INDIA: Tierras fértiles a cambio de industria

Campesinos de la oriental provincia india de Bengala Occidental rechazan la decisión del gobierno comunista local de entregar tierras de cultivo para que construya una planta de automóviles el grupo Tata, todo un símbolo del capitalismo en este país.

"Solamente nos quitarán la tierra pasando por encima de nuestros cadáveres, ya sea Tata o el gobierno estadual", dijo Bikas Das, un agricultor de la aldea Khaserveri, en el distrito Hooghly, consciente de que se pone en contra del Frente de Izquierda de Bengala Occidental, al frente de la provincia desde 1977.

"No daremos ni una pulgada sin luchar", dijeron Das y sus vecinos de la aldea, enojados con el reformista ministro jefe de Bengala Occidental, Buddhadeb Bhattacharya, y a Tata Motors, la empresa que eligió los 410 hectáreas de tierra del lugar para un proyecto de fabricación de automotores.

Más de 15.000 pobladores rurales y sus familias, incluyendo minifundistas, peones, trabajadores informales, zafreros de la industria del algodón y pequeños empresarios en Singur ahora viven bajo la amenaza de desalojo y pérdida de sus medios de vida, a cambio de un pequeño paquete de compensaciones.

A pocos kilómetros de allí, en la aldea Bankura, cuya población es mayoritariamente musulmana, en el distrito Howrah, Mehboob Ali Halder se para inútilmente en su tierra de cultivo contra un cielo crepuscular recortado por la silueta de grande máquinas que trabajan en la construcción de una ciudad por parte del grupo Salem, de Indonesia.

Ante sus ojos, las aspiraciones de grandes capitales adquieren vuelo en unas 160 hectáreas de tierra elegida por el grupo Salem para construir la "Ciudad Internacional Kolkata Occidente", un municipio internacional que simboliza la estrategia del gobierno del Frente de Izquierda en busca de inversión extranjera directa.

Pero en esta actividad hay poco para Halder, uno de los miles de agricultores que son víctimas de la adquisición de tierras para la ciudad satélite de Kolkata, que tendrá 6.100 viviendas individuales, cuatro torres residenciales, tres parques tecnológicos, un club de unas cinco hectáreas, un hospital de 200 camas, dos escuelas, centros comerciales y zonas de esparcimiento.

Halder se negó a abandonar su pequeño establecimiento agrícola y presentó una demanda contra la medida del gobierno provincial. "Tuve un sueño que ahora está destruido. Mi familia estaba en el negocio de la acuicultura y yo también plantaba varios árboles en mi tierra, para realizar una agricultura combinada", relató.

"Pienso que seré incapaz de mantener mi batalla legal y tendré que abandonarla", dijo Halder a IPS.

Las líneas de lucha de cultivadores contra el gobierno de Bengala Occidental, liderado por Bhattacharya, ya están trazadas. Es irónico que este cambio lo hagan los mismos comunistas, que tras llegar al gobierno en 1977 lanzaron un movimiento de reforma agraria que les ganó suficiente popularidad como para permanecer casi tres décadas al mando de la provincia.

"Los comunistas, que se jactan de realizar reformas de la tierra en su estado, ahora están intentando apoderarse de nuestras tierras fértiles", dijo Dudhkumar Dhara, de Singur, quien representa al grupo político rival, Congreso de Trinamool, en el "panchayat", organismo de gobierno de la aldea.

No menos de 72 por ciento de los 68 millones de habitantes de Bengala Occidental viven en áreas rurales y la mayoría de ellos dependen de actividades agrícolas para ganarse la ida. Pero Bhattacharya quiere cambiar todo eso e industrializar la jurisdicción.

"Quieren que perezcamos por el bien de la industria. Ninguna suma de dinero puede compensarnos por nuestra tierra, que esperamos sea cultivada por nuestras futuras generaciones. Las personas no calificadas, como nosotros, no tenemos nada que hacer en un proyecto de Tata Motors", dijeron los aldeanos.

