Un nuevo modelo de integración que priorice a las personas, el uso razonable de los recursos naturales y la disminución de las diferencias socioeconómicas entre los países de la región fueron los objetivos trazados en la II Cumbre de la Comunidad Sudamericana de Naciones, que concluyó este sábado.
"Tenemos la oportunidad de cerrar las venas abiertas de América Latina'", dijo el anfitrión del encuentro en Cochabamba, el presidente boliviano Evo Morales, parafraseando el título de uno de los libros del escritor uruguayo Eduardo Galeano.
Durante tres horas, los presidentes Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil, Michelle Bachelet, de Chile, Bharrat Jagdeo, de Guyana, Nicanor Duarte, de Paraguay, Alan García, de Perú, Tabaré Vázquez, de Uruguay, y Hugo Chávez, de Venezuela, debatieron el complicado escenario de la integración.
A ellos se les sumaron el vicepresidente de Argentina, Daniel Scioli, el vicepresidente de Ecuador, Alejandro Serrano, y la canciller de Colombia, María Consuelo Araújo.
Al cerrar las sesiones de la Cumbre de dos días, los presidentes señalaron que el momento histórico que ha concedido el poder político a gobernantes con gran respaldo popular abre la posibilidad de vencer las barreras burocráticas de la propia diplomacia para poner en marcha un proceso de integración amplio
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"Todos coincidimos en que la gente, los pueblos deben ser el centro de la integración, y en que las grandes desigualdades de una región tan rica es un problema a resolver", señala un documento final.
No obstante, durante el encuentro se evidenciaron diferencias entre los mandatarios.
Mientras Morales abogaba por una articulación de los dos mecanismos de integración regionales, el Mercado Común del Sur (Mercosur) y la Comunidad Andina de Naciones (CAN), Chávez desechaba esa posibilidad.
"Yo prefiero mirar hacia el futuro. Creo que la CAN, con todo respeto, no sirve. Me obligas a decirlo, y creo que el Mercosur tampoco", dijo el jefe de Estado venezolano.
Esta fue una de las divergencias que salieron a la luz durante el encuentro de los líderes sudamericanos, entre los cuales hay algunos más abiertos que otros a las inversiones extranjeras.
La presidenta de Chile, Michelle Bachelet, habló de las dos caras de la globalización. En lo negativo incluyó al desempleo y a la destrucción de las formas de vida tradicionales, pero destacó con mayor énfasis las oportunidades del mercado para obtener logros para la población.
La globalización es "otra carta de oportunidad histórica aprovechable. Como comunidad nos permitirá abrirnos y alcanzar grandes logros para la gente", dijo, y sostuvo que es posible atenuar los riesgos de los efectos negativos aplicando mecanismos que los neutralicen.
El tema de las inversiones llevó al presidente Lula a revelar que sectores de la derecha de su país le pidieron declarar la guerra a Bolivia, tras la nacionalización de los hidrocarburos decidida en mayo por el gobierno de Morales, incluyendo las concesiones de la brasileña Petrobrás.
"Comprendí con orgullo el valor de la soberanía de un país para decidir sobre sus recursos naturales", dijo Lula al justificar su decisión de acudir al diálogo y la negociación en lugar de una confrontación bélica con su principal proveedor de gas natural, que diariamente exporta 26 millones de metros cúbicos de ese recurso.
Lula procuró presentarse como el edificador de una nueva era de integración y reveló que fue el artífice de un acercamiento entre Bolivia y Chile, países que mantienen un histórico diferendo limítrofe.
El presidente brasileño marcó una diferencia con los procesos de integración pasados en la región, en los cuales, según él, se competía por un mayor acercamiento a Estados Unidos.
Hoy, Lula observa un escenario político donde sus principales actores son los mandatarios elegidos por el voto popular y con una tendencia de izquierda.
Sin embargo, señaló: "No estamos haciendo lo que debemos hacer, y no podemos negar nuestra responsabilidad frente a la posibilidad de concretar la integración física, política, de salud y educación de América del Sur".
"No existe una salida individual a los problemas de la región. O logramos la integración económica, política, comercial, industrial y cultural o no tendremos posibilidades para enfrentar el futuro", alertó.
"Los presidentes que participamos en la Cumbre no podemos fallarle a los pobres", añadió.
Los mandatarios aprobaron una propuesta de Lula de elegir a Cochabamba como futura sede del Parlamento Sudamericano.
Por su parte, Alan García propuso la inversión de dos millones de dólares en programas de integración educativa y sugirió que todos los países unifiquen sus sistemas de enseñanza para que los estudiantes de la región puedan continuar sus estudios secundarios y académicos en cualquier nación sudamericana.
"Además de la integración energética, la cooperación financiera, sobre migraciones, de identidad cultural y de protección ambiental, se debe promover un espíritu de fe estudiantil en la integración. De lo contrario, todo está perdido", dijo el mandatario peruano.