Las milicias islamistas Talibán recuperaron el control sobre la mitad meridional del territorio de Afganistán y su vanguardia avanza día a día, informó en la capital británica el Consejo Senlis, una institución académica especializada en el país asiático.
Un informe del Consejo Senlis sobre la reconstrucción de Afganistán publicado este martes, en vísperas del quinto aniversario de los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra Estados Unidos, incluye un amplio estudio de campo en las provincias de Helmand, Kandahar, Herat y Nangarhar.
Los atentados atribuidos a la red terrorista Al Qaeda, que dejaron 3.000 muertos en Nueva York y Washington, dieron pie en octubre de 2001 a la invasión a Afganistán por parte de una coalición internacional encabezada por Estados Unidos.
Talibán controlaba entonces, desde 1996, la mayor parte del territorio afgano, y daba refugio al líder de Al Qaeda, Osama bin Laden.
"La línea del frente de de Talibán divide en dos el territorio del país, y domina todas las provincias del sur", indicó el Consejo Senlis, que cuenta con oficinas en Kabul, Londres, París y Bruselas y que ha realizado numerosos estudios sobre Afganistán en los últimos años.
El informe también advierte que la región dominada por Talibán sufre "una crisis humanitaria de hambre y pobreza", situación que atribuye a "las fallidas políticas antidrogas y militaristas de Estados Unidos y Gran Bretaña".
"El consecuente aumento de la pobreza extrema creó un creciente apoyo para Talibán, que respondió a las necesidades de la población local", según el estudio del Consejo Senlis.
"Estamos presenciando un desastre humanitario", dijo a IPS el director ejecutivo de la institución, Emmanuel Reinert.
"Ahora hay alrededor de Kandahar campamentos con gente que se muere de hambre todos los días, incluidos niños y niñas, y eso es obviamente utilizado por Talibán para recuperar la confianza del público y el control del país", aseguró el experto
El programa de erradicación de cultivos de adormidera (amapola), insumo del opio, la morfina y la heroína, ha sido un desastre, según Reinert.
"Fue un ataque directo al modo de supervivencia de los campesinos. La conexión entre el programa de erradicación y la crisis humanitaria es clara", afirmó.
"Todo eso es utilizado por Talibán para decir que, cuando ellos gobernaban, podrían ser duros y crueles pero era posible alimentar una familia. Además, cada vez dan más apoyo y servicios a la población local", aseguró.
Los esfuerzos por la reconstrucción, encabezados por Estados Unidos, fracasaron a causa de las políticas "ineficaces e inflamables" contra las drogas, según el informe.
"Al mismo tiempo, hubo un dramático desfinanciamiento de los programas de asistencia y desarrollo", señala el documento. Esas políticas habrían creado un caldo de cultivo para el recrudecimiento del terrorismo que Estados Unidos procuraba erradicar, indica el estudio.
"Las políticas estadounidenses en Afganistán recrearon el refugio seguro para los terroristas que la invasión de 2001 intentó destruir", dijo Reinert.
"La razón por la cual la fuerza internacional ha estado en Afganistán los últimos cinco años es asegurar que el país nunca más fuera un refugio para el terrorismo internacional", agregó.
De todos modos, explicó, el afianzamiento de Talibán aún no implica una restauración de las redes terroristas internacionales en Afganistán.
"Ahora no se ven muchos elementos extranjeros en Afganistán. Vemos, básicamente, talibanes y los denominados neo-talibanes. En cierto modo, esto es una guerra civil", explicó.
El hambre conduce a la ira, añadió. La falta de financiamiento de la comunidad internacional deja al gobierno afgano y al Programa Mundial de Alimentación incapaces de atender la crisis, según el informe.
"A pesar de los pedidos de ayuda, la comunidad internacional, dirigida por Estados Unidos, continúa asignando la mayoría de los aportes de asistencia a operaciones militares y de seguridad", indica el estudio.
"Cinco años después del 11 de septiembre, Afganistán aún es uno de los países más pobres del mundo, y el hambre cunde en el frágil sur del país", dijo Reinert. "Es de destacar que esta crisis ha sido subestimada en el financiamiento" de la reconstrucción del país.
"En consecuencia, la comunidad internacional ha pedido la batalla por los corazones y las mentes del pueblo afgano, sostuvo el experto.
El informe advierte sobre las difíciles condiciones de vida en "campamentos de refugiados no registrados", a los que acuden civiles desplazados por los programas de erradicación de drogas y los bombardeos, entre ellos muchos niños hambrientos.
Algunos están allí porque sus hogares fueron destruidos por intervenciones de la coalición internacional en su "guerra contra el terror" y por la escalada de operaciones contrainsurgentes, según el estudio del Consejo Senlis.
"Desde 2001, las prioridades de la comunidad internacional en Afganistán, dirigida por Estados Unidos, no estuvieron de acuerdo con las necesidades de la población. Es un error militar clásico: no identificaron adecuadamente al enemigo", sostuvo Reinert.
Los gastos militares desde 2002 multiplican por nueve los de desarrollo y reconstrucción: 82.500 millones de dólares frente a 7.300 millones, de acuerdo con el cálculo del Consejo Senlis.
En el resentimiento y desconfianza de la población afgana también influyen las bajas civiles. Sólo en julio, fueron 104.
Estados Unidos y la comunidad internacional deberían cambiar radicalmente su enfoque hacia Afganistán, advierte el informe. "La ayuda de emergencia a la pobreza debe ser la máxima prioridad. Sólo después podremos hablar de reconstrucción", dijo Reinert.
El crecimiento de Talibán es acelerado, dijo el experto a IPS. "No se puede seguir al ritmo de Talibán. Debemos atacar las causas de raíz del creciente poder de sus milicias: la pobreza y la política antidrogas", concluyó. (FIN/IPS/traen-mj/ss/raj/ap ip hd dv/06)