Las protestas son rechazadas por Bhattacharya, una insignia de los políticos indios por sus esfuerzos para rejuvenecer la industria en un estado otrora conocido por su sindicalismo militante, que resultó en un vuelo de capital hacia otras partes de India.

"El problema es que los líderes de la oposición no tienen nada más que hacer. Es por esto que están desesperados por hacer algo por su existencia política", opinó Bhattacharya, quien urge a los cultivadores a pasar de la agricultura a la industria.

"No pueden impedirnos que establezcamos la industria en el estado. Déjenlos gritar todo lo que puedan; haremos lo que tenemos que hacer", dijo. Pero, tras haber dominado el disenso dentro del Frente de Izquierda, ahora Bhattacharya es un blanco fácil para sus oponentes políticos.

El gobierno alega que la mayor parte de la tierra requerida para el proyecto de Tata Motors está dedicada al monocultivo. Sin embargo, las huellas que surcan la tierra narran una historia diferente: la mayoría de los minifundios producen una variedad de cultivos durante el año, como arroz, papas, vegetales e incluso yute.

En Singur, miembros de la sociedad civil que apoyan al Partido Comunista-Marxista de India, de Bhattacharya, que lidera la coalición del Frente de Izquierda, manifiestan sus protestas al unísono con el opositor Congreso de Trinamool, que lidera el movimiento contra la planta.

El Comité Krishijami Raksha de Singur (Comité para Proteger las Tierras Cultivables de Singur) se formó con subcomités, y ahora las protestas y las ocupaciones están a la orden del día.

Algunos miembros del Partido Comunista de las aldeas en Singur, que se unieron al foro que se autodefine apartidario, dijeron que ni siquiera fueron informados sobre las medidas del gobierno por parte de la dirección de la agrupación política.

"Los máximos líderes se beneficiarán de esos acuerdos", sostuvo Bikas Das. "Si ustedes pagan entre 13.000 y 19.500 dólares la media hectárea, nosotros no nos beneficiaremos a largo plazo. Para un agricultor, la tierra lo es todo", apuntó.

El temor es que los campesinos estén en peligro aún mayor de ser privados de sus medios de vida. Si a los minifundistas se los indemniza, los obreros agrícolas no se beneficiarán. Aunque Tata prometió unos miles de puestos de trabajo para los desplazados, hay muy poca confianza entre los aldeanos.

"No hay razón para adquirir tierra cultivable fértil en Singur cuando hay zonas disponibles en la provincia. No estamos contra la industrialización, pero no debería ser a costa de la tierra fértil de los cultivadores", dijo Paroma Ukil, de FIAN (sigla de la Red de Información y Acción Alimento Primero), una organización no gubernamental con sede en Alemania.

FIAN, que presentó una demanda en la Suprema Corte de Justicia de Kolkata contra el pedido de tierras y que llevó a una delegación internacional a Singur, acusa al gobierno de intentar hacer pasar la agricultura local como si fuera de monocultivo, cuando desde hace tiempo el área es conocida por seguir un modelo de multicultivo.

"Hasta ahora el gobierno no nos dio información. Nos estamos moviendo a través de la ruta legal", aseguró Ukil.

Según FIAN, como parte del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, India (y, por lo tanto, la provincia de Bengala Occidental) está obligada por las leyes internacionales a respetar y proteger el derecho a alimentos adecuados.

Se necesita una acción internacional inmediata para proteger los derechos de los agricultores, dijo un portavoz de FIAN, urgiendo al gobierno a identificar tierra no agrícola para la construcción de la planta automotriz de Tata.

Para el gobierno de Bengala Occidental, el primer sobresalto llegó cuando los aldeanos no se molestaron en concurrir a las audiencias sobre la adquisición de tierras y, en cambio, realizaron protestas al respecto. ***** +Tata Motors, en inglés (http://www.tatamotors.com/) +FIAN (http://www.fian.org/fian-es/index.php)

(FIN/IPS/traen-js/dm/sd-rdr/ip dv lb hd pr cs cv/06)

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe