AMBIENTE: Desagradable verano eterno

El planeta será más caluroso, más húmedo y más tormentoso. El mayor estudio científico sobre el cambio climático desmentirá cualquier duda sobre el vínculo entre el uso de combustibles fósiles y el aumento de la temperatura mundial.

Crédito: NASA
Crédito: NASA
Se prevé que la temperatura promedio de la Tierra aumentará entre dos y 4,5 grados centígrados en algún momento entre 2030 y 2050, lo cual tendrá un impacto ambiental masivo, según el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC).

Eso dirá el Cuarto Informe del IPCC, organización que reúne a científicos en representación de gobiernos de todo el mundo. El documento será oficialmente divulgado el 2 de febrero en París, pero algunos detalles ya se conocen.

"Es lo mismo que el IPCC ha dicho durante 20 años, pero con mucha mayor certidumbre científica", dijo a IPS el climatólogo Andrew Weaver, de la Escuela de Tierra y Océanos de la canadiense Universidad de Victoria.

"El aumento de temperatura no será de ninguna manera menor a dos grados centígrados", agregó el experto, uno de los principales autores del informe del IPCC.
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Hace casi 30 años, los climatólogos comenzaron a calcular el impacto de la quema de combustibles fósiles en la temperatura del planeta.

Según sus estimaciones, si la presencia de dióxido de carbono se duplica desde el promedio anterior a la era industrial, de 280 partes por millón (ppm), la temperatura mundial se elevaría entre 1,5 y 4,5 grados centígrados.

Hoy, el nivel de dióxido de carbono se ubica en alrededor de 380 ppm y aumenta tres ppm al año, a una velocidad que aumenta en China, India y otros países en vías de industrialización.

Muchos expertos consideran extremadamente difícil evitar que se alcancen las 560 ppm (el doble de la era preindustrial) en algún momento entre 2030 y 2050.

Luego de seis años de estudio y análisis, los más de 2.500 científicos en más de 130 países involucrados en el IPCC concluyeron, como indica el próximo informe, que esa duplicación de la proporción de dióxido de carbono elevará la temperatura planetaria promedio entre dos y 4,5 grados.

Y ese aumento no será parejo: el aumento de la temperatura en las regiones árticas será mayor, de entre cuatro y ocho grados centígrados.

La hipótesis mínima está virtualmente garantizada, pero la máxima puede ser mucho mayor en la realidad, lo cual dependerá de mecanismos complejos y poco conocidos.

La disolución del permafrost del Hemisferio Norte o una masiva desaparición de selvas amazónicas, eventualidades muy posibles según algunas proyecciones, empujaría la temperatura mundial mucho más allá de lo previsto.

"Ésta no es una buena noticia", dijo Weaver.

Un aumento de apenas dos grados centígrados en el promedio —algo sin precedentes desde los tiempos de los dinosaurios— tampoco lo sería. "Eso implicaría cambios masivos en los ecosistemas", explicó.

Las olas de calor y las sequías serán más intensas y largas, mientras las inundaciones se volverán más frecuentes y dañinas. El ritmo de esos cambios será demasiado acelerado como para que las especies vivas puedan adaptarse, según Weaver.

Las sociedades humanas de los países ricos podrán hacerlo, pero los pobres del mundo no podrán darse esos lujos.

"Los desplazamientos de población serán masivos, lo cual aumentará la inestabilidad", según este experto.

Si Groenlandia sufre un aumento de su temperatura promedio a 2,7 grados, toda su cubierta de hielo se disolvería, lo cual elevaría el nivel de los mares de todo el mundo entre seis y siete metros, aseguró.

La estimación del impacto del cambio climático será divulgada en la segunda parte del Cuarto Informe, a comienzos de abril. La tercera parte se referirá a mecanismos para mitigar el cambio climático, y el IPCC lo publicará a comienzos de mayo.

"Las únicas preguntas científicas valederas en materia de cambio climático en los últimos dos decenios han sido cuán malo y cuán rápido", dijo Naomi Oreskes, profesora de historia y estudios sociales de la Universidad de California en San Diego.

"La única pregunta que queda pendiente es si tomaremos medidas apropiadas con suficiente velocidad", añadió Oreskes en conferencia de prensa.

El proceso del IPCC se ha vuelto en la regla de oro de la cooperación científica en todo el mundo, y su modelo ha sido emulado en otros campos, sostuvo la educadora.

El IPCC opera en las órbitas de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), y no financia por su cuenta ninguna investigación.

Su tarea se limita a recoger, evaluar y sintetizar datos científicos. Cualquier país de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) puede integrarse en el IPCC y cuestionar sus informes. Se requiere consenso para cada palabra del "Sumario para políticos" que incluye cada estudio periódico.

Se trata, por lo tanto, de un proceso científico inherentemente conservador, en el cual países petroleros como Arabia Saudita y Kuwait siempre han tratado de atemperar sus conclusiones y enfatizar en las incertidumbres y desconocimientos, dijo Weaver.

En resumen: el informe del IPCC será sobrio, factual y desdramatizado. De todos modos, concluirá que la evidencia científica sobre la incidencia de la actividad humana en el cambio climático es abrumadora.

"Es hora de que los científicos demos un paso al costado y dejemos a los ingenieros del mundo comenzar a desarrollar las soluciones", sentenció Weaver.

Se requieren nuevas tecnologías y cambios culturales para impedir que la proporción de dióxido de carbono en la atmósfera se duplique.

Expertos consideran paradójico que en esta era de rápido desarrollo científico los automóviles aún contengan motores de ingeniería interna desarrollados hace cien años, y que buena parte de la electricidad proceda de centrales alimentadas a carbón, una tecnología del siglo XVII.

"Cambiar nuestras bombillas de luz por otras de bajo rendimiento no solucionará el problema", indicó Weaver.

El Protocolo de Kyoto obliga a 36 países industrializados a reducir sus emisiones de gas invernadero al menos 5,2 por ciento respecto de los niveles de 1990 para 2012. Después se requerirán recortes aun mayores, pero casi todas las naciones involucradas ya tienen problemas en alcanzar esa meta.

Y el gobierno de Estados Unidos considera que la implementación del tratado es demasiado costosa para su economía, por lo cual retiró su firma apenas George W. Bush asumió la presidencia en 2001.

Estados Unidos es el principal emisor de gases invernadero del mundo, pues consume la cuarta parte de los recursos mundiales de energía.

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