Transnistria, el territorio que busca sin éxito ser reconocido como país independiente de Moldova, celebrará este domingo sus cuartas elecciones presidenciales sin que la comunidad internacional se dé por enterada.
Un año después de constituirse en país independiente en 1991, como consecuencia de la desintegración de la Unión Soviética, en Moldova, con 4,5 millones de habitantes, estalló una breve guerra civil como resultado del intento separatista de Transnistria, ubicada al este del río Dniester y lindante con Ucrania.
Transnistria, con medio millón de habitantes, es gobernada por Igor Smirnov, con respaldo tácito de Rusia y control sobre todas las ramas del poder, el sistema educativo. Según las encuestas, es también el favorito para ganar los comicios.
Smirnov, de 65 años, prometió permanecer en el cargo hasta que Transnistria obtenga reconocimiento internacional. En 2001 ganó los comicios presidenciales con casi 82 por ciento de los sufragios.
En las calles de su capital, Tiraspol, no se ve publicidad de la oposición, según versiones de la misma prensa que realiza una amplia cobertura de las actividades del presidente.
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Moldova lo considera un dictador, pero varios analistas concuerdan en que es un presidente popular, pues logró elevar los estándares del nivel de vida por encima del de ese país gracias a su sistema político de tipo soviético.
Un rival de Smirnov de importancia es Andrey Safonov, periodista y editor del principal diario opositor en un país donde el Estado también controla casi todos los medios de comunicación.
Safonov, quien se manifiesta a favor de crear una sociedad civil sólida, estuvo a punto de no poder ser candidato, pero a último momento la Comisión Electoral Central le permitió presentarse.
Otros candidatos son el empresario Petr Tomayly y el dirigente comunista Nadezhda Bondarenko, aunque algunos escépticos consideran que fueron colocados por las autoridades para simular elecciones plurales.
Ningún candidato cuestiona la independencia, pero sí están abiertos, en diferente grado, a reanudar conversaciones con Moldova respecto de un posible cambio del estatus actual autonómico.
Smirnov desestimó una reunificación por diferencias irreconciliables en el aspecto socioeconómico, pues Moldova tiene una orientación pro-occidental que choca con la de tipo centralizado de Transnistria. Ambas partes se acusan del fracaso de las negociaciones tendentes a alcanzar un acuerdo.
El principal escollo fue el reclamo de Tiraspol de formar una cofederación y la oferta de Moldova de una autonomía simple.
Por su parte, Moldova acusa a Rusia de prolongar el impasse al respaldar al régimen de Tiraspol y retener fuerzas de paz en la región.
La población de Transnistria se reparte en partes iguales entre ucranianos, rumanos y rusos. Todas las lenguas cuentan con reconocimiento oficial, aunque sólo se permite el rumano en el alfabeto cirílico.
"No es un conflicto étnico, pero esas diferencias se están acentuando porque resultan útiles para los políticos", dijo a IPS la politóloga rumana Claudia Ciobanu, quien estuvo hace poco en esta región.
"Los rumanos que viven aquí se sienten reprimidos e insisten en que sólo creando un Estado moldavo más fuerte puede solucionarse el problema de Transnistria".
Pero Smirnov elogia el modelo de democracia ruso y no trata de ocultar sus intenciones de alinear las políticas de educación y finanzas y varios aspectos sociales con Moscú para facilitar una futura unión.
El 17 de septiembre, Transnistria realizó un referéndum no reconocido por Moldova en el que 97 por ciento de los votantes se manifestaron a favor de la independencia y de una "eventual" unión con Rusia.
"Podría ser que la población realmente quiera la autonomía para mantener un estilo de vida soviético, pero también está el tema de hasta qué punto no fue el resultado de la propaganda y la falta de conciencia acerca de la alternativas", indicó Ciobanu.
"La vida parece barata y confortable, el Estado ayuda a la población, la gente está bien vestida, pero por desgracia parece haberse cambiado pobreza por libertad", dijo a IPS.
"La población de Transnitria padece los intereses empresariales de Smirnov, Moldova y Rusia", quienes pretenden mantener el estatus quo, según ella.
El país paria posee las instituciones y símbolos de un Estado propio, pero es más conocido por facilitar actividades ilícitas como el tráfico de armas y humano.
Ciobanu acepta que con mayor reconocimiento la región "tendría que adherir a normas que no son las que Tiraspol establece arbitrariamente", aunque "no hay garantías".
Pero la mayoría de las organizaciones internacionales hicieron caso a la sugerencia de Moldova de ignorar los comicios para quitar legitimidad a esa escindida región.
El gobierno moldavo insiste en que esa zona debe primero democratizarse y fortalecer la justicia, además de hacer marchar de su territorio al ejército ruso.