MOLDOVA: Con los ojos puestos en Kosovo y UE

Siguiendo el ejemplo de Kosovo, la región moldava de Transnistria rechaza cada vez más la perspectiva de un Estado unificado, coincidiendo con el comienzo de la intervención de la Unión Europea en las negociaciones.

Una breve guerra civil en 1991, tras la disolución de la Unión Soviética, terminó con la declaración de independencia de una porción de territorio al este del río Dniester. Moldova, con 4,5 millones de habitantes, tiene fronteras con Ucrania al sur y este y con Rumania al oeste.

Transnistria, con características institucionales y sociales de tipo soviético, nunca contó con reconocimiento internacional, y Occidente la considera un centro de tráfico de armas, drogas y personas.

Las diferencias entre Moldova, con una ligera orientación de tipo Occidental y Transnistria, volcada hacia Rusia, impidió que se llegara a un acuerdo.

Esa escindida región de medio millón de habitantes reclama una confederación, pero Moldavia no tiene intenciones de otorgarle más que una autonomía.

Pero comienzan a escucharse las voces de figuras destacadas de Tiraspol, la capital de Transnistria, en contra de la reunificación, alegando que las conversaciones sólo deben tender a normalizar las relaciones entre ambos estados.

De hecho, el parlamento regional revocó una decisión de 1993 que dejaba abierta la posibilidad de conformar una confederación con Moldavia y las declaraciones oficiales de las autoridades apuntan a sacar provecho de un posible reconocimiento internacional de la independencia de la meridional provincia serbia de Kosovo.

El presidente del parlamento de Transnistria, Yevgeny Shevchuk, declaró que la región pretender alcanzar el mismo estatus y condiciones, y no peores, que las que la comunidad internacional le concederá a Kosovo.

Kosovo, una provincia autónoma y bajo control de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) desde 1999, con una población mayoritaria de origen albanés, va camino a convertirse en un estado independiente.

Transnistria está compuesta en partes iguales por moldavos, ucranianos y rusos, mientras en Moldova predomina una población de origen moldavo. Pero el conflicto nunca adoptó un matiz étnico.

Pero incluso funcionarios moldavos y rumanos admitieron que la situación de Kosovo podría afectar en forma indirecta la resolución del conflicto en Transnistria.

El apoyo popular a la independencia se hizo evidente tras un referéndum organizado en septiembre en esa región. El resultado también dejó abierta la posibilidad de unirse finalmente a Rusia, iniciativa promovida por el presidente regional, Igor Smirnov.

Tiraspol alinea las estructuras de poder, la legislación, el sistema educativo y la política financiera a las de Rusia para así facilitar una futura anexión.

Las mayores presiones diplomáticas de Estados Unidos y de la Unión Europea (UE) motivaron la reanudación de los intercambios 5 + 2.

Estas conversaciones incluyen por un lado a Estados Unidos, la UE, Rusia, Ucrania y la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), y por otro lado, a Moldiva y Transnistria.

Las negociaciones, en el limbo desde febrero de 2006, se pasaron para mediados de este mes, pero Transnistria no llegó a ella alegando que sus condiciones no se cumplieron.

Transnistria denuncia ser víctima de un bloqueo económico que afecta principalmente a los ciudadanos comunes y acusa a Moldova y a las potencias occidentales de presionar a la región con vistas a su participación en las negociaciones.

Tiraspol también arguye no haber recibido un plan general anunciado por la OSCE, en el otoño boreal.

En marzo de 2006, Moldova y Ucrania firmaron un acuerdo por el que todos los productos de Transnistria debían recibir un despacho de aduana moldavo, dificultando los esfuerzos de Tiraspol tendentes a tener su propia política económica exterior.

La medida se justificó en la necesidad de combatir el contrabando, pero también obedeció a que Moldavia perdía varios millones de dólares por año en ingresos por impuestos. Las autoridades de Transnistria alegaron haber sufrido fuertes pérdidas económicas por esa iniciativa.

La UE también está en contra de una aduana separada, pero Transnistria sobrevive en gran parte gracias al comercio con Rusia y Ucrania que pasa por la frontera con este último país.

Rusia y Ucrania son consideradas como los principales obstáculos en la resolución del conflicto.

Además, Moscú mantiene variados intereses militares y políticos en la región, aún a expensas de posibles pérdidas económicas.

Rusia no es un actor totalmente desinteresado, considera importante las batallas por las cosmovisiones y trata de establecer satélites en vez de aliados, dijo a IPS Nicu Popescu, politólogo del Centro de Estudios de Política Europea de Bruselas.

Más que recrear a la disuelta Unión Soviética, lo que quiere es un nuevo Tratado de Varsovia, señaló Popesecu, en referencia al acuerdo militar liderado por Moscú en tiempos de la Guerra Fría.

Rusia utiliza a Transnistria para ejercer presión sobre Moldavia y esa región en definitiva determina la política exterior moldava.

Moldova se comporta como rehén de Transnistria.

Pero en enero se reanudaron las conversaciones entre Moldova y Rusia y mejoraron sus relaciones.

Moscú aceptó la integridad territorial de Moldova y quiere garantías de que ese país permanecerá neutral, pero no hubo un avance significativo debido a las divergencias respecto del nivel de autonomía de Transnistria.

Popescu arguye que Moldova debe dejar de aspirar a un cambio radical "antes de unos 10 años". En cambio, sostuvo que la política respecto hacia la región escindida debe centrarse en "erradicar el contrabando e invertir en la sociedad civil".

Las esperanzas de Moldova recaen "en el papel cada vez más visible de la UE", en tanto es obvio que "el bloque regional también se juega bastante tratando de demostrar que puede ser un jugador útil en el concierto internacional", dijo Popescu a IPS.

De hecho, la Misión de Asistencia a la Frontera (Eubam), de la UE, cumplió un papel positivo, disminuyendo el contrabando y contribuyendo a un ambiente de legalidad.

"Moldova debe dejar de considerar a Transnistria como una prioridad y en cambio centrarse en cooperar con la UE. Con reformas económicas y políticas se volverá un país más atractivo al que esa región querrá unirse", consideró Popescu.

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