La nieve comenzó a caer en las elevadas montañas de Pakistán dos semanas antes de lo normal. Otro invierno, con temperaturas bajo cero, pronto envolverá valles y cimas, afectando a casi dos millones de personas que siguen sin hogar tras el terremoto que hace un año sacudió el noroeste del país.
Al empezar el invierno boreal, que el Departamento Meteorológico de Pakistán pronostica será más severo que el anterior, algunos funcionarios se manifestaron preocupados por la falta de refugio para quienes todavía viven en tiendas de campaña en las áreas afectadas por el sismo.
"La reconstrucción de viviendas es nuestro mayor desafío", afirmó la ministra de Asuntos Económicos y Estadísticas, Hina Rabbani Khar, quien habló en una conferencia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) al cumplirse la semana pasada el primer aniversario del terremoto.
"Aunque este es uno de los sectores más importantes, todavía sigue siendo uno de los que reciben poca financiación", admitió.
Khar señaló que, mientras el gobierno pasa de las tareas de alivio a la reconstrucción, se estima que 2.000 millones de dólares son aún necesarios para reconstruir los casi 600.000 hogares que fueron destruidos por el terremoto.
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Hasta ahora solamente 300.000 personas regresaron a sus hogares permanentes, según Khar. Los sectores de la salud, el agua y el saneamiento continúan sin los recursos financieros adecuados, afirmó.
"Estamos intentando que los compromisos (de donantes) se concreten lo más rápido posible", dijo el ex presidente estadounidense George Bush (1989-1993) en la conferencia de prensa. "Pero todavía tenemos un largo camino que recorrer antes que yo pueda expresar una satisfacción total", agregó el padre del actual presidente de ese país, George W. Bush.
El ex mandatario es el enviado especial de la ONU para la ayuda en la reconstrucción de la zona afectada por el terremoto, de 7,6 grados en la escala de Richter, que el 8 de octubre de 2005 golpeó a la Provincia de la Frontera Noroccidental y a Azad Jammu y Cachemira (en la zona de Cachemira administrada por Pakistán).
El desastre dejó un saldo de 73.000 muertos y 3,5 millones de personas sin hogar y afectadas en un área de unos 30.000 kilómetros cuadrados. También impactó en la parte de Cachemira administrada por India, aunque en una escala mucho menor.
Haciéndose eco de las preocupaciones de Khar, el ex presidente estadounidense precisó que todavía faltan completar los aportes internacionales al Plan de Recuperación Temprana de Pakistán, presentado en mayo para ayudar a concretar la transición del alivio a la reconstrucción.
Poco después del terremoto, Pakistán creó la Autoridad para la Reconstrucción y la Rehabilitación tras el Terremoto, para controlar y coordinar los trabajos a más largo plazo.
La Autoridad estimó que se necesitarán 4.300 millones de dólares para los esfuerzos de reconstrucción posterior al terremoto en 12 sectores. Entre ellos, salud, educación, vivienda, medios de vida, agua y saneamiento, gobernanza, telecomunicaciones, electricidad, transporte, seguridad social, turismo y ambiente.
Inmediatamente después del terremoto, la comunidad internacional de donantes se comprometió a entregar fondos que superaron las estimaciones previas, prometiéndole a Pakistán 6.700 millones de dólares en subsidios y préstamos. Hasta ahora, 5.400 millones de dólares fueron comprometidos o gastados en proyectos, según Khar.
Bush, que es responsable de movilizar fondos prometidos por donantes, admitió estar preocupado por la "fatiga de donantes". Pese a esfuerzos concertados, señaló que él tuvo "algunas respuestas, pero no tantas como nos gustaría" de muchos países.
A modo de comparación, el pedido de la ONU para los afectados por el tsunami asiático del 26 de diciembre de 2004, que cobró más de 200.000 vidas, fue plenamente financiado, y cerca de 80 por ciento de los compromisos de los donantes para ese desastre se consiguieron en los primeros meses que siguieron al acontecimiento.
