AMBIENTE-MALÍ: Leña, regalo del cielo no renovable

La cantidad de madera transportada a la capital de Malí aumenta año a año de modo singular debido al creciente uso doméstico, con los consiguientes efectos negativos al ambiente.

En 1994 llegaban a Bamako 600.000 toneladas de madera, 750.000 a fines de esa década y este año se prevé que el consumo alcance las 900.000 toneladas, mientras que en todo el país se consumen siete millones de toneladas.

"Si no se hace nada para revertir esa tendencia, la diferencia entre la oferta y la demanda de madera será negativa para 2010", según predice el Informe del Estado del Ambiente 2006, elaborado por el gobierno de Malí.

Pero la reducción del consumo de madera en esta nación de África occidental es una tarea hercúlea dada la importancia que tiene en la cobertura de las necesidades energéticas de su población.

Entre 80 y 90 por ciento de los casi 11 millones de los malienses depende de los recursos naturales para cubrir sus necesidades diarias, según Niarga Kéita, coordinador nacional del Programa Ambiental de Apoyo a la Lucha contra la Desertificación.

"De hecho, toda la economía del país depende de los recursos naturales", específico.

"Las mujeres queman grandes cantidades de leña para cocinar, muchas veces cortada por leñadores que dependen de la venta de madera para alimentar a sus familias", explicó Awa Sow Cissé, directora ejecutiva del Consejo de Cooperación y Apoyo.

El Consejo reagrupa a 172 organizaciones no gubernamentales comprometidas con la lucha contra la desertificación en Malí.

Existen tradiciones acerca de la disponibilidad de leña. "Hasta ahora existía la creencia popular de que los recursos del bosque son un regalo de Dios que uno puede usar a su antojo porque Él no dejará que falte nunca", señaló el sociólogo Hamidou Coulibaly. Por eso la gente usa madera "de forma excesiva y anárquica".

Una ley promulgada en junio de 2004 trató de proteger algunas especies de árboles contra la tala excesiva como algunos tipos de palmeras, gomeros, karité y caoba, señaló el director nacional para la conservación de la naturaleza, Féliz Dakouo.

El gobierno también suspendió a partir de ese año la exportación de madera procedente de árboles vivos y sólo permitió la venta de la de árboles muertos, pues no constituye una amenaza para la supervivencia del bosque.

Además, las autoridades organizaron campañas de información para las mujeres y señalaron su voluntad de apoyar proyectos iniciados por ellas tendentes a prevenir la tala descontrolada de árboles, en especial los vivos.

La sociedad civil se embarcó en iniciativas similares.

La secretaria ejecutiva de Coordinación de Asociaciones y Organizaciones No Gubernamentales Femeninas de Malí, Traoré Oumou Touré, inició un programa para impulsar a las mujeres a utilizar más cocinas eficientes, que utilizan entre cuatro y cinco veces menos leña que las tradicionales.

Además, Touré ayuda a las mujeres a convencer a sus maridos a dejar de cortar árboles.

Pero el problema persiste pese a todas las normas dispuestas y las iniciativas implementadas para proteger los bosques.

"Los explotadores forestales sólo están interesados en madera verde que se usa para carbón o muebles, entre otras cosas. La madera se corta sin distinción de especies", señaló Dakouo.

La situación llevó al ministro de Ambiente Nancouma Kéita a afirmar en la apertura de un foro a este respecto realizado en la sudoccidental ciudad de Ségou que, "ya no se respetan nuestros ecosistemas. Ni Ségou ni Malí merecen ese tipo de tratos de sus hijos".

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe