POLÍTICA-MALASIA: Anticipada fiebre electoral

Aunque la renovación del Parlamento de Malasia está prevista para mayo de 2009, la fiebre electoral ya llegó a esta nación multicultural y multiétnica de Asia sudoriental.

Algunos especulan que la tambaleante administración del primer ministro Abdullah Badawi prefiere enfrentar a los votantes antes de que las condiciones económicas y sociales empeoren.

Los medios de comunicación informan sobre los esfuerzos al interior de los partidos para encontrar candidatos con posibilidades de éxito.

Badawi, en el tercer año de su quinquenio, obtuvo una sorprendente victoria en 2004, favorecida en gran parte por su matrimonio con una musulmana moderada y también por su plataforma programática contra la corrupción y a favor de reformas.

Su coalición de 14 partidos ganó 199 de los 219 asientos del Parlamento bicameral, una mayoría sin precedentes desde que este país se independizó de Gran Bretaña en 1957.
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Sin embargo, analistas políticos dijeron a IPS que la euforia y el inmenso prestigio de Badawi —fue presidente del Movimiento de Países No Alineados—, que le sirvieron para llegar a la silla del primer ministro, se han disipado porque sus promesas electorales siguen insatisfechas. Su liderazgo, dicen, no se ha traducido en hechos, y su manejo económico carece de lucidez.

La población también está descontenta con el gabinete, sobrecargado de ministros, algunos de los cuales perdieron gran popularidad durante la administración precedente.

También hay incertidumbre sobre el futuro económico del país, absorbido por la inversión directa extranjera de los gigantes asiáticos China e India.

Para los malasios acostumbrados al crecimiento continuo —la economía se expandió a un ritmo acelerado hasta la crisis del sudeste asiático de 1997—, la escasez de dinero y las demoras de los pagos por parte del gobierno son difíciles de digerir.

Una encuesta realizada por la consultora independiente Centro Merdeka reveló que casi 60 por ciento de los votantes de la etnia china están descontentos con el manejo de la economía.

Más de 50 por ciento de los 26 millones de habitantes de este país son de la etnia malaya, 33 por ciento de origen chino y 11 por ciento indios. Además, cerca de la mitad profesan el Islam, que es la religión oficial, 17 por ciento son budistas, 11 por ciento son hindúes, siete por ciento cristianos y otro siete por ciento animistas.

Badawi intenta borrar los temores "de falta de dirección" en materia económica mediante la asignación de 57.000 millones de dólares para financiar el Noveno Plan de Malasia.

Pese a haber sido lanzado el año pasado, todavía están por verse sus efectos concretos.

El temor de los no musulmanes creció tras la reunión el año pasado de la Organización Nacional Malaya Unida —partido de Badawi, que integra la gobernante coalición Frente Nacional—, en la que los líderes políticos usaron lenguaje amenazador, y prácticamente les dijeron a chinos e indios que debían aceptar ser ciudadanos de segunda categoría.

Es política oficial la "discriminación positiva", que favorece a los malayos.

Algunos líderes de esa etnia también solicitaron que se comparta más el comercio minorista, actualmente dominado por los chinos.

Legisladores de la oposición confían en ganar adeptos, ya que Badawi no puede con una opinión pública cada vez más disconforme.

Las especulaciones, intensificadas luego de que el primer ministro se reuniera con los principales dirigentes de la Frente Nacional el lunes, apuntan a que estaría pensando en adelantar las elecciones, compartir distritos electorales al interior de la coalición y posiblemente escoger una fecha cercana para disolver el Parlamento.

"Un adelantamiento de las elecciones es posible porque el tiempo se le está terminando a Abdullah", dijo a IPS el líder de la oposición Lim Kit. "Él se ha encorralado al no cumplir con sus promesas después de tres años en el poder".

Las crecientes acusaciones de corrupción contra el gobierno dieron también el mes pasado nada menos que contra la propia agencia anticorrupción.

Aunque el gobierno ordenó una investigación, los funcionarios de alto grado implicados en el escándalo no fueron retirados de sus puestos. Las acusaciones afectaron seriamente la imagen de la administración de Badawi y pusieron en duda su compromiso en la lucha contra las corrupción.

El domingo, el opositor y fundamentalista Partido Pan Malayo Islámico (PAS), que en los comicios de 2004 obtuvo un millón de votos —en su mayoría de malayos musulmanes—, se reunió para planificar su estrategia electoral contra Badawi.

Las cosas no son favorables a PAS, un partido formado para defender y promover el Islam y temido por los no musulmanes por su misión declarada de cambiar a la Malasia multirracial y multirreligiosa en una teocracia islámica.

"En todos los aspectos principales del frente islámico, Abdullah ha actuado muy bien", dijo a IPS un analista político de la Universidad Nacional de Malasia, que prefirió guardar anonimato.

"Abdullah ha viajado mucho y ahora es aceptado como un líder musulmán importante tanto en Medio Oriente como en la Asean (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático) y en Washington", agregó.

Además de su islamismo moderado, Badawi hace énfasis en el desarrollo de las áreas rurales, donde predomina la etnia malaya. La mayoría de los malasios de origen chino están concentrados en las ciudades, donde se dedican fundamentalmente al comercio.

La imagen que Badawi proyecta en los medios de comunicación es la de un líder que visita granjas, plantaciones de arroz y cultivos de frutas para promover la agricultura moderna como uno de los pilares de la nueva economía.

Sorprendentemente, los campesinos se ven muy sonrientes a pesar de que los precios siguen altos y de que el Noveno Plan aún no despega.

En público, los líderes de PAS se muestran optimistas y confían en que recuperarán las pérdidas de 2004, pero en privado temen que el apoyo de los malayos musulmanes les sea esquivo y lo reciba de nuevo Badawi. Además, el partido es reacio a reformar su misión de crear un Estado islámico, lo cual le ha impedido forjar buenas alianzas con la oposición.

La etnia china "no apoya las políticas del PAS, especialmente las relativas al Estado Islámico", dijo la semana pasada el analista político Ibrahim Sufian al diario The Sun, explicando por qué el fundamentalismo de ese partido conduce a los no musulmanes a los brazos del gobierno.

El Partido Acción Democrática, que promueve los intereses de la etnia china, no parece estar dispuesto a unirse a ninguna coalición de oposición que incluya a PAS.

La única esperanza para zanjar la brecha entre la oposición secular y la islámica está en la persona del ex viceprimer ministro Anwar Ibrahim, quien está de regreso a la arena política después de seis años en prisión por corrupción..

Ibrahim está actualmente de gira por Malasia, ofreciendo una nueva visión de la unidad y la prosperidad de este país sin discriminación.

"Él espera unir una gran coalición que se oponga a Abdullah", dijo Tian Chua, el jefe de información del Partido Nacional del Pueblo, al que pertenece Ibrahim.

Debido a su condición de ex convicto, Ibrahim no puede concursar en competencias políticas ni acceder a cargos públicos durante cinco años, plazo que expirará el 14 de abril de 2008.

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