La prohibición de criar aves de corral en casa, adoptada para contener la propagación de la gripe del pollo en Yakarta, ha golpeado a muchos de sus 12 millones de residentes cuyo medio de vida son sus gallinas y patos.
"Es un trabajo lento y tedioso, y sería afortunada si pudiera empacar al menos cuatro bolsas de plástico al día", dijo a IPS Nurhayati, madre de seis hijos. "Extraño a mis gallinas", se lamentó. Por la venta de los huevos de 20 aves, Ibu Yati percibía el equivalente a 2,75 dólares diarios.
"Ocasionalmente vendía una o dos gallinas y recibía de 60.000 a 70.000 rupias (unos siete a ocho dólares) por cada una. Eso ayudaba a costear la educación de mis hijos". Además eran ingresos fundamentales del presupuesto familiar, ya que su esposo gana muy poco como conductor de un taxi-motocicleta.
Antes de que entrara en vigor la prohibición, Ibu Yati obsequió sus gallinas a sus amistades. "No podía soportar la idea de que fueran sacrificadas por extraños. Preferí regalarlas", dijo señalando las jaulas vacías que yacen en la parte trasera de su vivienda.
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Yakarta está a la vanguardia en la lucha contra la gripe aviar, que a la fecha ha provocado la muerte de 63 indonesios según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la cifra más alta en el mundo.
Los funcionarios de salud están autorizados a revisar casa por casa de la capital y sus zonas suburbanas, y a sacrificar las aves que encuentren sin indemnizar a sus dueños. La prohibición incluye gallinas, patos, gansos, palomas y codornices.
Por la gran densidad de población y el área de 18.000 kilómetros cuadrados de Yakarta, se necesitan esfuerzos inmediatos para atajar la propagación del virus H5N1, responsable de la gripe aviar, dijo el alcalde de esta ciudad, Muhayat, en una declaración entregada a la prensa.
"Hoy la infección de la gripe aviar ha casi alcanzado su tercer estadio, es decir el paso de las aves a los humanos", agregó.
Funcionarios internacionales de salud indican que el virus podría desencadenar una pandemia letal capaz de matar a millones si muta volviéndose tan infeccioso para los humanos como una gripe de temporada.
En su desesperación, otra residente de Yakarta, Nursamaha, madre de cuatro menores, ha decidido desafiar la prohibición.
"Algunos días antes, vendí mis 20 gallinas por temor a que fueran sacrificadas por las autoridades", dijo en una entrevista en su casa de Petukangan Selatan, un suburbio del sur de Yakarta.
"Pero dos semanas después, me vi en aprietos (económicos). Acostumbraba ganar cerca de 35.000 rupias (3,86 dólares) por día vendiendo huevos. Ahora, ya nada de eso existe", añadió. "Ese dinero era para los gastos cotidianos de mi familia. Ahora estoy afrontando graves dificultades, he tenido que pedir prestado dinero a mis vecinos para tener con qué pasar la jornada".
"Mi esposo labora solamente en trabajos temporales pues está enfermo, así que nuestra única fuente de ingresos eran las gallinas", señaló.
Por eso Nursamaha tuvo que desafiar la prohibición.
"Hace sólo un par de días compré siete pollos de granja para criarlos en mi patio. No soporto ver las jaulas vacías, y además mi familia necesita comer. Mi hermana menor tiene apenas dos años", afirmó enfática.
"Para muchos residentes de Yakarta, unas pocas gallinas en su patio trasero es una costumbre", dijo P. M. Laksono, un sociólogo de la Universidad Gajah Mada.
"Los pollos representan una red de seguridad alimentaria cuando las cosas se ponen difíciles, o en caso de que necesiten un poco de dinero extra", dijo el académico a IPS en una entrevista telefónica. "A las familias más pobres, el dinero que les deja la venta de gallinas o de huevos sirve para pagar costos básicos, como la escuela".
Pero la arraigada tradición indonesia de vivir con aves de corral preocupa mucho al doctor I Nyoman Kandun, director general de enfermedades contagiosas del Ministerio de Salud. "Para impedir que la gripe aviar se propague de los pollos a los humanos tenemos un solo mensaje: mantener las aves tan lejos como sea posible de la gente y de las viviendas", afirmó.
La prohibición de criar aves en la ciudad y sus suburbios también llevó a que muchos residentes dejaran de comer pollo.
Thata Sutardi, vecina del suburbio de Jatinegara, este de la capital afirma que desde el 1 de febrero ni ella ni sus hijos han vuelto a comer carne de ave.
"Los pollos en Yakarta tienen gripe aviar y por eso no se nos permite criar aves", dijo.
Cuando se le recordó que los pollos bien cocinados no representan peligro, ella replicó: "No creo en eso y sigo temiendo".
Thata explicó que ahora las proteínas de la dieta de sus hijos proceden del "tempeh" (una variedad indonesia del tofu, queso de leche de soja, fermentado) y del pescado salado.
"Mi hijo mejor tiene sólo cuatro años, y no quiero que se enferme. Es por eso que no alimento a mis hijos con pollo", agregó en tono severo.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ve con preocupación ese repentino cambio en la dieta de los residentes de Yakarta.
"La FAO está preocupada por el impacto que pueda tener la prohibición de criar aves —medida extensiva a toda la ciudad— en las necesidades nutricionales de sus residentes", dijo en un comunicado James McGrane, uno de los integrantes del equipo de la agencia mundial que lidera el programa de control de la gripe aviar en Indonesia.
"La gente no debe abandonar una valiosa fuente de nutrición sólo porque se les haya prohibido criar pollos por su cuenta. La salud avícola es muy segura si se siguen simples procedimientos de higiene", aseguró el funcionario.
