ANGOLA-MOZAMBIQUE: Mujeres, la desigualdad tiene fronteras

Los derechos de las mujeres estipulados en las constituciones de Angola y de Mozambique son idénticos. Sin embargo, las diferencias son notorias.

Al no ser discriminatorias, las legislaciones de los dos mayores países de lengua portuguesa de África constituyen un instrumento a favor de la igualdad de géneros, pero muchas veces en Angola la mujer debe exigir que la aplicación práctica de la ley también lo sea.

Esta es la opinión de la profesora de economía y misionera católica angoleña Ana de Carvalho Rufino e Menezes, conocida en su país como "Irmã Ana" (hermana Ana), contenida en un extenso trabajo sobre la condición de la mujer africana realizado por la revista mensual especializada África 21, cuya redacción está repartida entre Luanda y Lisboa.

Mozambique, en cambio, se ubica entre los 15 países con mayor representación femenina en el parlamento en el mundo, al alcanzar 35 por ciento, proporción superada en la cercana Ruanda, con 49 por ciento de los escaños legislativos ocupados por mujeres, o ya por los países europeos nórdicos, donde las diputadas representan un universo de 39,7 por ciento.

La profesora Marzia Grassi, investigadora especialista en países luso-africanos del Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa, explicó a IPS que, efectivamente, la ley de los dos países es igual en sustancia, pero la diferencia es que, "en Angola, la situación de la mujer es la última de las preocupaciones del gobierno",
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Mientras que Mozambique parte con la ventaja inicial de que una mujer, Luisa Diogo, ocupa el cargo de primera ministra y "en los últimos años surgieron organizaciones importantes, grupos de intelectuales, en especial de juristas y sociólogos, que han realizado un excelente trabajo en el campo de la igualdad de géneros", precisó.

Irmã Ana opina que las angoleñas se ubican en el límite de todas las pobrezas y en especial es preocupante "el total abandono de la mujer rural" en un contexto donde prolifera la poligamia, la poliandria y la mutilación genital.

Según estadísticas divulgadas por el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia, 85 millones de mujeres y niñas contemporáneas fueron objeto de mutilación genital, en su mayoría africanas y asiáticas.

La economista y religiosa, que nació en Luanda hace 43 años, reconoce que existe una franja de mujeres que va teniendo acceso a la educación a todos los niveles, al mercado de empleo, al liderazgo, pero estas contemporizan con la mayor parte de las angoleñas que soportan las pobrezas material, intelectual, cultural y espiritual.

Otra diferencia remarcable la constituye el abismo que distancia la mujer del campo con la que habita las ciudades, marcada por la desigualdad en términos de oportunidades.

La mujer rural "vive bajo el yugo de las tradiciones, costumbres y ciertos ritos que violan sus derechos, cerrada en un mundo que no le permite cambios", afirma, y cita como ejemplos la poligamia, y la poliandria, mas común en los centros urbanos.

La poliandria, mucho menos frecuente que la poligamia, se describe como una opción adoptada como "un intento de igualdad en relación al hombre, donde en una actitud quizás interpretada como promoción, la mujer convive con varios hombres para resolver el problema de su bienestar material".

La ablación genital, "no sólo impide, sino que viola la dignidad de la mujer como ser humano", justificado en nombre de "nuestras ‘tradiciones culturales africanas’, que son discriminatorias, al atribuir al hombre el dominio del poder de decisión", subordinando a la mujer en su hogar a cumplir un papel de "dama de protocolo, guardiana y de las tradiciones".

En términos comparativos, Grassi dijo a IPS que otra diferencia que puede ayudar "a comprender, pero no a justificar", las diferencias entre Angola y Mozambique respecto de los derechos de la mujer, se basa en la extensión y en la magnitud de las respectivas guerras civiles que estallaron al acabar el dominio portugués en 1975.

En Angola, la guerra civil terminó sólo en febrero de 2002, una década después que en Mozambique, y se saldó con más de un millón de muertos, cuatro millones de desplazados, "cifras mucho mayores que las mozambiqueñas", añadió la investigadora italiana, que en los últimos 15 años ha dividido su vida profesional entre Portugal y sus antiguas colonias africanas.

"En otras palabras, en este aspecto, Mozambique le lleva una década de ventaja a Angola, donde las mujeres se vieron obligadas a llevar una vida dedicada a la supervivencia propia y de sus hijos, con sus compañeros en los frentes de batalla, desde donde muchos de ellos nunca regresaron", concluyó Grassi.

"Poderosa y competente", son los términos más recurridos por lo mozambiqueños para describir a su primera ministra de 48 años, Luisa Dias Diogo, la doctora en economía egresada de la Universidad de Londres y ex alta funcionaria del Banco Mundial que entre 1999 y 2004 ocupó la cartera de Planificación y Finanzas.

Para reemplazar al presidente Armando Guebuza al finalizar su primer mandato dentro de tres años, o del segundo dentro de ocho, aparecen como más probable la propia Dias Diogo y Graça Machel, la viuda del ex presidente Moisés Samora Machel (1975-1986) y actual esposa del líder histórico sudafricano Nelson Mandela.

En el campo político y de la mujer urbana es donde más se destacan las diferencias entre los dos países. Mientras Angola se ubica bajo del promedio de la Comunidad para el Desarrollo del África Austral (SADC, por las siglas en inglés de Southern African Development Community), Mozambique ocupa un lugar de destaque positivo.

Angola debe conformarse con logros más modestos. Las mujeres están al frente de sólo dos de los 27 ministerios, ocupan 10 viceministerios y 27 de los 193 escaños parlamentarios.

La excepción más notoria es la de Albina Assis Pereira Africano, la actual todopoderosa asesora especial del presidente José Eduardo dos Santos.

Estudiante universitaria cuando Angola aún era una colonia portuguesa, en tiempos en que difícilmente una mujer tenía acceso incluso a la educación primaria, esta ingeniera de poco más de 60 años decidió desafiar el sino de su generación e incursionar en un campo "exclusivamente masculino" como el petróleo.

Hasta hoy luce su primado universal obtenido en 1992: Assis Pereira Africano fue la primera mujer en todo el mundo en ocupar el cargo de ministra de Petróleos.

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