La renuncia del jefe de policía de la capital de Irán, general Morteza Talai, en protesta por el arresto de un líder religioso de cierta fama marca el peor momento para los disidentes desde la Revolución Islámica de 1979.
Las autoridades nacionales de la policía aceptaron la semana pasada la renuncia de Talai, presentada luego del arresto el día 8 del ayatolá Seyed Hossein Kazemeini Boroujerdi y 300 de sus seguidores.
El hoy ex jefe de policía capitalino advirtió que renunciaría si las autoridades trataban con brutalidad a Kazemeini y sus feligreses, que se habían refugiado fuertemente armados en la residencia del clérigo y en sus alrededores.
La crisis pudo haberse resuelto a través de negociaciones, pero fuerzas ajenas a la policía al comando de Talai sitiaron el lugar, generando tensión en el vecindario teheraní.
Cuando estalló la violencia entre los religiosos y parapoliciales, entre ellos agentes de civil, intervinieron las fuerzas del orden.
"Hubo choques entre la gente y los miembros del culto. Las fuerzas de la ley intervinieron para impedir contratiempos imprevisibles", dijo un informante de las fuerzas de seguridad del gobierno capitalino a la Agencia de Noticias de la República de Irán (IRNA).
Otros informes indican que los manifestantes fueron atacados, en primera instancia, con gas lacrimógeno, y que los seguidores de Kazemeini respondieron tomando rehenes entre los agentes parapoliciales, los milicianos y los agentes de civil.
Los detalles del episodio se conocieron a través de una carta del viceministro de Inteligencia al líder supremo de Irán, ayatolá Alí Jamenei, conocida en algunos sitios en Internet.
Antes del episodio, Kazemeini había enviado cartas de protesta al secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Kofi Annan, al alto representante de la Unión Europea para Política Exterior, Javier Solana, al papa Benedicto XVI, al líder supremo de Irán, Alí Jamenei, y al presidente de la Corte Suprema de Justicia, ayatolá Shahroudi, para protestar por el arresto de 41 de sus seguidores.
En su carta al Papa, Kazemeini afirmó ser el líder de la mayor sociedad religiosa independiente de Irán y que sufre acoso del gobierno por promover la independencia entre religión y Estado.
"Mi único delito es no querer mezclar política con religión", anotó. "Mi casa está bajo sitio desde hace 50 días y ya ordenaron dispararme a mí y a mis seguidores", quienes sufren tortura en prisión, aseguró.
Pero un observador en Teherán que solicitó no ser identificado dijo a IPS que, por el tenor de las cartas, la visión de Kazemeini es exagerada.
"Cuando el gobierno ordenó desactivar las antenas parabólicas, hace un par de meses, él dijo que se trataba de una campaña para acallarlo", ejemplificó.
"Hasta hace poco, Kazemeini era una personalidad conocida sólo por un pequeño grupo de seguidores en un distrito pobre de Teherán donde su padre también había sido predicador. Pero entonces dio un sermón en un estadio y fue convocado al Tribunal Clerical Especial. Ganó fama cuando Amnistía Internacional reaccionó ante los arrestos", indicó el analista.
Otro clérigo disidente, el gran ayatolá Hossein Alí Montazeri —quien llegó a ser el sucesor designado del ayatolá Ruollá Jomeini, líder de la Revolución Islámica—, está desde hace varios años en arresto domiciliario, aunque tiene gran cantidad de seguidores en el país.
Los líderes religiosos están bajo fuerte control. Todos los sermones de los viernes son digitados por el Estado, y cualquier muestra de disidencia es severamente castigada por el Tribunal Clerical Especial, que tiene la facultad de imponer la pena de muerte.
Las autoridades aún no informaron sobre las acusaciones contra Kazemeini. Según la agencia Iranews, dijo: "Se me acusó de creer ser el imán número 12 o su representante, pero eso no es verdad. Yo defiendo las tradiciones."
El diario conservador Jomhuri Eslami lo acusó de fraude y cuestionó sus credenciales religiosas, al tiempo que advirtió contra "las tendencias desviacionistas en la sociedad revolucionaria e islámica".
La creencia en el retorno a la Tierra del imán Mahdi, el número 12, es una de las profesiones de fe fundamentales del Islam chiita, según el cual el líder religioso se ocultó hace 12 centurias de la humanidad por orden de Dios y regresará en el día del juicio final para salvar el mundo.
Incluso el presidente Mahmoud Ahmadinejad se refirió al imán Mahdi en su discurso ante la Asamblea General de la ONU. "Elevo mi voz para anunciar que el mundo necesita hoy, más que nunca, el Hombre Perfecto, el Verdadero Salvador, quien traerá justicia, paz y fraternidad al mundo", dijo entonces.
Pero si alguien afirma ser el intermediario entre el Imán Oculto y el pueblo se arriesga a la cárcel, algo que sucede con cierta frecuencia. (FIN/IPS/traen-mj/ks/ss/mm ip cr hd/06)