JAPÓN-CHINA: Tan cerca y tan lejos

La expresión común utilizada para definir la compleja relación entre China y Japón sigue siendo «económicamente cercana, políticamente muy distante».

Y esto no lo cambiaron las fotografías de los sonrientes primeros ministros Wen Jiabao, de China, y Shinzo Abe, de Japón, pese a sugerir que en la histórica visita de la semana pasada se produjo un acercamiento importante del primero al segundo

Wen, quien se convirtió en el primer líder chino en ser invitado a dirigirse al parlamento japonés el 12 de este mes, habló de "una nueva etapa en nuestra relación estratégica mutuamente beneficiosa".

También expresó fuertes expectativas de un fortalecimiento de los lazos económicos en declaraciones que fueron luego destacadas en los medios japoneses como pasos largamente esperados en la dirección correcta.

Wen, uno de los principales críticos de la renuencia de Japón a reconocer y disculparse por sus brutales antecedentes coloniales en Asia en las primeras décadas del siglo XX, no obvió este tema amargo durante su estadía en Tokio.
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Pero el primer ministro chino se esforzó por atenuar la animadversión con elogios a Japón, agradeciendo a los líderes japoneses por reconocer públicamente la agresión y expresar remordimiento, posición que le hizo ganar aplausos en Tokio.

"Damos la bienvenida a una evaluación positiva tan claramente establecida de las disculpas pasadas de Japón por invadir China durante las guerras, como una ocasión verdaderamente histórica", señaló el periódico Asahi en su editorial del día 14.

Hubo un enorme suspiro de alivio en Japón tras la visita de Wen, en la que pasó jugando béisbol, sembrando árboles de la amistad y, sobre todo, profundizando los vínculos empresariales con su séquito de expertos económicos.

Las consecuencias fueron impresionantes. El lunes, por ejemplo, inmediatamente antes de la partida de Wen, encuestas publicadas en periódicos indicaron que Abe había impulsado su decaído apoyo público a 44 por ciento, comparado con 36 por ciento antes de la visita.

Este hecho es atribuido al "descongelamiento de las relaciones sino-japonesas".

Entre otros pasos de acercamiento se destacan una posible visita a Tokio del presidente chino Hu Jintao en junio, una invitación al emperador japonés para asistir a los Juegos Olímpicos de Beijing en 2008 y una nueva lista de acuerdos bilaterales sobre ambiente y energía.

Expertos sostienen que esto no habría sido posible si ambas partes se hubieran mantenido adheridas a la retórica nacional que fue la causa del congelamiento de relaciones bajo el gobierno de Junichiro Koizumi (2001-2006), predecesor de Abe.

Koizumi había indignado a sus vecinos asiáticos al insistir en presentar sus respetos ante el mausoleo japonés de Yasukuni, donde están enterrados criminales de guerra responsables de la colonización de China.

Por esa razón, los gobernantes de China y Corea del Sur se negaron a mantener reuniones con Koizumi.

El largo congelamiento de relaciones que siguió a esto causó preocupación, principalmente dentro del sector empresarial japonés, que invirtió mucho en China, aprovechando los beneficios de su mano de obra barata, su enorme mercado interno y su proximidad geográfica.

Pero, según el profesor Minoru Kitamura, experto en historia china moderna de la Universidad Ritsumeikan, Abe revirtió la posición diplomática cuando visitó Beijing en octubre, en su primera gira internacional desde que asumió el cargo.

"Ambas partes mostraron su determinación a aprovechar la oportunidad brindada por Abe. Existe el pensamiento de que las diferencias en la percepción histórica no pueden ser solucionadas, así que ellos tienen que ser admirados por su capacidad para dejar de lado el nacionalismo cuando sea necesario", destacó Kitamura.

"Un deseo de estabilidad interna y beneficios concretos están detrás de las medidas de China para alentar mejoras en las relaciones bilaterales", señaló el periódico conservador Yomiuri en su edición del martes.

El diario continuó explicando que "el tono general (de Wen) era conciliador", para obtener concesiones económicas de Tokio y también para frenar el malestar social interno, que podría amenazar la estabilidad de su propio partido.

Pese al brillo del que ahora disfrutan los dos líderes, la reticencia a discutir diferencias históricas y disputas territoriales —como la búsqueda de gas por parte de China en aguas disputadas— sigue siendo una señal peligrosa, según expertos.

Gebhard Hielsher, analista alemán en Tokio, señaló que el resto de este año traerá amargas pruebas a la nueva buena voluntad de ambos países.

Una amenaza que se avecina es la posición de Abe sobre el papel militar de Japón. El primer ministro impulsa una reforma en la Constitución para permitirle a Japón jugar un mayor rol en la seguridad de Asia.

Abe también impulsa una nueva investigación que pretende demostrar que las chinas sometidas como esclavas sexuales de los soldados del imperio japonés en realidad no habrían sido coaccionadas.

Otro problema es el descontento de Tokio con el creciente presupuesto de defensa de China, que aumentó 17,8 por ciento respecto del año pasado.

Los pedidos de Abe para una mayor transparencia en temas como el aumento de las fuerzas navales chinas enfrentadas a Taiwán no fueron atendidos por Beijing.

"Continúa una racha de tensiones. Barrerlas debajo de la alfombra, como se hizo en Tokio, no es una señal de que esté todo bien", explicó.

Los expertos coinciden en que el ganador de este nuevo comienzo para las relaciones sino-japonesas es la política de "la economía primero".

"Por lo menos ahora nos dirigimos a un nuevo intento. Esto es lo más bienvenido", insistió Kitamura, haciéndose eco del sentimiento público.

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