AMBIENTE-ARGENTINA: Color en los polos

Como en el juego en que se descubren las diferencias, a simple vista Ushuaia parece ser la misma que recibió a la Bienal de Arte del Fin del Mundo. Pero una mirada más detenida permite disfrutar el cambio de cara logrado por los artistas en un mes en la ciudad más austral de Argentina.

"Ushuaia es una ciudad de colores apagados, con el mar y sus grises constantes, y yo le puse algunos colores", resumió a IPS Clorindo Testa, el arquitecto y artista plástico ítalo-argentino que propuso pintar medianeras, escaleras y calles con líneas que se unen y se cruzan en distintos puntos.

Así, la medianera de la municipalidad, ya no será más una pared gris de ocho metros de alto, sino un mural de líneas coloridas, igual que las fachadas de otros edificios y las escaleras por las que se asciende en esta ciudad que creció en forma anárquica en un valle frente al canal de Beagle.

La de Testa es apenas una de las múltiples intervenciones en el paisaje que ofreció esta primera bienal, que comenzó el 30 de marzo y finalizará el domingo próximo con la actuación de artistas de 17 países, quienes llevaron adelante proyectos de cine, escultura, fotografía, música, plástica y videos en lugares cerrados y en las calles.

"Fue un éxito de público y de la crítica especializada", aseguró a IPS el director general de la exposición, el argentino Guillermo Ferreiros, quien ya comenzó a trabajar para la próxima bienal, que tendrá lugar en la misma ciudad con 70.000 habitantes, la mayoría inmigrantes del resto del país.

Ushuaia es la capital de la provincia argentina de Tierra del Fuego, una isla que parece debatirse entre unirse al continente o derivar hacia la Antártida. Está a más de 3.100 kilómetros de Buenos Aires y a sólo 1.000 del continente helado.

Según Ferreiros, la respuesta del público, sobre todo de niños y jóvenes, fue muy buena, mejor de lo esperado. "Calculábamos unas 800 personas diarias en los primeros días en el Polideportivo, que era el núcleo físico de la muestra, y tuvimos 2.000, que luego fueron bajando a 1.000 por día hacia el final", aseguró.

Respecto de la crítica especializada, sostuvo que fue "excelente" y "muy alentadora". Hay ahora pedidos de Ginebra, Lisboa, México, Sao Paulo y Roma, para recibir una selección de obras de esta edición que los curadores consideren como las más representativas del concepto de la muestra.

La bienal fue una empresa de la argentina Fundación Patagonia, Arte y Desafío, con producción de Argentina y Brasil y apoyo de la Fundación Memorial del Parlamento Latinoamericano de Sao Paulo, más el auspicio del gobierno nacional y de Tierra del Fuego.

Como explicó a IPS una de las curadoras, la argentina Corinne Sacca Abadi, la idea fue asumir la urgencia de los problemas ecológicos como tema central, indagar en el imaginario sobre el fin del mundo, y estimular la conexión entre los polos mientras los científicos aportan su visión en el Año Polar Internacional.

Para eso se convocó a artistas comprometidos con estos temas. Uno de los más celebrados fue el cubano Alexis Leyva Machado, más conocido como "Kcho", quien eligió la Casa Bebán de Ushuaia, para montar allí todo el mobiliario y los electrodomésticos de una vivienda familiar sobre remos.

"Es una casa a prueba de inundaciones", sonrió el artista cubano al ser consultado por su obra. "Si va a subir el mar (por el recalentamiento global) habrá que estar listos", alertó.

Otra instalación incluyó un gran refrigerador antiguo de varias puertas en el Polideportivo, que inspiró a la artista venezolana Nan González a presentar "Vida en el congelador". Con las puertas abiertas, se veía en su interior distintas pantallas con imágenes en video de la fauna que habita los polos.

El brasileño José Rufino eligió celdas del Museo del Presidio para presentar camas que cambian de posición, como si representaran los movimientos de quienes padecen la reclusión o la espera interminable. También se presentó allí el Monumento a las Náufragos de su compatriota, Alex Flemming.

El museo que se habilitó en lo que fue la cárcel de Ushuaia, también presentó un video del franco-argelino Fred Forest, y obras del artista plástico argentino Luis Felipe Noé sobre las urgencias ambientales del nuevo siglo, junto a trabajos del español Martín Sastre y del chileno Rubén Castillo.

Pero además de las obras de sitio, se presentaron otras itinerantes. "La casa nómada", de la argentina Mónica Alvarado, es una vivienda levantada sobre trineos que recorre los barrios de la ciudad promoviendo la expresión artística entre los niños.

Otro legado es el "Centinela del Cambio Climático", del ingeniero y artista plástico argentino Joaquín Fargas. Se trata de un girasol de cinco metros de alto hecho con paneles solares junto al Centro Austral de Investigaciones Científicas de Ushuaia.

Los pétalos se abren al amanecer y captan cambios meteorológicos para reportar al centro científico. Una flor igual se levantará en Canadá, Australia, Sudáfrica y otros países, todas vinculadas a un centro científico. La flor, que se alimenta del tibio sol de esta ciudad casi siempre helada, se apaga sola al anochecer.

Una vecina de Ushuaia que recorrió los sitios de la muestra en la última semana, Sandra Cincunegui, confesó a IPS que le costó encontrar la bienal. "Creo que el impacto fue escaso, falló la difusión entre la gente de aquí, y sobre todo la explicación de ‘qué es’ una bienal de arte contemporáneo".

Para Cincunegui, la dispersión jugó en contra de la vasta exhibición e hizo que pasara inadvertida para muchos. Incluso contó que algunos artistas de la ciudad que se sintieron dejados de lado por la movida internacional, hicieron su propia muestra en la calle principal y muchos vecinos "creían que esa era la bienal".

"Hubo obras muy buenas, otras ininteligibles, pero igual me pareció muy interesante que se haya elegido esta pequeña ciudad como sede, porque la posiciona como un centro turístico internacional", sintetizó a modo de balance.

En cualquier caso, la segunda bienal ya está en marcha. La experiencia recogida en la primera, según Ferreiros, les permitirá planificar mejor.

"En Ushuaia, los tiempos de producción son más largos por el clima, pero quedó capacitado un equipo técnico de montaje y mantenimiento que era uno de los objetivos, y generar así una industria cultural en este confín del mundo, para este y otros eventos artísticos", aseguró

De hecho, los diseños de Testa quedaron a medio camino y ahora deberán esperar que pase la temporada de nieve para seguir sumando sol y color a la capital de Tierra del Fuego.

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