Del pedido de 552 millones de dólares que hizo la ONU para los afectados por el terremoto en Pakistán, sólo 70 por ciento fue aportado hasta la fecha, según Stephanie Bunker, funcionaria de información pública de la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, que controla los esfuerzos de financiación de la ONU en los casos de crisis humanitarias.
Rebecca Scheurer, gerenta regional para Asia, Medio Oriente y Europa en la Cruz Roja de Estados Unidos, coincidió en que en las postrimerías del tsunami y del huracán Katrina, que azotó la costa estadounidense del golfo de México el 29 de agosto de 2005, se instaló una suerte de fatiga de donantes.
Pero también señaló que, a diferencia de lo que ocurrió con el tsunami o con Katrina, muchos simplemente no fueron conscientes de la real magnitud del desastre hasta varios días e incluso semanas después de ocurrido.
"El escarpado terreno y lo remoto de las aldeas afectadas dificultaron significativamente la capacidad de las autoridades pakistaníes y de la comunidad de donantes para realizar rápidas evaluaciones de las necesidades", dijo Scheurer a IPS. "Fue por esto, en gran parte, por lo que la total escala del desastre no resultó evidente en los momentos inmediatamente posteriores" al mismo.
Al momento del terremoto, Scheurer era consejera regional para Asia meridional en la Oficina para la Asistencia de Desastres Extranjeros de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid). Trabajó en los tres desastres.
Además de la complicada topografía del lugar y los desafíos vinculados en materia de acceso, las organizaciones humanitarias y de donantes también tuvieron que ser conscientes de las sensibilidades culturales y de seguridad.
"Muchos en la comunidad de organizaciones humanitarias consideraron que este fue el desastre natural más desafiante de nuestro tiempo", dijo Scheurer a IPS.
La respuesta coordinada de Pakistán y la administración de las inmediatas operaciones de alivio y rescate generalmente fueron consideradas un éxito, particularmente por evitar una pronosticada segunda ola de muertes el último invierno, que resultó ser relativamente templado.
Pero organizaciones de asistencia advierten que, si el invierno que se avecina es severo, tal como se prevé, miles de personas que viven en refugios temporarios e insuficientes nuevamente serán vulnerables.
Son aproximadamente 30.000 las personas refugiadas en campamentos oficiales ubicados en dos de las ciudades más afectadas, Muzzafrabad and Balakot, según cifras del gobierno.
Esto constituye apenas cinco por ciento de quienes estuvieron en campamentos el año pasado. Empero, Khar se mostró optimista respecto de hallar viviendas más permanentes para las personas que se alojan en estos campamentos.
Oxfam Internacional y otras organizaciones humanitarias, sin embargo, sitúan el número total de personas sin hogar en 1,8 millones.
Según Oxfam, que recientemente difundió un informe sobre los desafíos que afronta la respuesta al terremoto, el gobierno pakistaní todavía tiene que preparar planes para la vasta mayoría de las personas sin hogar, que están principalmente en áreas rurales y carecen de tierras, viviendo en campamentos no oficiales, refugios improvisados o con amigos y familiares.
El informe señala que ellos "no han comenzado a reconstruir sus hogares; la mayoría de ellos están en refugios improvisados que ofrecen protección limitada contra el frío que se avecina".
Organizaciones humanitarias como Oxfam y la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja urgieron a que los campamentos, que el gobierno había planeado cerrar, se mantengan abiertos este invierno.
Oxfam recomienda construir "refugios temporarios acondicionados para el invierno para personas que viven en áreas rurales y montañosas que no son capaces de reconstruir" y "mejorar refugios de invierno para personas que están en campamentos (especialmente en la Provincia de la Frontera Noroccidental)".
Scheurer dijo que la Cruz Roja de Estados Unidos destinó 2,5 millones de dólares a apoyar las necesidades de la Federación Internacional de la Cruz Roja y de la Sociedad de la Medialuna Roja de Pakistán para el inminente invierno.
"La comunidad humanitaria estuvo ocupada con planes de contingencia, anticipándose a las necesidades continuas que se suscitarán durante el invierno", declaró a IPS. "Aún no podemos pensar en Pakistán en una fase de reconstrucción".