En un movimiento que sacudió la modorra del veraniego escenario preelectoral de Argentina, el ex ministro Roberto Lavagna, artífice de la recuperación económica del país tras el colapso de 2001, lanzó este viernes su candidatura presidencial.
Tras un período de indefinición en el que dialogó con sectores de la oposición centroderechista, el anterior responsable de la cartera de Economía se decidió a lanzarse en la carrera por el gobierno en las elecciones de octubre, aunque deba competir con quien fue su jefe desde 2003 a 2005, el presidente Néstor Kirchner, o con la esposa de éste, la senadora Cristina Fernández.
"Es hora de ocuparse de la deuda social, hay que terminar con la indigencia en los próximos cuatro años", así se resumen las primeras promesas de pre-campaña de este economista de 64 años difundidas a través de dos matutinos de Buenos Aires, únicos elegidos por el momento para hacer el anuncio.
Para Sergio Berensztein, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Di Tella, el principal desafío del flamante postulante será el de "aglutinar a una oposición fragmentada" y, luego de eso, deberá "forzar al gobierno nacional a un debate sobre sus debilidades, que hasta ahora no se dio".
El experto señaló a IPS que sólo Lavagna o el empresario y diputado centroderechista Mauricio Macri pueden reunir a la oposición para competir con posibilidades de éxito ante una postulación a la reelección del centroizquierdista Kirchner, aún no definida, o de la propia Fernández.
Lavagna fue convocado a mediados de 2002 por el entonces presidente interino Eduardo Duhalde, impuesto en enero de ese mismo año por el Congreso legislativo, con la misión de sacar al país del descontrol económico consecuente de la debacle que en diciembre de 2001 se llevó consigo al gobierno de Fernando de la Rúa a mitad de su mandato de cuatro años.
Su antecesor inmediato, Jorge Remes Lesnicov, se mantuvo sólo seis meses en el cargo en que lo había nombrado Duhalde, pero la devaluación, el alza constante de precios y el aumento de la pobreza y el desempleo marcaron su tiempo.
Desde su llegada al Ministerio, Lavagna, quien cultiva un perfil extremadamente cauteloso, consiguió estabilizar las variables económicas y poner en rumbo positivo la actividad del país. En pocos meses, los indicadores comenzaron a mostrar una recuperación, cortando así los casi cuatro años de recesión iniciada en el tramo final del gobierno de Carlos Menem (1989-1999).
Kirchner, del mismo peronista Partido Justicialista que Duhalde y Menem pero en las antípodas ideológicas de éstos, confirmó a Lavagna en el ministerio tras asumir el gobierno de Argentina el 25 de mayo de 2003.
Los analistas coincidieron en que el flamante gobernante no podía darse el lujo de cambiar al funcionario que había garantizado la estabilidad económica del país. Es que aún se mostraba débil políticamente tras haber llegado a la presidencia con sólo 22 por ciento de los votos de la primera vuelta electoral debido a que Menem, el más votado, renunció a competir en segunda ronda.
En esta nueva etapa, Lavagna propuso diversas alternativas para los ahorristas que tenían sus depósitos atrapados en los bancos desde diciembre de 2001, cuando lo había dispuesto el gobierno de De la Rúa, y organizó un monumental y exitoso canje de bonos de deuda pública con acreedores privados, que incluyó una fuerte quita de capital.
Pero después de las elecciones legislativas de mitad de mandato, en octubre de 2005, las cada vez mayores diferencias entre Kirchner y Lavagna se dirimieron con la renuncia del segundo. Desde entonces, Felisa Micelli, más permeable a las políticas y sugerencias del presidente, asumió la titularidad del Ministerio de Economía.
Fue a partir de su salida del gobierno que Lavagna comenzó a pensar en liderar un proyecto alternativo, como lo había hecho en Brasil su amigo Fernando Henrique Cardoso, quien primero fue ministro de Economía y luego logró completar dos mandatos presidenciales consecutivos (1995-2003).
Pero sólo ahora, tras coquetear con casi todo el arco opositor, se resolvió a lanzar su postulación.
Los análisis y reacciones no se hicieron esperar. El presidente de la opositora Unión Cívica Radical (UCR), Gerardo Morales, sostuvo que la candidatura de Lavagna "es la alternativa más seria para las elecciones que vienen" y anticipó que, si la convención del partido lo aprueba, podría concretarse una alianza en mayo.
La tarea no será sencilla. La secretaria general de la centrista UCR, Margarita Stolbitzer, ya anticipó su rechazo a una coalición con Lavagna, a quien consideró un dirigente "conservador", representante de sectores sociales de centroderecha y alejado del progresismo que reivindica su sector, según ella.
Tampoco Lavagna cosecha adeptos entre políticos de su arco de pensamiento, que lo ven como un competidor poco amigo de compartir el poder.
Macri minimizó el lanzamiento. "No me preocupa", dijo, y descartó que su fuerza, Compromiso para el Cambio, confluya detrás de esa candidatura.
Las encuestas también le son desfavorables al ex ministro. Según la consultora Analogías, si hoy se realizaran elecciones y Kirchner fuera candidato, ganaría con más de 50 por ciento de los votos. Si la postulante fuera su esposa, la senadora Fernández, se impondría con 47 por ciento. Lavagna, recoge apenas ocho por ciento de las adhesiones de los consultados.
"La coalición (de Lavagna) tendría mucho más volumen si se avanza en una alianza con Macri", opinó Berensztein, aunque esta alternativa parece descartada por ahora. De todos modos, se advierte que los sondeos conocidos se realizaron, obviamente, antes del lanzamiento. "Habrá que ver qué pasa con la candidatura ya instalada", opinó el experto.
En cualquier caso, Berensztein interpretó que la irrupción del nuevo candidato "genera un escenario político nuevo".
"El gobierno no lo esperaba ahora, y esto lo obliga a hacer cambios. Hasta el momento Kirchner era el dueño de la escena pública, y a partir de este hecho deberá reposicionarse", advirtió.
Además, el lanzamiento de Lavagna sin dudas empujará cambios en la agenda pública, vaticinó. "Van a obligar al gobierno a hablar de temas que no quiere hablar, como por ejemplo de la reforma impositiva pendiente y de la distribución del ingreso, pero también de su política exterior", puntualizó.
En este aspecto, remarcó que unas de las mayores vulnerabilidades del gobierno es el deteriorado vínculo de Argentina con Uruguay a raíz de la controversia surgida en torno a la instalación de una planta de celulosa en la orillas oriental del río Uruguay, que sirve de límite entre ambos países. Los vecinos del lado argentino rechazan la fábrica por temor a que contamine el aire, suelo y el agua del río. Kirchner se hizo eco de los reclamos generándose un conflicto que mantiene enfrentados a los dos gobiernos, sin diálogo a la vista, aunque con una labor de facilitación en curso de parte del reino de España.
"Por primera vez, el gobierno se va a enfrenar al riesgo de desgaste que hasta ahora no tenía", alertó el analista.