Para remedar los males del colonialismo, el Norte debe asumir la obligación moral de ayudar al Sur, pero lo sucedido en aquella etapa no priva al mundo pobre de su obligación de respetar los derechos humanos y la democracia, dijo Kumi Naidoo, de la red CIVICUS. Ése es uno de los mensajes de la campaña «Levántate contra la pobreza», que se desarrollará este domingo y el lunes.
Miles de personas de todo el mundo se pondrán de pie contra la pobreza, literalmente, a las 10 de la mañana del domingo y el lunes. Un día después, el martes 17 de octubre, se cumplirá el Día Internacional de la Erradicación de la Pobreza.
La intención de la campaña organizada por la alianza Llamado Global de Acción contra la Pobreza (GCAP) es presionar a los gobiernos para que alienten el comercio justo y los compromisos asumidos en 2000 por la comunidad internacional y conocidos como Objetivos de la ONU para el desarrollo del Milenio.
Una de las finalidades de la actividad de este domingo y el lunes es integrar la campaña en el Libro Guiness de los Récords, explicó a IPS Kumil Naidoo, secretario general de la Alianza Mundial para la Participación Ciudadana CIVICUS, que integra a 112 coaliciones, organizaciones religiosas, sindicatos, grupos comunitarios e individuos.
IPS: ¿Cómo fue concebida la campaña "Levántate contra la pobreza"? ¿Cómo evaluar el impacto de este gesto simbólico en el mundo real?
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KUMI NAIDOO: El año pasado convocamos los "días de pulsera blanca" (que identifica a quienes exigen un mayor compromiso contra la pobreza), en ocasión de la cumbre del Grupo de los Ocho (países más poderosos del mundo), la Cumbre del Milenio y la conferencia de la Organización Mundial de Comercio (OMC).
Pensamos entonces que era muy importante mantener la presión sobre los gobiernos de los países ricos para que cumplieran los tibios compromisos que habían asumido en el Grupo de los Ocho.
La idea es establecer un récord para el Libro Guiness y obtener la atención de los medios de comunicación, lograr que la gente se sienta parte de algo innovador. Pero, sobre todo, el propósito real es comenzar a reconstruir una opinión pública mundial favorable a las demandas a los países ricos de cancelación de deudas, mejora de la calidad de la asistencia y aumento de su cantidad.
— En su sitio web, usted observa que los simpatizantes de GCAP realizaron más de 30 millones de acciones contra la pobreza desde 2005. Es un número increíble. Un año después, ¿está satisfecho con la acción?
— Vale la pena recordar que, cuando se reunió la cumbre del G-8, dijimos, en resumen, que la gente rugió y el G-8 susuró. Lo que se puso sobre la mesa y lo que se implementó el año pasado estuvo muy por debajo de las aspiraciones que movilizaron a la opinión pública mundial.
Nos ponía ansiosos los condicionamientos de la asistencia, el modo en que se manejaría y queríamos que muchos más países se incluyeran en el esfuerzo, al menos 65. El G-8 se comprometió a hacerlo, pero eso, hasta hora, no ocurrió.
En términos de ayuda, dijeron que aumentarían la asistencia 50.000 millones de dólares al año para 2010, con 25.000 millones para África y 25.000 millones para el resto del mundo. Pero la palabra mágica es "para". Es como responder al tsunami cinco años después de que ocurrió.
Por desgracia, luego de la cumbre del G-8, vimos que la cantidad de dinero comprometida para cancelación de deudas terminaba siendo incluida en la cuenta de los fondos de asistencia.
El año pasado, la mayor desilusión fue la total ausencia del movimiento de justicia comercial. Las cuestiones de asistencia y cancelación de deuda son para remediar las injusticias históricas del colonialismo, mientras la justicia comercial es materia de mirar hacia el futuro, de darle a los países la posibilidad de escapar de la trampa de la asistencia. Se suponía que la ronda de negociaciones de la OMC iniciada en Doha iba a tener el objetivo de alentar el desarrollo, pero los países ricos, en especial la Unión Europea y Estados Unidos, violaron totalmente ese espíritu. Es una gran, gran traición.
— ¿Qué diferencia cree que debe haber entre el mensaje que emiten a sus respectivos gobiernos los activistas del mundo industrial y el de los del mundo en desarrollo?
— En los países industriales debemos concentrarnos en alentar a los gobiernos a cumplir con sus compromisos internacionales cuantitativos en materia de asistencia, que tienen 35 años de antigüedad y fueron formulados en una época en que el mundo era un lugar muy diferente y muchos países aún salían del colonialismo.
En ese entonces, los países industriales comprendieron, si bien nunca lo admitieron explícitamente, que se trataba de compensar los crímenes del colonialismo. Y ahora les decimos que 35 años es demasiado tiempo para esperar que destinen menos de uno por ciento del producto nacional bruto a la asistencia. De hecho, sólo cinco países cumplen con esa meta, y Gran Bretaña habla de alcanzarla para 2013.
Eso refleja una gran falta de comprensión sobre la urgencia de la tragedia que la pobreza implica, con miles de personas muriendo cada día de hambre y enfermedades prevenibles.
Pero también demandamos mejoras en la calidad de la asistencia, porque el Norte le impone condicionalidades, lo cual priva a las naciones pobres de su soberanía económica. Algunas son demandas legítimas de gobernanza, pero muchas veces van más allá y determinan que la ayuda vuelva a los donantes.
Otra demanda es la justicia comercial y el fin de los inmorales subsidios. La Unión Europea subsidia a cada vaca con dos euros diarios, y la mayoría de la gente del resto del planeta está obligada a sobrevivir con mucho menos que eso.
A los del Sur les decimos que entiendan que, a nivel macro, buena parte de la responsabilidad corresponde a los gobiernos de los países ricos. Pero eso no puede ser excusa para no avanzar en cuestiones que están bajo control inmediato de los gobiernos de los países pobres.
No podemos acusar al colonialismo de no respetar ahora los derechos humanos, la democracia efectiva y la equidad de género ni luchar contra la corrupción. (FIN/IPS/traen-mj/ks/ld/wd dv md pn wt/06)
