La situación en la septentrional provincia petrolera iraquí de Kirkuk se deterioró en las últimas semanas, mientras se aproxima el referéndum para determinar el destino de este territorio otrora disputado por kurdos y árabes.
Los seis atentados con bomba registrados este mes, de los cuales tres ocurrieron sólo el día 21, sacudieron esta provincia en la que conviven comunidades kurdas, de turcomanos y árabes.
Mientras se sucedían las detonaciones, avanzaban las gestiones de un comité del gobierno iraquí creado para implementar el artículo 140 de la Constitución, cuyo objetivo es revertir los cambios demográficos forzados en Kirkuk por el régimen del ejecutado presidente Saddam Hussein (1979-2003).
Decenas de miles de kurdos y turcos fueron deportados de Kirkuk durante el gobierno de Saddam Hussein, que asentó allí a colonos árabes procedentes del centro del país para afianzar el control de los campos petroleros septentrionales.
Esa campaña socavó el tradicional dominio kurdo, pero los pasos que ahora se analizan amenazan también a los turcomanos, la comunidad de iraquíes de origen turco.
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"La situación, sin duda, es muy mala, y ha empeorado en los últimos tiempos", dijo a IPS Nazhat Abdulghani, alto dirigente del Frente Turcomano Iraquí.
La nueva constitución establece un plan de tres fases para "normalizar" la situación en Kirkuk. En la primera, que debe completarse para abril, regresarán las familias de kurdos y turcomanos expulsados, y a los árabes se les ofrecerá incentivos económicos para abandonarla.
El gobierno iraquí ofrece a cada familia árabe 15.000 dólares, una parcela de tierra en sus localidades de origen y la posibilidad de mantener sus empleos.
En esta primera fase Kirkuk también se reanexará los distritos predominantemente kurdos despojados por el régimen de Saddam Hussein a la provincia, como Kalar, Chamchamal y Kifri.
Aquellos colonos árabes que no abandonen Kirkuk no serán obligados a hacerlo, pero perderán el derecho al sufragio y otros mecanismos de participación política.
La segunda fase consistirá en un censo, y la tercera, por un referéndum que se celebrará a fines de este año y en el que se resolverá el destino de la provincia.
Pero aún no se ha resuelto cuál será la pregunta que se formulará en la consulta popular. Según algunos, la opción debe ser entre incorporar Kirkuk a la septentrional región autónoma iraquí de Kurdistán o dejar la provincia directamente en la órbita del gobierno central.
Para otros, existe una tercera opción, según la cual Kirkuk puede constituirse en una región federal separada, con un estatuto similar al de Bagdad.
El Grupo Internacional de Crisis, institución académica dedicada a la resolución de conflictos, recomendó en un informe divulgado el año pasado que Kirkuk debería permanecer "como región federal autónoma, sin incorporarse a la región kurda ni estar directamente bajo el gobierno federal por un periodo provisorio".
Muchos turcomanos y árabes se amparan en el artículo 53 de la constitución interina de posguerra y demandan para Kirkuk un estatus de región autónoma, pero los kurdos se oponen a esa posibilidad con fuerza.
El debate sobre el destino de esta provincia va más allá de las fronteras iraquíes. Turquía, por ejemplo, se opone al control kurdo sobre Kirkuk, pues teme que eso le dé mayor impulso a su propia insurgencia kurda.
En una reunón con el vicepresidente de Iraq Adel Abdul-Mahdi, el primer ministro turco Recep Teyyip Erdogan reclamó una postergación del referéndum en Kirkuk. "Las condiciones para realizarlo aún no están dadas", dijo el gobernante turco.
Mientras aumenta la presión interna y externa, algunos círculos kurdos analizan hoy la posibilidad de formular concesiones para apaciguar a los turcomanos de Kirkuk, que se convertirían en la segunda comunidad étnica después de la provincia si se implementa el artículo 140.
"Estamos prontos para dialogar con el Frente Turcomano Iraquí y con cualquier partido de esa extracción en Kirkuk", dijo a IPS Arez Abdullah, miembro del parlamento regional kurdo con sede en Arbil.
Un acuerdo podría consistir en algún tipo de fórmula para compartir el poder y "salvaguardar sus derechos nacionales y culturales", explicó Abdullah.
"Ellos podrían, por ejemplo, administrar las áreas donde constituyen la mayoría de la población, y pueden tener una participación más efectiva en las instituciones de gobierno y en el parlamento de Kurdistán", sostuvo.
Una solución de ese tipo propuso el presidente del parlamento kurdo, Adnan Mufti.
Con la tensión étnica en aumento, y con poco tiempo para garantizar la seguridad, muchos dudan de la capacidad del gobierno iraquí de implementar el artículo 140.
"Desde un punto de vista práctico, la implementación es imposible. Hay muchos problemas técnicos", sostuvo Abdulghani, quien se pronunció "primero por anular, segundo por posponer y tercero por modificar" esa cláusula de la constitución.
Muchos iraquíes ven Kirkuk como una bomba de tiempo que podría estallar en cualquier momento y arrastrar consigo a todo elpaís en una guerra civil. Pero los kurdos consideran lo contrario: "La bomba estallará si no se ejecuta el artículo 140", dijo Abdullah. (FIN/IPS/traen-mj/ms/ss/mm ip hd ik/07)