La imagen de liderazgo que tuvo México en América Latina hasta mediados de los años 90 se tornó luego opaca y hasta conflictiva. Pero ahora, un nuevo gobierno conservador, al que la oposición izquierdista considera ilegítimo, tiende lazos en busca de retomar posiciones.
En su primer viaje al exterior, el flamante presidente Felipe Calderón participó el miércoles en la ceremonia de regreso al gobierno de Nicaragua del ex guerrillero Daniel Ortega y la semana próxima visitará El Salvador.
En el marco de estos periplos, declaró que "nuestra esencia y nuestra sustancia, nuestra historia, nuestro pasado y nuestro futuro sabemos que está en América Latina".
Calderón, quien reemplazó el 1 de diciembre a su correligionario Vicente Fox, exhortó el martes en una reunión con su equipo de política exterior a adoptar posiciones de liderazgo internacional y acercarse con énfasis a los países latinoamericanos.
La canciller Patricia Espinosa, por su parte, declaró que México trabaja para reestablecer sus vínculos con Cuba y Venezuela.
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El nuevo gobierno del Partido Acción Nacional pretende colocar a este país nuevamente como un actor de iniciativas de cooperación y conciliación en la región, señaló a IPS Estela Tello, experta en cuestiones internacionales y catedrática universitaria.
Según Tello, México parece que abandonará "la línea de fuego" en la que se colocó en los últimos años al involucrarse en choques o asumir posturas definidas frente a las periódicas escaramuzas que se presentan entre gobiernos latinoamericanos y Estados Unidos.
La administración de Fox (2000-2006) tuvo varios roces con La Habana y Caracas, al punto de que las relaciones bilaterales con esos gobiernos se manejan desde hace más de un año sólo a nivel de encargados de negocios.
También registró enfrentamientos menores con Argentina y Chile y se distanció de Brasil, todos gobernados por centroizquierdistas.
En su visita a Nicaragua, Calderón intercambió amables saludos con el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, quien era el único de América Latina que se había negado a reconocer a su gobierno con el argumento de que la izquierda mexicana lo consideraba producto de un fraude electoral.
Hasta ahora, parte de la coalición de izquierda que postuló como candidato a la presidencia de México al ex alcalde de la capital, Andrés López Obrador, se niega a reconocer a Calderón como mandatario. No obstante, otro sector de esa corriente avala su investidura desde que la autoridad electoral confirmó que les había ganado por apenas 0,58 por ciento de los votos.
Al referirse a su política exterior, el nuevo mandatario declaró que no acepta para México "ni humillación ni ofensas, pero tampoco guardo rencores ni agravios de nadie".
Tales palabras fueron en alusión a los duros intercambios que su antecesor mantuvo con Chávez.
El mandatario venezolano acusó a Fox en 2005 de prestarse "a ser un cachorro del imperio (Estados Unidos)", luego que éste defendió las posturas de libre comercio y criticó el freno que varios países latinoamericanos pusieron al proyecto de crear el Área de Libre Comercio de las Américas, impulsado desde mediados de los años 90 por Washington.
Con Cuba también hubo enfrentamientos. En 2004 y luego de varios desencuentros, México acusó de injerencias en sus asuntos internos a ese país y bajó a nivel mínimo su relación diplomática, que contrastó con la histórica amistad hacia el gobierno isleño de Fidel Castro.
Hasta mediados de los años 90, los gobiernos del Partido Revolucionario Institucional (PRI) que se sucedieron en México durante casi todo el siglo pasado mantuvo un perfil relativamente alto en América Latina y prefirió permanecer alejado de los conflictos internacionales y actuar como conciliador e independiente, aunque también coqueteó con algunas causas de la izquierda. Así, en los años 70 y 80 condenó las dictaduras militares en los países del Cono Sur de América y abrió sus puertas a cientos de exiliados de esa región que escapaban de la feroz represión desatada.
A fines de la década del 80 y en la del 90 impulsó y medió en los procesos de paz en América Central hasta conseguir que las guerrillas izquierdistas de El Salvador y Guatemala firmasen acuerdos de paz con los gobiernos de esos países. Además, prestó su territorio para varias rondas de negociación entre autoridades de Colombia y la añeja insurgencia.
En 1991 negoció con España iniciativas de cooperación a nivel iberoamericano, de las que derivaron en la celebración anual de cumbres y en la conformación de un bloque de 22 países.
Pero la importancia de México en la región se fue desvaneciendo en los últimos años.
Fox y su antecesor, Ernesto Zedillo (1994-2000) cambiaron el estilo y sus gobiernos tomaron posiciones definidas, en ocasiones contra las posturas de la izquierda de la región y de los grupos llamados altermundistas.
"Yo creo que la apuesta de Calderón es mantener la neutralidad, no comprar conflictos con sus vecinos y asumir posturas de liderazgo siempre que éstas no generen controversia", sostuvo Tello.
Antes de asumir la presidencia, Calderón realizó un viaje por varios países de América Latina donde ofreció mayor cooperación y acercamiento a sus vecinos.
Los analistas consideran que alejamiento de México con América Latina se afianzó en 1994, cuando entró en vigencia el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que integran este país junto a Estados Unidos y Canadá.
Con ese instrumentó se profundizaron los vínculos comerciales de México con sus vecinos del norte hasta concentrar con ellos más de 90 por ciento de sus compras y ventas externas
En mayo de 2005, México comprobó que su apoyo en la región había mermado. En esas fechas, el entonces canciller de México, Ernesto Derbez, retiró su candidatura a la secretaria general de Organización de Estados Americanos (OEA), que era apoyada por Washington, y dejó el camino libre para la elección de su contendiente, el chileno Miguel Insulza.
La renuncia de Derbez se produjo luego de que en varias rondas de votación no pudo vencer a su contendiente y Washington, al parecer, dejo de apoyarlo.
La postulación del canciller mexicano al foro continental sembró y ahondó las tensiones de México con varios países de la región, entre ellos Brasil, Chile y Cuba, otrora aliados cercanos, pero que abierta o veladamente apoyaron a Insulza.