PERIODISMO: Recuerdos del 11/9

«Si hay una sola imagen que vaya a recordar de la destrucción del World Trade Centre es el salto desde los pisos más altos de aquellos que escogieron una muerte diferente a ser ahogados por el humo o consumidos por las llamas», escribió John Bussey, del diario The Wall Street Journal.

El periodista fue uno de los sobrevivientes de los devastadores atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington.

Bussey quedó rezagado en la Número Uno de las Torres Gemelas luego de que el edificio fue evacuado. "Cuando las ventanas explotaron y el escombro comenzó a llover dentro de la oficina, me escondí debajo de un escritorio. Intentaba salvar mi vida", recordó en una entrevista días después.

Los periodistas que presenciaron la masacre entendieron de inmediato que a partir de ese momento nada volvería a ser lo mismo. Sin embargo, nunca imaginaron lo que sucedería en los cinco años siguientes: la campaña militar en Afganistán, la invasión y ocupación de Iraq, los periodistas asignados a unidades militares y la "guerra contra el terrorismo".

Un total de 103 periodistas y trabajadores de prensa murieron en Iraq desde que comenzó la guerra en marzo de 2003, según la organización Reporteros Sin Fronteras. Dos aún permanecen desaparecidos. Esta agencia de noticias perdió a su colaborador Alaa Hassan en un tiroteo en las calles de Bagdad en julio pasado.
[related_articles]
El 11 de septiembre de 2001, inmediatamente después del primer impacto, mientras un torrente de personas huía del epicentro, bomberos, policías y periodistas iban en la dirección opuesta.

El coraje de los policías y de los bomberos ha sido elogiado en varias películas y documentales. Pero lo que experimentaron los periodistas no ha salido todavía a luz.

William Biggart fue probablemente el primer periodista gráfico en el lugar de los atentados. Su cadáver fue hallado entre las ruinas del World Trade Centre cuatro días después.

David Handschuh, del periódico New York Daily News, tuvo mejor suerte. Fue empujado por la onda expansiva y quedó debajo de un automóvil estacionado cerca del lugar. Logró escapar con fracturas en una pierna.

A Seth Cohen, otro fotógrafo periodístico, lo despertó el teléfono aquella mañana. Vivía a seis manzanas de las Torres Gemelas. Tomó su bicicleta y, cámara en mano, se dirigió rápidamente al lugar de los atentados. No podía creer lo que estaba viendo, diría más tarde. Las personas estaban todas cubiertas de polvo. Aquello parecía una alucinación.

Intentó concentrarse y comenzó a sacar fotografías. En sus tomas, a blanco y negro, se ven una niebla fantasmagórica cubriendo los árboles que quedaron en pie y una señal de tráfico que indica el camino perdido hacia Wall Street.

Xavier Araújo, del periódico puertorriqueño El Nuevo Día, capturó imágenes que revelan el infierno vivido dentro de las Torres Gemelas. "Tomamos fotos de personas saltando de los edificios", dijo poco después de los ataques.

"Estaba durmiendo cuando me llamó mi editor", dijo Greg Kelly, ex periodista del canal de televisión local NY-1. Su primer impulso fue ir al St. Vincent's Hospital, en la calle 11. Se esperaba la llegada de cientos de heridos.

Pero "en seguida quedó claro que no sería el mejor sitio. No llegaba nadie", recordó luego en una entrevista. Kelly decidió acercarse a lo que quedaba de las Torres Gemelas. Fue detenido por un miembro de la Guardia Nacional que confundió su acreditación de prensa con un permiso policial. Él no corrigió al guardia y fue uno de los primeros periodistas de televisión en entrar al lugar de los hechos.

"Estaba tan lleno de humo que todos parecían desorientados. Nada estaba en su lugar. Alguien señaló a algo en el pavimento que parecía ser escombro. 'Son partes humanas', dijo luego. No se parecía ninguna parte humana que yo conociera. No sentía furia. Estaba preocupado por la posibilidad de que me descubrieran, me echaran y confiscaran mis cosas", contó.

"De pronto, escuchamos un gran estruendo. No podíamos decir de dónde provenía. Estábamos en una montaña de escombros. El Edificio Número Siete del complejo del World Trade Centre se vino abajo. Mientras sucedía eso, yo estaba hablando por teléfono: 'Holocausto nuclear' fue la única descripción en la que pensé", contó.

