Las asimetrías, que afectan la cohesión del Mercosur, ganan mayor amplitud y urgencia con la probable admisión de Bolivia como miembro pleno en la cumbre que tendrá lugar este jueves y el viernes en esta meridional ciudad brasileña.
El canciller de Brasil, Celso Amorim, ya se declaró favorable a la promoción de Bolivia de su actual estatus de país asociado a integrante pleno del Mercosur (Mercado Común del Sur), aunque haya que concederle tratamiento especial, como excepciones temporales en el cumplimiento del arancel externo común, que define el bloque como unión aduanera.
Ello permitiría que Bolivia importe algunos productos con total exención arancelaria para suplir, por ejemplo, la escasez de alimentos, que en los demás países miembros son gravados en la importación. Pero servirá de nuevo argumento para las presiones de Paraguay y Uruguay en favor de condiciones más flexibles para sus pequeñas economías.
La adhesión plena de Bolivia, el más pobre del grupo, acentúa la necesidad de un tratamiento diferenciado en favor del desarrollo de las economías menores del Mercosur, fundado en 1991 por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, al que se agregó el año pasado Venezuela, y que tiene como asociados a país del altiplano, Chile, Ecuador, Colombia y Perú.
Brasil hace tiempo menciona su disposición a la "generosidad" hacia los países mas pequeños, propone ahora exigir menor índice de nacionalización de los productos industriales de Paraguay y Uruguay para que puedan exportarlo sin aranceles a otros miembros del Mercosur.
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Pero asimetrías de Brasil son denunciadas también por Argentina, que se queja de una invasión de productos industriales del país más grande de la región y un gran déficit en el comercio bilateral desde hace varios años.
En consecuencia se acordó el año pasado la adopción del llamado Mecanismo de Adaptación Competitiva, para reducir desequilibrios, pero poco se avanzó.
El desbalance se refleja en el superávit comercial relativamente abultado que obtiene Brasil con todos sus vecinos. El comercio con sus socios en el Mercosur en 2006, aún excluyendo Venezuela, le permitió un saldo positivo de 4.979 millones de dólares, con exportaciones por valor de 13.950 millones de dólares.
Uruguay sólo exportó a Brasil 61 por ciento de lo que importó y Paraguay apenas 24 por ciento respecto de lo comprado. El cuadro es peor para Venezuela, que más que duplicó sus importaciones desde Brasil en los dos últimos años, y Bolivia, que solamente logró algún equilibrio por sus ventas de gas natural.
Más grave es, en este cuadro, que las exportaciones brasileñas sean en su gran mayoría de bienes industrializados, mientras que importa prácticamente sólo productos agrícolas del resto de la región. No es realista esperar alteraciones significativas en ese escenario sino a muy largo plazo.
El expresado deseo brasileño de aplicar inmediatamente recursos del Fondo de Convergencia Estructural, para fomentar proyectos de desarrollo en sectores y áreas menos favorecidas, poco podrá modificar las disparidades comerciales y en atracción de inversiones.
El Mercosur se amplió por dos vías, tras los primeros años conformado sólo por sus cuatro estados fundadores. A excepción de Guyana y Suriname, los países de América del Sur se sumaron como asociados de 1996 a 2004. En agosto del año pasado se decidió aceptar Venezuela como miembro pleno, pedido que se repite ahora con Bolivia.
La incorporación de Venezuela con exigencias flojas, como adaptación al arancel externo común en cuatro años y liberación del comercio hasta 2014, fue un error, según José Botafogo Gonçalves, presidente del no gubernamental Centro Brasileño de Relaciones Internacionales y ex embajador brasileño en Argentina y ante el Mercosur.
Con Bolivia, además de la benevolencia, tendría en común con el caso venezolano los riesgos políticos de gobiernos nacionalistas que pregonan un socialismo aún indefinido, coinciden críticos como Botafogo y otros diplomáticos que comandaron la política exterior del gobierno brasileño anterior, presidido por Fernando Henrique Cardoso, de 1995 a 2003.
Son críticas por razones "ideológicas", de quienes se oponen a la política del presidente venezolano Hugo Chávez, pero sería un error mayor, "colosal", rechazar la adhesión de Caracas, opinó ante la consulta de IPS el historiador Luiz Alberto Moniz Bandeira, autor de libros sobre América del Sur y sus relaciones con Estados Unidos.
La oleada de gobiernos nacionalistas y centroizquierdistas elegidos en América Latina en los últimos tiempos no afecta la integración sudamericana, sino que la favorece, contribuyendo a la ampliación del Mercosur, producto del reconocimiento que "es necesario unirse a Brasil y Argentina" para resistir a las presiones de Estados Unidos, acotó.
Disputas y conflictos son inherentes a los procesos de integración y también fueron frecuentes en la formación de la Unión Europea, señaló el historiador que vive hace varios años en Alemania.
Paraguay y Uruguay, aunque insatisfechos, "no podrían dejar el Mercosur", porque eso dañaría muchos de sus intereses y los dejaría aislados en América del Sur, sentenció.
Las quejas de gobernantes paraguayos y uruguayos, sobre la falta de beneficios de la integración para sus países, son, empero, interpretadas por muchos como amenazas de deserción.
Un acuerdo de promoción de comercio e inversiones, que Uruguay firmará con Estados Unidos a fin de este mes, puede abrir según algunos expertos el camino hacia un tratado de libre comercio en el futuro, un paso inaceptable para el Mercosur, como ya advirtió el canciller Amorim.
Esta Cumbre del Mercosur de Río de Janeiro, que clausura la presidencia sexenal del bloque de Brasil para entregársela a Paraguay, no podrá dirimir tantas incertidumbres, pero será un importante indicador del futuro de la integración sudamericana.
En el encuentro estarán presentes 11 presidentes de la región, con una única ausencia, el recién elegido mandatario de Perú, Alan García.