Los gobiernos de Asia sudoriental cada vez valoran más como herramienta de desarrollo las remesas enviadas por emigrantes a sus familias en sus países de origen, y analizarán el asunto en la conferencia regional que se realizará en Bangkok desde este lunes.
Los representantes de los estados considerarán herramientas para convertir esas enormes sumas de dinero en aportes para programas de desarrollo local, así como medidas para proteger a los emigrantes, frecuentes víctimas de abuso en los países de destino.
Activistas por los derechos de los migrantes manifiestan especial alarma por la situación de las mujeres, que ocupan la mayoría de los empleos descriptos con las "cuatro d", por los términos en inglés de "sucios", "difícil", "degradante" y "peligroso".
Además, son quienes sufren la peor discriminación cuando obtienen trabajo en el exterior y al retornar a sus países de origen.
El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Kofi Annan, y diversos funcionarios de instituciones financieras internacionales como el Banco Mundial alientan el debate político incipiente sobre el valor económico de la emigración.
Los emigrantes, según numerosos expertos, pueden ayudar a sus países de a cumplir con los Objetivos de Desarrollo de las Naciones Unidas para el Milenio, acordados por jefes de Estado y de gobierno en el recinto de la Asamblea General del foro mundial en Nueva York hace seis años.
Entre esas metas figuran reducir a la mitad para 2015 respecto de 1990 la proporción de personas que sufren pobreza y hambre, lograr la educación primaria universal, promover la igualdad de género y reducir la mortalidad infantil en dos tercios y la materna en tres cuartos.
Los líderes mundiales también se comprometieron a combatir la expansión del VIH/sida, la malaria y otras enfermedades, asegurar una sustentabilidad ambiental y generar una sociedad global para el desarrollo entre el Norte y el Sur.
Las remesas pueden jugar un rol fundamental a la hora de cumplir el primer objetivo, observa el "Estado de la Población Mundial 2006", publicado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).
"Mucha gente considera cada vez más la migración como medio de proveer a sus familias", según el informe.
Varios de los ocho países de Asia sudoriental que asistirán a la reunión de Bangkok están toman muy en cuenta este punto de vista.
"Uno a uno, todos estos países emisores (de emigrantes) se dan cuenta de que las remesas pueden fomentar el desarrollo", dijo Jean D'Cunha, director regional de la oficina de Asia oriental y sudoriental del Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (Unifem).
"Comienzan a analizar maneras de usar este dinero para invertir productivamente, más que para el consumo conspicuo", agregó.
Pero Unifem, que organiza la conferencia del lunes y el martes, advirtió que los derechos y preocupaciones de las trabajadoras migrantes no deben ser sacrificados en el proceso.
"Las mujeres trabajadoras migrantes siempre son vistas por los países como materia prima a ser comerciada, como recursos que generarán dinero", opinó D'Cunha. "Lo que se necesita es mirarlas como seres humanos. Sus derechos humanos necesitan ser abordados."
Eso puede lograrse si los países participantes —Brunei, Camboya, Indonesia, Laos, Malasia, Filipinas, Singapur y Tailandia— ponen en práctica los compromisos asumidos en la Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer para proteger sus derechos, señaló D'Cunha.
La Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, que fue adoptada por la Asamblea General de la ONU en 1979, fue ratificada por 185 países.
La posición de Asia sudoriental en la consideración de las remesas de los trabajadores migrantes como parate de la agenda de desarrollo de sus países de origen tiene especial importancia en naciones como Filipinas e Indonesia, donde las mujeres que prueban suerte en el extranjero son más que los hombres.
"En 2005, alrededor de 65 por ciento de los casi 3.000 filipinos que abandonaron el país cada día para trabajar o residir en el exterior fueron mujeres", señala el informe del UNFPA difundido en septiembre. "Entre 2000 y 2003, un promedio de 79 por ciento de todos los migrantes que abandonaron Indonesia para trabajar en el exterior fueron mujeres".
Actualmente, Filipinas es el mayor exportador mundial de mano de obra. La mayoría de los emigrantes de ese país se dirigen a Medio Oriente, Asia oriental, Europa y Estados Unidos.
Se estima que siete millones de filipinos —casi un décimo de la población, de 80 millones de habitantes— están hoy empleados en otros países. Las remesas que envían anualmente a sus hogares equivalen a unos 6.000 millones de dólares, de los cuales un tercio procede de la fuerza laboral femenina.
Unos 19 millones de trabajadores asiáticos emigraron a otro país de la región, y otros seis millones en otros de todo el mundo, según organizaciones no gubernamentales.
"Hoy las mujeres constituyen casi la mitad de todos los migrantes del mundo: 95 millones, o 49,6 por ciento", agrega el informe del UNFPA.
En 2005, las remesas de los emigrantes a sus familias en sus países de origen rondaron los 232.000 millones de dólares en todo el mundo, según el estudio.
"Con 167.000 millones de dólares del total yendo a países en desarrollo, las remesas son considerablemente mayores que la asistencia oficial para el desarrollo", añade.
Estas remesas, en efecto, se han vuelto "la segunda fuente más grande de financiamiento externo para países en desarrollo después de la inversión extranjera directa", continúa. "Expertos consideran que la cantidad real es mucho más alta, dado que estas estimaciones no toman en cuenta los fondos transferidos a través de canales informales".
"Ningún gobierno de Asia tiene una política explícita sobre migración y desarrollo", dijo Rex Verona, director ejecutivo del Centro de Migrantes Asiáticos, en una entrevista telefónica desde Hong Kong, donde está basada su organización no gubernamental.
"Estamos intentando asegurar que los gobiernos, la ONU y el Banco Mundial no creen políticas que depositen la carga del desarrollo en los trabajadores migrantes", agregó.
Más aún porque "los trabajadores migrantes no obtienen un trato justo, pues sus derechos son negados y ellos no han sido protegidos en primer lugar", agregó. "Las remesas no deberían reemplazar a la asistencia extranjera ni a la asistencia oficial para el desarrollo". ***** +Unifem, en inglés (http://www.unifem.org/) +UNFPA (http://www.unfpa.org/sitemap/sitemap-esp.htm) +Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, en inglés (http://www.un.org/womenwatch/daw/cedaw/states.htm) (FIN/IPS/traen-js-mj/mmm/rdr/ap md pn dv hd if pr lb/06)