Incluir o no a niños y niñas con síndrome de Down en la enseñanza regular es la nueva polémica popular en Brasil. La principal telenovela en exhibición la incorpora a través de una madre en busca de una escuela que acepte a su hija como una alumna más.
En "Páginas de la vida", en la pantalla de la red Globo en el horario central de las 21.00 horas de lunes a sábado, Helena —protagonizada por la conocida actriz Regina Duarte— empezó peleando para que su hija adoptiva no fuera tratada como "especial", con excesiva condescendencia y sin "probar sus límites", en una primera escuela.
Luego enfrentó el rechazo de otras escuelas de calidad reconocida, pero "no preparadas", según sus directoras, para acoger a alumnos discapacitados.
Más tarde, Helena conversa con otra madre satisfecha de tener a su hija en una escuela especial para personas con deficiencias, donde la niña es más feliz que en una regular en la que "sufría mucho".
Esta última escena "chocó" a Claudia Werneck, presidenta de la organización no gubernamental Escuela de Gente, que venía aprobando el tratamiento concedido al tema por el autor de la telenovela, Manoel Carlos, pues destacaba el derecho de los niños con discapacidad a asistir a una escuela común.
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Tal como se encaminó la cuestión en la telenovela en la segunda semana de noviembre, es "un atentado contra la legislación brasileña" que determina que las instituciones educativas, incluso las privadas, deben acoger a todos sin discriminación, y que "tampoco las familias son libres" para privar sus hijos de la enseñanza regular, sostuvo Werneck a IPS. "Los padres no son dueños de los hijos", recordó.
La escena en la que una madre justifica la elección de la escuela especial "legitima la inconstitucionalidad", en un "peligroso" vuelco de la telenovela respecto del problema, por acomodarse a la creencia predominante que tiende a apartar a los discapacitados de la convivencia general, definiéndolos como "un problema de sus familias y no de la sociedad", arguyó.
La escuela inclusiva, la opción brasileña asentada en su Constitución y en los tratados internacionales firmados, tiene que ser capaz de enseñar a todos, sin excepción ni discriminaciones de ninguna especie, "dando cuenta de la infancia del país tal como es", opinó Werneck.
Si la escuela discrimina a uno por síndrome de Down, "podrá discriminar a cualquiera", mientras la "escuela especial es complementaria y no puede sustituir la regular", acotó.
La polémica tiene una vertiente judicial. Un mes atrás, el juez Gustavo Santini Teodoro, de la sureña São Paulo, emitió un fallo concediendo a una escuela privada el derecho de negar la inscripción de una niña con síndrome de Down, ante un reclamo de su madre. Atender a los discapacitados es deber del Estado, no de las instituciones privadas, justificó el magistrado.
Ese proceso no concluyó. La Fiscalía prometió evaluar el dictamen, considerando la legislación brasileña y casos anteriores de escuelas condenadas por rechazar alumnos.
La enseñanza inclusiva, aunque es bien acogida en teoría, en la práctica divide las opiniones, tiene poca vigencia y muchas limitaciones en las escuelas, incluso en las privadas que sirven a sectores ricos de la población.
Un reportaje del diario Folha de São Paulo del 5 de noviembre informó que sólo dos tercios de 18 escuelas consultadas, entre las más tradicionales de la ciudad, acogen alumnos discapacitados. Algunas, sin embargo, presentan restricciones a casos "complicados" como autismo grave.
En el Distrito Federal, donde está la capital Brasilia, una ley establece como plazo el fin de 2007 para que todas las escuelas locales sean inclusivas. Pero hasta ahora sólo 132, o 21 por ciento del total, cumplen la determinación, reconoció la Secretaría de Educación del distrito.
La escuela plenamente inclusiva "es posible" y es un objetivo a perseguir, pero implica una profunda transformación de la enseñanza, que debe recorrer "un largo camino", pues las escuelas en general "no tienen estructura ni capacitación" para acoger a los discapacitados, dijo a IPS la profesora Helena Godoy, ejemplificando con el Colegio Don Pedro II, institución histórica y de gran reputación en la que dictó clases muchos años.
"Los profesores son conservadores", no aceptan cambios por imposición y argumentan que no se formaron para enseñar a una diversidad tan grande de alumnos, por lo que su preparación exigirá un arduo trabajo para "no generar más prejuicios", opinó.
Godoy recordó el "susto" que provocó en su colegio, hace unos años, la presencia de un niño con parálisis cerebral y consecuentes dificultades motoras.
El Colegio Pedro II, un conjunto de 15 escuelas mantenidas por el gobierno federal, la mayoría de ellas emplazadas en Río de Janeiro, ofrece libros en braille para ciegos, pero pocas escuelas lo hacen, acotó.
La red escolar brasileña enfrentará en los próximos años el gran desafío de aceptar masivamente a los alumnos sordos, como dispuso el Ministerio de Salud. Se necesita capacitar a gran cantidad de profesores y traductores de la lengua brasileña de señales (Libras) para cumplir la medida.
Pero la misma comunidad de sordos está dividida respecto de esa inclusión en la escuela regular. Muchos creen que se trata de una cultura distinta, por tener una lengua propia, y defienden una enseñanza diferenciada.
Se estima que cerca de 15 por ciento de los 187 millones de habitantes del país tienen alguna discapacidad.