev debe cumplir sus promesas y habilitar una reforma constitucional, luego hacer lo mismo con el sistema judicial y el educativo", dijo a IPS. "De lo contrario, debe renunciar o se verá obligado a hacerlo."
La crisis provoca más confusión en este país de 5 millones de habitantes. Kirguistán obtuvo su independencia en 1991, tras la disolución de la Unión Soviética. (FIN/IPS/traen-vf-mj/ka/ss/ap ip pr/07)