Las economías de Asia-Pacífico podrían volver a crecer con fuerza este año, de la mano de China e India, pero expertos de ONU advierten de posibles escollos que van desde una mala administración del flujo de capital hasta la inequidad de género.
Esta evaluación figura en el informe anual de la Comisión Económica y Social de las Naciones Unidas para Asia Pacífico (Escap), publicado esta semana.
Las exportaciones fueron el motor del crecimiento económico de la región en el último decenio.
Raj Kumar, de Escap, sostuvo que las previsiones siguen siendo optimistas luego de que esas economías lograron capear el alza de los precios del petróleo en 2006 y aventar los temores inflacionarios.
"La salud de la economía de la región es, yo diría, muy, muy buena. Asia tuvo un muy buen año. Es posible que haya estado un poco por debajo de el anterior, pero igual fue extraordinario", sostuvo Kumar.
Los expertos de Escap esperan que las economías en desarrollo de Asia-Pacífico crezcan 7,4 por ciento en 2007, un poco por debajo del 7,9 por ciento del año anterior, con algunos signos de enfriamiento en la demanda de productos electrónicos.
La demanda dentro de la propia Asia-Pacífico es "uno de los motores del crecimiento" de la región, pero no es el único, "también lo es Europa y Estados Unidos", dijo Kumar a IPS.
Pero un aspecto clave es cómo cambia la economía de la región tras su crecimiento de los últimos años. "Asia se está transformando para asumir un papel más significativo que antes, en especial por el crecimiento de China e India, pero también el de Singapur y Corea del Sur", indicó.
De todos modos, la economía de la región debe estar preparada para resistir cualquier sacudida posible durante el año.
Economistas de la Escap también vigilan de cerca a la economía estadounidense. Una caída en el consumo del público del país norteamericano capaz de precipitar las importaciones desde Asia es uno de los riesgos que, según expertos, ponen en peligro las auspiciosas perspectivas.
Hay más cuestiones preocupantes, como otra eventual subida de precios del petróleo, o un "desenlace desordenado de los desequilibrios globales" de las balanzas comerciales, en especial la deficitaria de Estados Unidos y la superavitaria de Asia, que le permitió a la región elevar enormemente sus reservas en divisas.
Pero las perspectivas siguen siendo buenas para este año y mejoraron respecto de las previsiones anteriores.
Shamika Sirimanne, economista de Escap experta en desarrollo, se mostró optimista con el crecimiento de 7,4 por ciento previsto para la región.
"Nuestras economías tienen capacidad para afrontar la tendencia al enlentecimiento de la de Estados Unidos y seguimos previendo un muy alto crecimiento para China e India ", señaló.
"India crecería alrededor de nueve por ciento este año y China cerca de 10 por ciento. Son cifras importantes. Además, Asia sudoriental tendrá una recuperación, excepto un par de países, Camboya y Tailandia, que tendrán un crecimiento inferior", indicó Sirimanne.
Pero todavía hay asuntos que la región debe afrontar o vigilar de cerca, a pesar del escenario optimista.
Los "desequilibrios globales" del capital y los déficit llevaron a la región a acumular 2,5 billones de dólares en reservas extranjeras, una cifra sin precedentes. La enorme afluencia de divisas fortaleció las monedas regionales respecto del dólar el año pasado.
La administración de divisas será el centro de atención de los gobiernos en los próximos años, según Sirimanne.
"El mayor desafío será el manejo de la tasa de cambio, habrá un gran flujo de capital hacia la región, incluidos los que tienen propósitos especulativos, por lo que ese será un gran tema en el futuro", añadió.
El informe de la Escap advierte que muchos de los países que hace una década se vieron envueltos en la crisis financiera de Asia están otra vez en situación vulnerable, en gran parte por la fuerte dependencia de sus economías en las exportaciones en contraposición con el consumo interno y las inversiones locales para su crecimiento.
Las economías más involucradas, en diverso grado, son las de Corea del Sur, Filipinas, Indonesia y Tailandia. "Es necesaria una respuesta política decisiva para promover la inversión privada en esos países", señala el informe.
El informe también propone sistemas mejorados de contención del riesgo para que los bancos tengan mayor flexibilidad en sus políticas de préstamo, además de otras reformas financieras.
Pero la cuestión de las divisas y la vulnerabilidad de las economías no son los únicos asuntos que preocupan a la Escap. La oficina de desarrollo regional de Naciones Unidas pide a los gobiernos de la región que ahora traten de beneficiarse del "dividendo demográfico" por la gran cantidad de adultos en edad de trabajar.
"Que los países puedan aprovechar esa oportunidad dependerá de las políticas económicas y sociales y de las instituciones que designen para absorber una fuerza laboral en rápido crecimiento", según el informe.
Otra cuestión importante es un manejo efectivo del crecimiento urbano así como la promoción de un desarrollo sustentable.
Pero la Escap cree que hay un potencial económico real para terminar con la discriminación de género en países clave como India, Indonesia y Malasia. La discriminación le cuesta a la región más de 80.000 millones de dólares al año sólo en el ámbito laboral y educativo, según Sirimanne.
"Descubrimos que la región pierde entre 42.000 millones de dólares y 47.000 millones al año por la desigualdad laboral y entre 16.000 millones a 30.000 millones por la del sector educativo", indicó.
La matrícula de niñas en la escuela primaria puede llegar a ser hasta 26 por ciento inferior a la de los niños. La región también afronta una alarmante tendencia en el deterioro de la proporción de mujeres y hombres en toda la región asiática.
Las pautas del informe se basan en la idea de que si la participación femenina, por ejemplo en India, fuera la misma que en Estados Unidos, su producto interno bruto aumentaría en más de cuatro por ciento, inyectando 19.000 millones de dólares a su economía.
"El asunto que queremos plantear es que la discriminación de género, que suele verse como una cuestión de derechos humanos, también tiene grandes costos económicos", explicó Sirimanne.