«Necesitamos la paz para vivir civilizadamente y dejar de morir a destiempo como salvajes», escribió el director del periódico colombiano El Espectador, Guillermo Cano Isaza, dos años antes de su asesinato.
La afirmación estaba acorde con la filosofía original del periódico más antiguo de Colombia, que este jueves cumple 120 años.
Fundado el 22 de marzo de 1887 por Fidel Cano en la noroccidental Medellín, su propósito fue "…rendir culto a las grandes ideas proscritas hoy por el odio, por la apostasía o por la debilidad; no dar a las buenas y a las malas acciones unos mismos nombres; no hablar a los dueños del poder el lenguaje de la lisonja, y no tributar aplausos ni a los hombres ni a sus actos sino cuando la conciencia nos lo mande".
Seis meses antes, se había expedido en Colombia la Constitución de 1886, "católica, centralista y retardataria", según el sociólogo Alfredo Molano.
El artículo 42 de la Carta Magna establecía que la "prensa es libre en tiempos de paz" en este país que ha vivido buena parte de su historia guerreando. A ella se sumó en 1888 una ley que autorizaba a imponer confinamiento, expulsión, prisión o pérdida de derechos políticos a los opositores del gobierno.
Fidel Cano —definido por el economista Armando Montenegro como un intelectual de ideas liberales en un país con 80 por ciento de analfabetismo— estableció su postura frente a la que llamó "la ley de los caballos" y criticó la fastuosidad de la Iglesia Católica en las celebraciones públicas.
En consecuencia, la Iglesia prohibió a sus fieles leer el periódico por entonces bisemanal, y el gobierno halló motivos para cierres y censuras frecuentes, y para imponer 18 meses de prisión a su director por publicar un discurso antigubernamental.
En marzo de 1896, Cano regresó para persistir en la defensa de sus ideas y superar nuevas clausuras, la más larga entre 1904 y 1915. Ese año, El Espectador reapareció como diario simultáneamente en Medellín y en Bogotá.
A la muerte del fundador, en 1919, sus hijos y nietos continuaron la labor. Guillermo Cano, nieto de Fidel, asumió la dirección del periódico con la edad de 27 años, tras un incendio en la sede central de El Espectador en 1952, durante el gobierno del Partido Conservador, tradicional opositor del liberalismo.
"Don Guillermo", como aún se lo llama, mantuvo siempre en las páginas editoriales espacio para opiniones diversas y opuestas sobre el acontecer de un país en el que aparecían reporteros como Gabriel García Márquez, premio Nobel de Literatura en 1982.
"Era una época en que el oficio no lo enseñaban en las universidades, sino que se aprendía al pie de la vaca, respirando tinta de imprenta, y la mejor escuela del país era sin duda la redacción de El Espectador, con maestros sabios y de buen corazón, pero de mano dura", describía García Márquez su paso por el periódico.
Con buen corazón y mano dura, Guillermo Cano escribía su columna "Libreta de Apuntes".
De manera simultánea, El Espectador realizaba investigaciones, como la del fraude a los ahorradores del grupo bancario Grancolombiano en 1983, con la que se expuso a un boicot publicitario que desembocó en una crisis económica y, años más tarde, en la venta del periódico.
"A este país lo que verdaderamente le está haciendo falta no es plata, metálico, materialismo puro, sino profunda reconquista de la moral en el sector público y en el sector privado. El narcotráfico nos ha corrompido, la compra-venta de las influencias nos han corrompido, el afán del dinero fácil nos ha corrompido", escribió Guillermo Cano el 12 de enero 1986.
"Nuestros mafiosos encuentran que la no extradición (a Estados Unidos) es su mejor seguro de vida, porque saben que si cometen alguna contravención grave o leve en territorio colombiano, la generosa chequera o la siniestra ametralladora, o el sicario a sueldo, o el guardaespaldas sin escrúpulos dispuesto a matar a la primera oportunidad, los mantendrá libres disfrutando de su fortuna sucia y perversa", afirmó en agosto de ese año.
Y el 17 de diciembre, mismo día en que fue asesinado por sicarios del cartel de Medellín que dirigía el narcotraficante Pablo Escobar, apareció su última columna: "Así como hay fenómenos que compulsan el desaliento y la desesperanza, no vacilo un instante en señalar que el talante colombiano será capaz de avanzar hacia una sociedad más igualitaria, más justa, más honesta y más próspera".
Tras la muerte de "Don Guillermo", sus hijos Juan Guillermo y Fernando asumieron la dirección. Siguieron una bomba en las instalaciones del periódico, en septiembre de 1989, y el colapso que determinó la venta al grupo empresarial Santo Domingo en 1997.
En 2000, El Espectador dejó de ser diario para convertirse en semanario.
La dirección fue ocupada por personas ajenas a la familia hasta 2004, cuando Fidel Cano Correa, bisnieto del fundador, tomó las riendas.
En los últimos tres años, El Espectador recuperó el reconocimiento público, que "atribuyo a que volvió a sus raíces: al análisis, a la opinión, a conformar un equipo que trabaja unido", dijo Cano Correa a IPS.
Otros miembros de la familia Cano, con el apoyo de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), impulsaron la creación de la Fundación Guillermo Cano en 1996, al conmemorarse los 10 años de la muerte del periodista.
"Nuestra tarea es continuar la obra de Guillermo Cano, su compromiso con la paz y la libertad de expresión en el mundo entero, y apoyar a periodistas que se vean amenazados por la defensa de la libertad de expresión", dijo a IPS Marisol Cano, sobrina de "Don Guillermo" y directora de la Fundación.
Con motivo del aniversario 120 de El Espectador, la Fundación creó la cátedra que lleva el nombre del periodista antioqueño en las ocho facultades de periodismo de Medellín a comienzos de 2007.
En esa ciudad, el 3 y el 4 de mayo se reunirán autoridades de la Unesco, periodistas, académicos, gobernantes, diplomáticos e integrantes de la sociedad civil para entregar el Premio Mundial de la Libertad de Prensa.
"Se reflexionará en un seminario sobre el tema escogido para 2007: libertad de prensa, seguridad de periodistas en situaciones de conflicto e impunidad", agregó Marisol Cano.