Esa tarde, esta periodista hizo fila con otra decenas de personas el St. Vincent's Hospital, no lejos de donde solía vivir, en el corazón del centro de la ciudad. Como Kelly, descubrí que no había muchos heridos. Como mi tipo de sangre es O negativo, que se suponía iba a escasear para a la atención de las víctimas, anotaron mi nombre y mi número telefónico, pero nunca llamaron.

Yuri Kirilchenko, un periodista radial que trabajaba para la agencia de noticias rusa Itar-Tass, estaba estacionando su auto cerca del lugar cuando colapsó la primera de las Torres Gemelas. Un tsunami de escombros comenzó a perseguir a la multitud que se encontraba frente al edificio.

Kirilchenko, un gigante de dos metros de altura, cargó a alguien en su espalda y huyó del lugar. De esta manera llevó a otras personas a lugares seguros. Luego se sintió mal. Su esposa y su editor lo encontraron yaciendo inconciente cerca de una boca de incendio. Seis horas más tarde, se despertó en la cama de un hospital tras haber sido sometido a una urgente operación de corazón.

Minutos después del segundo impacto, la torre Número Uno fue evacuada. Allí tenía sus oficinas el periódico The Wall Street Journal. Todos se preguntaban cómo haría el mayor diario del país para circular al siguiente día. El periódico tenía una segunda oficina en Nueva Jersey y un plan de emergencia. ¿Pero dónde estaban los periodistas? De inmediato se supo cuántas de las 900 personas que trabajaban en el periódico habían salido ilesas de la tragedia y pudieron cruzar el río, ya que la neoyorquina isla de Manhattan estaba prácticamente cerrada y sólo se podía salir por un ferry.

Bussey, editor de las páginas internacionales del diario, contó en vivo por teléfono la destrucción de la que era testigo para el canal de televisión CNBC.

El edificio comenzó a desmoronarse. Bussey salió de debajo del escritorio donde estaba refugiado y comenzó a tantear la pared, intentando encontrar la salida. Desorientado, pasó dos veces al lado de una puerta, hasta que pudo huir.

Mientras, en Nueva Jersey, algunos trabajadores comenzaban a llegar uno por uno.

A eso de las cuatro de la tarde habían llegado apenas 30 periodistas, de un total de 400 en un día normal.

"No había editores a la vista, así que Jim Pensiero, cuyo trabajo era la administración del presupuesto de la redacción, pero que tenía alguna experiencia editorial, se convirtió en el editor ese día. Apenas llegaron algunos periodistas, cubiertos de polvo, fue asignado a la tarea, aun cuando no estaba acostumbrado a esa labor. Cuando llegué, no quedaba nada por hacer, así que comencé a escribir sobre lo que había visto", contó Bussey.

"Algunos caían (de los pisos más altos de las Torres Gemelas) moviendo sus brazos y piernas, mirando hacia abajo cuando se acercaban al suelo. Otros cayeron de espaldas, intentando ver las llamas y el cielo", escribió.

"La escena parecía sacada de (la antigua ciudad romana de) Pompeya después de la erupción del Vesubio. Pulgadas de cenizas en el suelo. Humo y polvo enturbiaban el aire", agregó en su crónica, que apareció en la tapa del diario al día siguiente.

En otra sala de redacción del centro de Manhattan, la del periódico The New York Times, las cosas transcurrieron en forma más ordenada.

"Los ataques fueron perpetrados temprano en la mañana, así que tuvimos tiempo para organizarnos. The New York Times de inmediato entendió que enfrentaba un gran desafío: el mundo nos miraba. Era un acontecimiento trascendente con dimensión histórica", dijo Serge Schmemann, uno de los principales escritores del diario.

"La cobertura debía ser apropiada, sobria, completa y no especulativa. Es por eso que no hablamos de miles de muertos ni mencionamos a Osama bin Laden (líder de la red terrorista Al Qaeda) como el culpable automático. No queríamos causar pánico ni contribuir a la represión. Debíamos pasar el examen de la historia", añadió.

Cuando vio por televisión el colapso de las Torres Gemelas, Schmemann comenzó a escribir su artículo, que fue tapa del diario al día siguiente.

"Mientras los médicos y enfermeras en los hospitales de la ciudad atendían a cientos de heridos, crecía la sensación de que a lo largo del día tendrían cada vez menos trabajo: las morgues iban a estar más ocupadas", escribió.

El resto es historia.

*Miren Gutiérrez es editora jefa de IPS. El día de los atentados, era la única periodista presente del diario español El País. Este artículo esta basado en entrevistas realizadas en ese momento.

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe