AMBIENTE: Combate contra deforestación pasa por el Norte

El Norte industrializado debe pagar a los países tropicales para que protejan sus selvas, ya que su capacidad de almacenar dióxido de carbono y mitigar el cambio climático las hace más valiosas que la misma tierra destinada a otros usos alternativos.

Esa afirmación surgida de un informe del Banco Mundial es apoyada por ambientalistas que alertan sobre la urgencia vital de reducir la deforestación, pero que, a su vez, entienden que el mecanismo adecuado no es el sistema llamado mercado de carbono, uno de los gases que recalientan la atmósfera. Esa estrategia, además, es demasiada complicada de implementar.

Las selvas se achican a un ritmo de cinco por ciento cada década desde la mitad del siglo pasado. En el último lustro, se perdieron más de 50 millones de hectáreas, un área casi igual al territorio de Francia.

Además de la pérdida de biodiversidad, la destrucción de los ecosistemas y otros impactos negativos, la deforestación es una de las principales responsables de las emisiones a la atmósfera de los gases de efecto invernadero, a los que la mayoría de los científicos atribuyen el recalentamiento del plantea.

De hecho, los gases invernadero debido a la deforestación equivalen casi al doble de los que libera el transporte carretero mundial.

"Los árboles valen más vivos y almacenando carbono que quemados y transformados en campos improductivos", advirtió Kenneth Chomitz, responsable del informe del Banco Mundial publicado el lunes.

"Un hacendado brasileño que limpia una hectárea de bosques en el Amazonas para desarrollar pasturas cuyo valor equivaldrá a unos 300 dólares libera 500 toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera mientras se pudren y se queman los árboles", dijo Chomitz a IPS.

Pero en el mercado de carbono europeo, donde ese gas tiene un valor de 15 dólares por tonelada, esa hectárea de selva vale 7.500 dólares.

En otras palabras, la industria europea paga 15 dólares para compensar cada tonelada de dióxido de carbono que emite y así cumplir con sus cuotas pautadas por la comunidad internacional. Un parque eólico, que no emite gases invernadero a la atmósfera puede vender créditos de carbono.

"Al limpiar una hectárea, el hacendado destruye un valor equivalente a 7.500 dólares para crear uno de 300 dólares", sostuvo. "Tenemos que ser lo suficientemente ingeniosos para ver cómo compensar a los propietarios y a los gobiernos nacionales para que sus selvas preserven el carbono".

El Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) del Protocolo de Kyoto permite a las naciones miembro cumplir con su reducción prevista financiando recortes de emisiones de carbono en otras partes del mundo y ayudando a los países en desarrollo a reducir las suyas.

La reforestación integra el MDL, pero impedir o evitar la deforestación no está permitido.

"El Protocolo tiene una gran asimetría. Las selvas se talan mientras se plantan árboles para conseguir créditos de carbono en la puerta de al lado", remarcó Chomitz.

Si las naciones en desarrollo pueden obtener ingresos reduciendo la deforestación, el dinero podría utilizarse para preservar las selvas y fomentar la agricultura productiva en tierras no tan buenas, apuntó.

Costa Rica y Papua Nueva Guinea ya consultaron a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático para que estudie formas de incentivos para que los países eviten la deforestación mediante créditos de carbono, indica el informe del Banco Mundial.

Esa entidad multilateral de crédito estima que el valor del carbono intercambiado en 2005 ascendió a 10.000 millones de dólares, con la perspectiva de un mayor aumento mediante nuevos proyectos de financiación al desarrollo sustentable en el Sur.

Se espera que el asunto sea un tema importante de la Conferencia de Cambio Climático de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), a realizarse en Nairobi a mediados de noviembre, indicó Chomitz.

El tema despertará acalorados debates. Muchos ambientalistas se oponen a la idea de intercambiar "carbono marrón" de las plantas de carbón por "carbono verde" de las selvas, indicó Bill Barclay, activista de Rainforest Action Network, una organización ambientalista con oficinas en San Francisco y Tokio.

"No se debería intercambiar uno por otro, no son la misma cosa", dijo Barclay a IPS.

Las emisiones de carbono despedidas por el combustible fósil son, en esencia, permanentes pues se quedan en la atmósfera por cientos de años. El carbono de las selvas es dinámico, un incendio, una inundación o un brote de alguna enfermedad puede liquidar a los árboles, liberando todo ese carbono a la atmósfera.

Resulta tentador financiar la preservación de selvas mediante el mercado de carbono, pero sería muy complejo establecer un sistema que mida y supervise la cantidad de ese gas almacenado por ellas durante décadas. Reducir las emisiones industriales es más fácil y más efectivo, indicó.

Chomitz reconoce esa dificultad pero considera que con las observaciones satelitales gracias a sistemas como el GPS (Sistema de Posicionamiento Global), el control y la fiscalización son posibles.

La compra de créditos de "carbón verde" baratos para compensar las emisiones industriales es una forma fácil de que el Norte industrializado no haga nada diferente, remarcó Barclay.

Una mejor forma de invertir ese dinero son las nuevas tecnologías que liberan poco carbono a la atmósfera. El cambio climático pone en peligro a las selvas y un tercio del Amazonas puede haberse perdido según algunas estimaciones, añadió.

"Tenemos que hacer las dos cosas: disminuir nuestras emisiones de carbono procedente del combustible fósil y reducir la deforestación. Pero en ninguno de los casos estamos haciendo un muy buen trabajo", apuntó Barclay.

El estudio del Banco Mundial también señala que el alivio de la pobreza debe formar parte del marco para la conservación de selvas mediante el mercado de carbono.

"Llegó el momento de reducir las presiones de las selvas mediante un marco integral que incluya su manejo sustentable mediante una estrategia global para atenuar el cambio climático y preservar la biodiversidad", señaló Katherine Sierra, vicepresidenta de Desarrollo Sustentable del Banco Mundial.

El documento de ese organismo no menciona que la deforestación avanza de la mano del consumo de carne de vaca barata, soja, madera y otros productos en las naciones ricas del Norte.

Las políticas del Banco Mundial tuvieron un papel significativo al financiar, por ejemplo, el crecimiento de las plantaciones de soja en la selva amazónica y en la sabana a principios de la década del 90 para abastecer a los mercados europeos, remarcó Barclay.

En la actualidad, la deforestación enriquece a algunas pocas personas, pero las nuevas instituciones y tecnologías de la red de conservación de selvas mediante el mercado de carbón tienen posibilidades de contrarrestar eso, sostuvo Chomitz.

Un mejor enfoque sería que los gobiernos industrializados contribuyeran con un fondo destinado a compensar a los gobiernos del Sur por la reducción del ritmo de deforestación en sus países, propuso.

"Disminuir la deforestación trae gran cantidad de beneficios incluyendo la preservación de la biodiversidad y la reducción de las emisiones de carbono", apuntó Chomitz, agregando que al atacar las causas de ese mal se avanza mucho en la solución de problemas. (FIN/IPS/traen-vf/dm/sl/na en kp/06)

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe