El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, asumió este lunes el papel de hermano mayor en el Mercosur y visitó a su par de Uruguay, Tabaré Vázquez, con una sola misión: atender el creciente descontento de este país con el bloque regional.
"Brasil tiene que asumir sus responsabilidades por ser la mayor economía del Mercosur (Mercado Común del Sur), y por tanto realizar el esfuerzo para que el comercio (dentro del bloque) sea lo más equilibrado posible", dijo el mandatario brasileño a la prensa tras la firma de una serie de acuerdos bilaterales.
Lula subrayó la necesidad de alcanzar entendimientos por encima de las diferencias de tamaño entre las naciones que integran un bloque regional, buscando los equilibrios y beneficios "para que todos los países por igual sean contemplados en sus aspiraciones".
Por su parte, Vázquez dijo que encontró en el brasileño la mejor comprensión para superar los desequilibrios entre ambas naciones en el terreno económico, geográfico y poblacional, a favor de las necesidades reclamadas y requeridas por los países más pequeños del bloque, también integrado por Argentina, Paraguay y Venezuela.
Uruguay tiene 3,2 millones de habitantes y Brasil 188 millones.
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En 2006, Brasil volvió a ser el principal comprador de Uruguay —como había sido a mediados de los años 90— absorbiendo 14,7 por ciento de las exportaciones uruguayas, por valor de unos 583 millones de dólares, y con un aumento de 27 por ciento respecto de 2005.
Mientras, las compras de Uruguay a Brasil sumaron 1.080 millones de dólares, marcando un déficit de la balanza comercial de más de 495 millones de dólares, según datos divulgados el viernes por el Banco Central.
"No queremos recibir una dádiva o un acto de caridad de los socios mayores, sino una resultante de estricta justicia de los socios más pequeños, para que realmente todos los países que integran este proceso observen en los hechos concretos los frutos de la integración", afirmó el mandatario uruguayo.
La preocupación brasileña por Uruguay fue evidente. Lula llegó a la finca presidencial de Anchorena, en el sudoccidental departamento de Colonia, apenas dos semanas antes de la visita del mandatario de Estados Unidos, George W. Bush, en el marco de un acercamiento histórico entre Washington y Montevideo.
El encuentro entre Lula y Vázquez se había postergado varias veces, lo que distanció a ambos gobiernos. Lula fue el gran ausente en la última Cumbre Iberoamericana, celebrada en noviembre en Montevideo, arguyendo "cansancio" tras la campaña electoral que lo llevó a la reelección. Luego suspendió otras dos visitas.
Por su parte, Vázquez evitó los encuentros protocolares en la última Cumbre del Mercosur, celebrada en enero en Río de Janeiro.
En esa misma Cumbre, las autoridades uruguayas pidieron mayor flexibilidad para lograr acuerdos comerciales fuera del bloque, como forma de que los países más pequeños puedan hacer frente a los desequilibrios internos. Pero sus reclamos no tuvieron eco.
Mientras, Montevideo avanzaba en las negociaciones con Estados Unidos por el Acuerdo Marco sobre Comercio e Inversiones (TIFA, por sus siglas en inglés), firmado en enero.
Washington parece haber aprovechado, en su acercamiento al gobierno uruguayo, los problemas agudizados del Mercosur, que además está en expansión con el reciente ingreso de Venezuela y la solicitud de Bolivia de convertirse en miembro pleno.
El bloque se ha visto dañado por la disputa de dos años entre Argentina y Uruguay por la instalación de la industria de la celulosa en un río compartido, y los bloqueos de pasos internacionales con que han protestado vecinos y ambientalistas argentinos, sin que Buenos Aires tomara medidas para evitarlo.
Además, también pesan en el proceso de integración la falta de atención de los "grandes" a las desventajas y debilidades relativas de Paraguay y Uruguay que han caracterizado al bloque desde su creación en 1991.
"Tenemos que facilitar las condiciones a los socios menores para que tengan las mismas oportunidades y para que haya beneficio para todos dentro del bloque", subrayó Lula, para calmar los ánimos.
"Decimos con una enorme modestia y humildad" que en esta visita "del señor presidente de Brasil y de su tan prestigiosa delegación, el reconocimiento a los planteos que hemos hecho en el seno de las reuniones del Mercosur" ha encontrado "un amplísimo eco", señaló Vázquez.
Durante el encuentro, los ministros brasileños y uruguayos firmaron cinco acuerdos, referidos a promoción de comercio e inversiones, cooperación para el desarrollo de biocombustibles y para la creación de una comisión permanente en materia de energía y minería.
Los secretarios de Estado también acordaron restaurar el antiguo puente Barón de Mauá que cruza el río Yaguarón, uniendo la norteña ciudad uruguaya de Río Branco con la sureña Jaguarão, en Brasil, y construir otro sobre el mismo curso de agua.
Mientras se procesaban estas reuniones, llegó desde Brasil otra señal alentadora. La policía de ese país detuvo este lunes al coronel retirado uruguayo Manuel Cordero, prófugo desde 2004 de la justicia de Uruguay, que lo busca para juzgarlo por violaciones a los derechos humanos durante la última dictadura militar (1973-1985).
Pero, a pesar de las muestras de alegría, las declaraciones de los ministros y la continuación de la reunión privada entre Vázquez y Lula el resto de la jornada denotan que las diferencias de enfoque sobre el bloque regional aún son fuertes.
El ministro de Economía uruguayo Danilo Astori volvió a defender la intención de Montevideo de negociar acuerdos comerciales extrarregionales.
Astori señaló que el gobierno aún no descartaba la posibilidad de firmar un tratado de libre comercio con Estados Unidos, por lo cual se insistió este lunes ante Lula en la necesidad de "tener mayor flexibilidad en la aplicación de las normas" del bloque sudamericano.
El ministro informó que en la reunión de Anchorena el gobierno uruguayo puso énfasis en que el Mercosur debía permitir a los países más chicos acceder al mercado internacional y progresar en la búsqueda de acuerdos fuera de la región.
Por su parte, el canciller brasileño Celso Amorim se negó a opinar sobre la posibilidad de un acuerdo bilateral de libre comercio entre Montevideo y Washington, y señaló que "lo más importante es respetar las decisiones de los países". "Todos queremos más y mejor Mercosur, como dijo el presidente Tabaré, y en eso fue en lo que trabajamos hoy", añadió.