INDIA-PAKISTÁN: Atentado por la culata

El atentado con bomba contra un tren que unía a India y Pakistán, en el que murieron 68 civiles de ambos países, resultó en un estímulo para que los gobiernos de estos dos rivales de Asia meridional cooperen en la lucha contra el terrorismo y en materia de seguridad.

«El incidente sólo realza la urgencia para que (ambos países) cooperemos», dijo el canciller pakistaní Khurshid M. Kasuri a los periodistas que lo esperaban en el aeropuerto de Nueva Delhi este martes. El ministro luego se trasladó al hospital donde están internados varios de los heridos en el ataque, perpetrado el domingo en el norte de India.

El aterrador mensaje del domingo fue inequívoco: no sólo los ciudadanos indios y pakistaníes son vulnerables a los terroristas, sino que el proceso de paz entre ambos países es en sí mismo el principal objetivo de sus ataques.

Aunque las investigaciones aún no han llevado a la identidad de los responsables, es lógico inferir que el probable objetivo de estos fue poner un obstáculo al diálogo que iniciaron Nueva Delhi e Islamabad para resolver sus diferencias, incluyendo la disputa por la fronteriza provincia de Cachemira.

El momento en que se produjo el ataque, en vísperas de la visita de cuatro días de Kasuri a Nueva Delhi para presidir la restaurada Comisión Conjunta India-Pakistán con su homólogo indio Pranab Mukherjee, refuerza la hipótesis.

En el pasado, los terroristas perpetraron atentados en coincidencia con visitas de dignatarios extranjeros. Por ejemplo, 35 personas de la religión sij fueron masacradas en Cachemira justo antes de la visita en 2000 del entonces presidente estadounidense Bill Clinton (1993-2001).

En 2002, el líder político moderado cachemiro Abdul Ghani Lone fue asesinado un día antes de que el otrora primer ministro Atal Behari Vajpayee arribara a Islamabad.

«Lo que hace especial el atentado contra el Expreso Samjhauta (entendimiento) es que su objetivo eran principalmente los musulmanes, y que es la primera vez que ciudadanos indios y pakistaníes han sido atacados a la vez», dijo Sonia Jabbar, investigadora independiente de Nueva Delhi dedicada a asuntos de Asia meridional y Cachemira.

«El incidente obligó a los dos gobiernos a reaccionar rápido. Y respondieron en forma notoriamente madura», añadió.

Desde la independencia de Gran Bretaña en 1947, India y Pakistán se han disputado el fronterizo territorio de Cachemira, que continúa dividido en dos.

A diferencia de otras tragedias, ambos países condenaron el ataque del domingo en forma inmediata y espontánea, y prometieron una plena cooperación. La cancillería india inmediatamente instaló una oficina de emergencia en la oriental ciudad pakistaní de Lahore para emitir visas especiales a los familiares de las víctimas.

La disposición de los dos gobiernos para trabajar juntos será puesta a prueba en los próximos días, «pero su actitud hasta ahora ha sido muy buena», señaló Jabbar.

«Éste es un excelente augurio para el Mecanismo Conjunto Antiterrorista que acordaron establecer. Ese acuerdo fue alcanzado, de hecho, luego de los terribles atentados de julio pasado contra trenes en (la occidental ciudad india de) Mumbai», agregó.

Inmediatamente después de los atentados en Mumbai, la policía y los servicios de inteligencia indios acusaron a grupos con sede o patrocinados en Pakistán. Nueva Delhi canceló una reunión prevista entre los secretarios del Exterior (jefes de los servicios diplomáticos) de los dos países.

Sin embargo, Nueva Delhi nunca obtuvo evidencia que implicara a Pakistán en los ataques.

Hay una intensa especulación tanto en India y Pakistán sobre quién fue el responsable de los atentados del domingo y cuáles fueron sus motivos. En los dos países hay terroristas movidos por el fanatismo religioso que se oponen al proceso de paz.

Los fundamentalistas islámicos y los combatientes «jehadi», partidarios de la Jihad o guerra santa, ven al presidente paquistaní Pervez Musharraf y a los líderes indios como «enemigos» de la gran «ummah», o comunidad global de musulmanes. Estos organizaron varios frustrados intentos de asesinato contra altos líderes pakistaníes, incluyendo al mandatario.

En India, una franja fanática de los nacionalistas hindúes aliados con el Partido Bharatiya Janata también se opone al proceso de paz. En ella se encuentra Bajrang Dal, grupo militante que anunció la formación de un «escuadrón suicida» para realizar atentados con bomba contra «terroristas jehadi».

Sin embargo, no se descarta la responsabilidad de grupos fuera de Asia meridional. «La región se ha vuelto más vulnerable al terrorismo en los últimos meses, con una creciente volatilidad en Afganistán y crecientes tensiones en el occidente de Asia», señaló el analista Qamar Agha, de la Universidad Jamia Millia Islamia, en Nueva Delhi.

«Tanto India como Pakistán tienen el desafío de actuar en forma decisiva contra estos grupos fanáticos. Si sus líderes proceden con sabiduría, dejarán de buscar villanos detrás de la frontera y tratando a las agencias de cada lado como sospechosas de cualquier atentado terrorista, a menos que tengan fuerte evidencia», sostuvo.

En cambio, «los líderes deberían buscar mecanismos para trabajar juntos contra los grupos terroristas, que son sus enemigos comunes», añadió.

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